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Blancos pillos

Por Alberto Grille.

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Caras y Caretas Diario

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Al final resplandece la verdad. Los blancos creían que la victoria estaba a la vuelta de la esquina toda vez que les creían demasiado a las encuestas. Sin embargo, las cosas no son tan así. El Frente Amplio, que anduvo peludeando un par de años, entre denuncias, desencantos, enlentecimientos de la economía, desequilibrio fiscal y ajustes, parece haber revertido su crisis y acumula logros históricos que reconocen desde Enrique Iglesias hasta Vargas Llosa. Mientras tanto, el Partido Nacional se queda sin ideas o no se atreve a mencionar que su programa es más o menos igual que el del macrismo: reforma laboral, devaluación, reducción del Estado, privatizaciones, baja de las jubilaciones y de los salarios, desmantelamiento de la seguridad social, privatización de la salud y de la educación. Los blancos son noticia en Lavalleja, Artigas, Durazno, San José, Soriano, Cerro Largo y Maldonado. No por sus obras y sus logros. Lo son por el macaneo, por sus negocitos, por sus manifestaciones un poco destempladas y por sus enfrentamientos, cada vez más fuertes. Se denuncian entre ellos por casos de corrupción, piensan y piden la renuncia de jerarcas, incluso intendentes. Hasta hace unas semanas, siempre pegaban al  del sector contrario, pero ahora es todos contra todos. Todos los días, la interna del Partido Nacional muestra sus diferencias. La grieta enfrenta a los sectores liderados por los senadores Jorge Larrañaga y Luis Alberto Lacalle Pou, que pelean por obtener el trono, aunque sea sobre los despojos de sus camaradas. La  grieta cada día se parece más a un abismo. A menos de dos años de la primera vuelta electoral, se van delineando estrategias para promover distintas candidaturas que les permitan a los dirigentes blancos tener la opción de ganar, de desplazar al Frente Amplio de su cuarto gobierno y, por qué no, de ubicarse en la tómbola de manera de no quedar afuera en el reparto. Siempre los cargos en disputa serán menos que los candidatos. Así las cosas, las posibilidades de unidad interna se van evaporando y los golpes y zancadillas entre correligionarios se manifiestan en público, a veces con ribetes de escándalo. La más sincera y explícita fue la intendenta de Lavalleja, Adriana Peña, cuando recordó que “del Frente Amplio puedo esperar cualquier palo, pero los golpes vienen de los compañeros”. Los politólogos más ilustres tratan de explicar en clave de ideología lo que la mayoría de las veces son apetitos personales. Los más sabios analistas  dicen que los blancos deben exhibir diversos  matices ideológicos para captar votos de distintas vertientes. Algunos sugieren fortalecer en el Partido Nacional una opción de centroizquierda para lograr conquistar a una corriente de frenteamplistas “desencantados” que algunas encuestas de opinión detectan en el universo de potenciales votantes. A los cuatro polos que disputan la hegemonía -Pompita, Larrañaga, Verónica Alonso y el “grupo de los intendentes”-, se suman Gandini y Lafluf, intentando delinear una vertiente “wilsonista”. Para eso se reunieron el martes 9, en Punta del Este, Larrañaga y los intendentes. El lugar fue el más apropiado para hablar de “ideologías”. El problema es que los entendidos afirman que sin un polo de centroizquierda, a Pompita no le alcanzaría para ganar. Por eso, la idea es crear una fuerte corriente wilsonista para sacarle votos al Frente Amplio. De acuerdo a lo que trascendiera, el asado estuvo largo, regado y entretenido. No obstante ello, aún resuenan fuerte las palabras de Juan Raúl Ferreira, que al momento de abandonar el Partido Nacional señaló que en esa colectividad “de wilsonismo no queda nada”. El secreto para pretender ganar parece ser, como siempre, la unidad y la diversidad, pero a los blancos siempre les resultó difícil este equilibrio, porque curiosamente