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Al revés del pepino

Por Eduardo Platero.

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Caras y Caretas Diario

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Sería bueno saber a quién se le ocurrió la frase, porque es curioso que, tratándose del pepino, a alguien se le hubiese ocurrido. El pepino, vegetal que queda muy bien en la ensalada con tomate y cebolla, en realidad no tiene “revés”. Es una estructura cilíndrica, verde, con algunas tenues rayas amarillas, liso al tacto, de aproximadamente unos 20 o 25 centímetros de largo por 5 o 7 de diámetro y con extremidades redondeadas. Allí está, “tranquilo en su mata”, hasta que lo cosechan y, previo pasaje por dos o tres manos, termina en las del consumidor. Nada que ver, aparentemente, con este asunto del “revés y el derecho”, que puede llegar a ser un problema tan abstruso como el asunto de la vereda de enfrente. Si yo estoy de este lado, la de enfrente es la otra. Pero, ¿si cruzo la calzada? De todas formas, nos entendemos y utilizamos profusamente la frase que alude al revés del pepino. Y el lenguaje no es nada más que eso, una convención entre los hablantes para poder entenderse. Y todos nos entendemos cuando digo que, con este asunto de la inclusión financiera las cosas se hicieron al revés del pepino. Como casi siempre (dejo un margen a la duda), el gobierno participativo que votamos hace las cosas sin consultar y sin siquiera avisar para luego pedirnos que salgamos a defenderlas cuando empiezan las dificultades. Uno no pretende, nadie en su sano juicio podría pretender que, antes de dar un paso, de tomar una iniciativa, el gobierno consulte a la fuerza política y mucho menos a las bases. Los tiempos del gobierno son más perentorios que los que necesitan las bases para entender, discutir y tomar posición acerca de todas y cada una de las decisiones que se deben tomar a diario. ¿Se imaginan si para destituir al doctor Andrés Toriani el gobierno nos hubiese consultado? Todavía lo estaríamos discutiendo y tal vez le termináramos por contestar que no lo hiciera. Fue más “ejecutivo” arreglar con Mujica el cambio del voto de su delegado en ASSE y le cortaron la cabeza. Está por verse a cuánto asciende el precio. Por ahora tenemos a Rivera enarbolada, el cuerpo médico del hospital solidarizándose con el destituido, delegaciones reclamando que se le reconozca el derecho que todo ciudadano tiene a un debido proceso y todos nosotros desconcertados. Entre otras cosas, porque ASSE tiene que seguir el mismo procedimiento que le costó el puesto a Toriani o quedarse sin médicos. Como está sucediendo en el Hospital de Flores, donde por falta de pediatras es necesario derivar a los niños a Durazno. ¡Menos mal que Tabaré le cortó la cabeza con la complicidad de Mujica, que hizo cambiar el voto al delegado de su sector! Supongo que tal cosa no tuvo nada que ver con una posición más tolerante que parece que se va haciendo mayoritaria en el “asunto Sendic”. ¡Mañana se pagan los premios! Pero creo que ya hay acuerdos mayoritarios en quitarle presión al asunto. El “acusado” no dejará su cargo, con lo cual tendremos que lidiar con un vicepresidente sometido permanentemente a bullying y, lo que quisiera evitar, un Frente sometido a tensiones. Compañeros, nuestra vida, nuestros intereses, el porvenir del país, no giran en torno al titulito o la tarjetita del vicepresidente, y no podemos paralizarnos y dividirnos. No sé qué gran filósofo dijo que “las cosas son como son”. Y a estrilar o compadecerse al cuartito. ¿Esto pone en juego nuestros principios éticos, morales, filosóficos y/o metafísicos? Diríamos problemas de panza llena y determinado confort, de los cuales también gozo y que también me acucian. Pero yo lo sobrepongo a otros deberes éticos, morales, etcétera; mis deberes para con la comunidad de los más desprotegidos y los más amenazados. ¿Escucharon al señor Corallo reclamar, en aras de “la competitividad”, que aquí se aplique la reforma de la legislación laboral que Michel Temer aprobó para Brasil? ¿Se enteraron de que Macron, en Francia, aprobó algo muy similar? ¿Tenemos en cuenta que nuestro ilegítimo Temer ya anunció que dará comienzo a un gigantesco plan de privatizaciones, empezando por Electrobras, la empresa gigante con la cual estamos conectados? Se trata de la que produce energía eléctrica en Candiota, que nos provocaba lluvia ácida en Cerro Largo hasta que conseguimos acordar que neutralizara sus emisiones con cal uruguaya, cosa que le vino muy bien a Ancap y a Cerro Largo. ¿Quién sino una