no se discute sobre ideología, sino sobre apetitos. Más allá de las muestras de unidad intentadas por los líderes de las dos corrientes, las diferencias son evidentes. Lacalle Pou y Larrañaga se encontraron recientemente en Paysandú durante un homenaje a Leandro Gómez, al cumplirse 153 años de la caída de esa ciudad a manos de colorados y brasileños. Se trató del primer encuentro luego de que Larrañaga dijera que la estrategia política seguida por Lacalle Pou afecta la unidad del partido. “Siempre que el herrerismo fue mayoría, al Partido Nacional le fue muy mal”, recordó oportunamente Larrañaga Los enfrentamientos en la interna blanca siempre fueron un ingrediente permanente, sin embargo, hace unos meses, la guerra de los líderes pasó a tener su escenario en las intendencias blancas. Al principio parecía sólo una rebelión de algunos intendentes aliancistas que, alentados por Verónica Alonso iban ganando espacios de independencia, dentro del larrañaguismo para perfilarse en las listas al Senado. Después estallaron las denuncias contra el intendente de Soriano Agustín Bascou y tomaron un nuevo vuelo, en pleno verano, con la intención de la intendenta de Lavalleja, Adriana Peña, de aumentar los sueldos 57% a personal de su confianza y a algunos directores, entre ellos, su pareja. La situación fue denunciada por legisladores de Todos, el sector que responde al herrerista Luis Lacalle Pou, y del Frente Amplio (FA). En conferencia de prensa, Peña acusó a gente de su partido de ponerle palos a su gestión. Acusó a su antecesor, Herman Vergara -que responde a Lacalle Pou-, de hacerle “la vida imposible”, dejando en evidencia el enfrentamiento. Consultado por Caras y Caretas, el senador Jorge Larrañaga declinó hacer declaraciones al respecto, aunque aclaró que Adriana Peña “no es de Alianza”. La jefa comunal se distanció tiempo atrás de Alianza para integrarse a la coordinación de los “intendentes” con vistas a las elecciones de 2019. Adriana Peña y Sergio Botana son intendentes en segundo período y tratarán de conseguir una banca en el Parlamento, lo que los lleva a tratar de conformar una propuesta propia, distanciada de los caudillos. Lo mismo pasa en el sector de Lacalle, en que José Luis Falero, el intendente de San José, parece tener asegurada una banca en el Senado, y el intendente de Florida, Carlos Enciso, deberá intentarlo con lista propia. En Lavalleja la disputa alcanzó, como en Soriano con Bascou, tonos más altos. Desde Todos arreciaron las críticas a la intendenta llegando al plano personal. En declaraciones a El País, la edila Alexandra Inzaurralde, de la lista 59 de Lacalle Pou, dijo que Peña “vive de conflictos, es una persona que se victimiza”. “Es sistemático en esta persona [Peña] porque genera conflictos que son evitables, y en lugar de abrazar el sistema político en un momento en el que no puede ser reelecta, genera choques, confrontaciones y desconoce a la Junta Departamental, tiene rispideces, se le van directores, no sabe trabajar en equipo. Es fácil echarles la culpa a los demás”. En conferencia de prensa Peña resaltó que “lo que se hizo es un ajuste. Tenemos funcionarios que cobran más de $ 70.000 y no puede haber un director que cobre menos que un funcionario”. Recordó que en el período pasado se aumentó 113% el salario de los funcionarios. “El 50% equivale al ajuste por Índice de Precios al Consumo [IPC] y el resto a recuperación salarial. Entonces quedaron funcionarios que cobran sueldos cercanos al de algunos directores”, explicó. Según informó La Diaria, datos aportados por Adeom Lavalleja indujeron a la edila herrerista Alexandra Inzaurralde a denunciar en la Comisión de Presupuesto aumentos de sueldo “privilegiados” para los directores. Entre estos se encuentra la pareja de la intendenta, Gastón Elola, director de Obras, quien recibiría un aumento de 57%. Durante la conferencia de prensa el jerarca defendió su beneficio afirmando que el mes pasado ganó $ 111.000 y que este mes cobraría unos $ 117.000 por trabajar en Arquitectura: “Manejo dos direcciones con 400 personas a mi cargo”, sostuvo, sin mencionar que con los aumentos su sueldo se iría a algo más de 170.000 pesos.   Bascou llenaba el tanque Los enfrentamientos en la interna blanca no son nuevos, pero tomaron una nueva relevancia a partir de la renuncia del exvicepresidente Raúl Sendic, lo que puso el tema de la ética sobre la mesa. Es así que de inmediato se supo que el  intendente de Soriano, Agustín Bascou, era investigado por la Justicia Penal por la emisión de cheques sin fondos por más de un millón de dólares, resultado del fracaso de algunos negocios agropecuarios. Sin solución de continuidad en la comuna de Soriano, se denunció que la intendencia había comprado el combustible de sus unidades móviles en las estaciones de servicio que eran propiedad del intendente. Lacalle Pou, al que las denuncias de corrupción durante el gobierno de su padre le mueven el piso, salió al cruce dispuesto a “matar” al infractor, manifestando que, en su lugar, hubiera renunciado. La respuesta fue obvia, Larrañaga defendió al hasta ese momento integrante de su sector y cuestionó la actitud de su colega, afirmando que le “hace mal a la unidad del partido”. No obstante las fuertes y lapidarias declaraciones de varios dirigentes blancos, el Honorable Directorio se quedó corto en la actitud a tomar ante la denuncia y no sancionó a Bascou, apenas lo apercibió. El  apercibimiento sugerido por la Comisión de Ética dejó gusto a poco, aunque, según el organismo, Bascou comprometió el buen nombre del partido. Posteriormente un informe de la Junta Anticorrupción señaló que Bascou actuó por fuera de la ley. Igualmente el Honorable ratificó la sanción original.   Negocios inmobiliarios Otro conflicto se desató en las últimas horas, cuando un edil blanco, de Alianza Nacional, denunció que el alcalde blanco, herrerista, de  Sarandí del Yi, César Pereyra, compró cuatro predios sobre ruta 14, precisamente donde se construirá la nueva carretera. La denuncia fue presentada ante la junta departamental de Durazno y en la misma se señala que el valor de los terrenos aumentará una vez terminada la obra ya licitada. Incluso se señaló que la escribana de la alcaldía también adquirió cuatro predios. El alcalde Pereyra, en declaraciones a la radio local, negó saber que allí se construiría la nueva ruta. Dijo que este es un tema político interno dentro del Partido Nacional. Dio en el punto: el herrerismo de Todos le quiere cobrar cuentas a Alianza Nacional. Buscan la candidatura y para ello a veces recurren a aplastar a sus propios correligionarios. Santiago Icasuriaga, el edil blanco que denunció al alcalde, dijo al diario de Durazno El Acontecer que tanto el jerarca como la escribana se aprovecharon de su investidura. “La señora Gladys Yolanda Vidal, residente del barrio Machado, dijo haberse sentido perjudicada al vender, mediante engaño, ocho terrenos al alcalde y a la escribana del municipio”, explicó Icasuriaga. “Hay que tener en cuenta que dichos inmuebles se encuentran ubicados en la zona por la cual transcurrirá el trazado nuevo de ruta 14, aun cuando el alcalde y la escribana dijeron desconocer ello al momento de realizar la compra”, agregó. Precisa el edil que como los terrenos tenían deuda por concepto de contribución, se realizó un convenio. “La señora dice que le entregaron cierto dinero, la escribana sostiene que el alcalde le entregó otra. Por ello solicitamos la investigadora, buscando que se aclare la situación”, subrayó. Tiempo atrás, en Artigas, el intendente Pablo Caram se fue del sector de Larrañaga para apoyar a Lacalle Pou. “Hoy y en mi calidad de intendente departamental, percibo y así me lo hacen saber a diario mis vecinos, la necesidad de un vínculo más estrecho con la dirigencia del sector que tú lideras”, escribió Caram en una carta dirigida a Larrañaga. “Con mucho dolor te comunico formalmente que la nueva agrupación que hemos formado resolvió que era hora de apartarnos de Alianza Nacional y del sector Juntos, para explorar