multinacional compraría Electrobras? Es casi seguro que tienen desde hace tiempo relevada la situación del mundo, con especial atención a dos cuestiones: agua y energía. Ya hemos abandonado el monopolio de la producción de energía eléctrica. ¡Viva, viva, hemos cambiado la matriz energética! Eso sí, ahora hay privados produciéndola y nosotros se la compramos a buen precio, obligados por contrato, pese a que podemos no necesitarla. El avance del capital financiero transnacional es continuo. Como el hambre, cuanto más comen, más hambre tienen. Y nosotros, pequeñitos, y sobre todo inocentes, distraídos, aquejados por la duda de si es moralmente lícito tolerar que un tonto malcriado haya gastado con la tarjetita y dejado que le pusieran un título que no tenía -pese a que la senadora Lucía Topolansky dice que lo vio-, no reparamos en cómo se nos han aproximado las transnacionales y cómo vamos quedando encerrados entre nuestros dos colosales vecinos. Ya Brasil nos está presionando con la amenaza de cuotificarnos las exportaciones de leche, que únicamente representan el uno por ciento del consumo de ese país. Si deja de comprarnos leche, se funden Conaprole, los tamberos y tutti cuanti. Pero esa supresión no significaría mucho más que el sacrificio de una taza de leche por brasilero. Es decir, por brasilero que consume leche, porque hay decenas de miles que nunca la habrán visto; y habrá más para que, con el sacrificio del pueblo, las finanzas del gobierno se equilibren. ¡Y no te digo nada si, además de no comprarnos leche, suprimen la compra de arroz! En ese caso, creo que ni comiendo arroz con leche todos los días, en forma obligatoria, consumiríamos un equivalente a lo que exportamos a nuestro vecino. Lo he preguntado tantas veces que ya temo ser aburrido: ¿cuán soberanos creen que somos? Pero me he extendido demasiado sin entrar en el asunto del pepino. Que en este caso tiene que ver con la Ley de Inclusión Financiera. Ahora resulta que hemos levantado un temporal. Están juntando firmas para plebiscitar su vigencia en la Constitución, con lo cual, en caso de aprobarse, sería una lápida. La juntan con el apoyo explícito de Lacalle Pou y tácito de todos los opositores, que, con tal de derrotarnos, tolerarían llegar maniatados al gobierno. Para la oposición la cuestión es llegar ¡Después se verá! Ahora, con el muerto arriba de la mesa, los que pergeñaron la ley, perfecta para ellos y su burbuja, nos llaman a defenderla. Así se hacían las cosas en tiempos de las monarquías absolutas. Pero a Luis XVI esa forma de gobernar le costó la cabeza. Y con la suya rodaron muchas cabezas más. La favorita de su papá, Luis XV, cuando le dijeron que en París no había pan, absolutamente ajena a todo lo que estuviera fuera de su burbuja, respondió: “Pues que coman tortas, entonces”. El Frente, en su boletín correspondiente a agosto, dedica 23 líneas a darnos argumentos para que salgamos a defender las virtudes de la ley. Y no todos los argumentos que sintéticamente nos brinda de a dos líneas son correctos e irrebatibles. ¡Y con eso quieren que salgamos a defender la ley! Nos mandan a la paliza. Es decir, “mandariola”, porque ninguno de nosotros, que hemos recibido tan abundante información, estamos dispuestos a dar un paso, a gastar diez palabras para defender esa ley. Hecha con un buen propósito, pero que enmascara la intención de favorecer a los bancos y joroba a mucha gente. Sus autores la tendrán que pelear solos, negociando con quienes han tomado fuerza porque les va bien en la juntada de firmas y porque, sin la ley, los chanchullos dan menos trabajo. Compañeros, por nuestro bien, con el propósito de que saquemos experiencias positivas de este apurón -que a lo mejor no es más que un susto-, me permito afirmar que hicieron las cosas “al revés del pepino”. Cuando hay algo importante, algo que lesione los intereses de los poderosos o los negociantes turbios, lo mejor es empezar de abajo. No creo en eso de la “creatividad de las masas”, pero sí creo en su poder cuando están convencidas de las razones y la necesidad del combate. Primero, lanzan la idea, con modestia. Luego, con tesón y respeto, tratan de convencernos, comité de base por comité de base, departamental por departamental. Bien desde abajo: la necesidad de la medida, contra quiénes está dirigida y que la reclamemos antes de su aprobación y la defendamos con uñas y dientes después. ¡No me hagan pelear en repecho! Propongan y convenzan antes a los compañeros de que tenemos “opiniones”, no insumos. ¿Quedó claro?    

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