otros caminos dentro de nuestro glorioso Partido Nacional”, añadió. Y desde el norte los choques llegan al sur. En San José el intendente José Luis Falero, del sector de Lacalle Pou, cesó a tres directores de Alianza luego de negarse estos a aprobar la solicitud de un préstamo al Banco República en la Junta Departamental. Este caso se agregó a la polémica generada por la deuda que mantenía la empresa fúnebre del diputado Ruben Bacigalupe con la intendencia por más de un millón de pesos por concepto de tasas. Y la preocupación crece. Según un editorial del diario local Primera Hora,“una ruptura política en el acuerdo de gobierno departamental produce un nuevo escenario de un intendente sin mayoría en la Junta Departamental cuando aún falta bastante tiempo para que finalice período”. La advertencia está lanzada.   Antía hace de las suyas En Maldonado es otra cosa. Hay mucho dinero en juego para que el Partido Nacional evidencie fisuras. Las excepciones inmobiliarias, las cámaras de videovigilancia, las casetas de los guardavavidas con equipos de comunicación y el anuncio de que se vienen torpedos eléctricos, motos de agua, inhibidores de rayos y torpedos a control remoto, apagan cualquier queja de los compañeros del Partido Nacional, aunque despiertan muchas suspicacias en la oposición.   Hay un monumento para Moria En el Partido Nacional la ideología esta en retirada, y cuando se pasa lista, su ausencia  además se nota. El mismísimo Claudio Paolillo, que desde que trabaja para la SIP lleva estrellas en la galera y deposita sus ahorros en una cuenta offshore en Miami, reflexiona para sus lectores de Búsqueda sobre el poder, los candidatos y las elecciones, y concluye que los blancos ven en el Estado nada más que un botín destinado al reparto. Como el lector puede apreciar, los problemas del Partido Nacional no tienen nada de ideología. Donde sí se puede percibir un perfil ideológico es en la propuesta de Sergio Botana, intendente de Cerro Largo, de nombrar a una calle del balneario Laguna Merim con el ilustrísimo nombre de Moria Casán. Las disputas en las intendencias blancas, aunque no se lo crea, son sólo por plata.

“Sector wilsonista fuerte”
Cuando me cuentan que algunos dirigentes blancos -sobretodo algunos de ellos que son buenos amigos y que han debido soportar la dura mano de los Lacalle y toda su soberbia de nuevos ricos- hablan de “wilsonismo”, me quiero morir. Yo recuerdo a Wilson en el exilio, también en los meses que estuvo en Buenos Aires y en Uruguay a la salida de la dictadura, cuando presidía el Directorio del Partido Nacional y mandaba 14 intendencias. No fui wilsonista ni ahí, pero entendí muy bien lo que era el wilsonismo con sus luces y sombras. El Wilson que yo conocí, que entronca con el que fue históricamente desde 1963 y la CIDE, era implacable defensor de la libertad, luchador por la unión de los orientales por encima de sus diferencias, respeto por los más humildes, antineoliberal -está así escrito en sus textos- y lleno de ideas de reformas de carácter nacional y popular. Era un demócrata y no quería privilegios. No aspiraba a que el Uruguay fuera un país para el latifundio ni para el capital financiero. Quería empresas públicas poderosas, trabajadores fuertes, libertades amplias y derechos consistentes. No por nada los que más han elogiado a Wilson han sido Pepe Mujica y Tabaré Vázquez. Juan Raúl Ferreira, hijo del último caudillo blanco, dijo en estas páginas que esta gente, que cada vez que se ve en problemas grita “¡Wilson, Wilson!”, no recuerda nada de él , de lo que fue ni de lo que significó. Hacen bien en identificar su problema: la falta de wilsonismo. Pero no son wilsonistas ni lo serán nunca si no aceptan que el herrerismo no es su aliado, sino el adversario. Por otra parte, pueden despedirse si pretenden engatusar a los desenamorados del Frente Amplio, que padecen mal de amores, pero no comen vidrio. “Es muy triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

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