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Y Los Nombres Comunes presenta disco en la Balzo

Canciones en espiral

Jhona Lemole, Ximena Bouso y Martín Seoane son los integrantes de Y Los Nombres Comunes, trío de tono experimental y canciones hipnóticas que está presentando su segundo disco. Es uno de esos buenos secretos de la escena alternativa montevideana. Domingo 18 de junio en sala Hugo Balzo.

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Por G.P.   Hace apenas un par de años, en el otoño de 2015, se daba a conocer el primer disco del trío Y Los Nombres Comunes. Guitarra, teclado y percusión. Y ruiditos, si se puede llamar de esa manera a capas de sonidos –percutivos en su mayoría– que enroscan espirales de melodías sinuosas más parecidas a volutas de humo volando a baja altura que a canciones con intencionalidades de chispear estribillos facilongos. Estaba también la voz, más o menos siguiendo los rastros del teclado, sin mayores tentaciones de protagonismo acrobático. Jhona Lemole –guitarrista y cantante– venía con experiencia previa en LEM, tocando clarinete y xilofón. Mostraba así sus primeras arrebatos compositivos, en un tono experimental, en un plan mantra-folk hipnótico y muy cuidado. Lo acompañan Ximena Bouso (“una percusionista con mucho estudio, conoce infinidad de ritmos”) y Martín Seoane (“desde su adolescencia está vinculado a proyectos más punk”). El trío fue tomando más cohesión, y hoy, a la escucha de un segundo cancionero, grabado con el apoyo en producción artística de Leandro Dansilio, compone y arregla en conjunto, y los tres suenan tan ensamblados que todo parece salir de un mismo y poderoso espiral sonoro. Lo común, así se llama el nuevo disco del trío integrado por Lemole-Bouso-Seoane, es un disco que puede resultar fascinante para quienes decidan dejarse llevar por paisajes aparentemente alejados de los lugares comunes de lo radiofónico. Y puede comprobarse entonces que la vuelta de sentido que propone el trío desde su nombre, se vincula con la posible sugerencia de que este tipo de canciones puede ser mucho más “común” de lo que se cree, si se entiende que el pensamiento mágico está a disposición de quien quiera acercarse y experimentarlo. Es tan simple como eso. Bien lejos de la repetición gimnástica y pegadiza del pop, el grupo apuesta por repeticiones hipnóticas y –como se dijo antes– espiraladas. Explica Lemole: “Las canciones están vinculadas a situaciones que viví y personas reales; son el escape de un montón de energías que están y que siento como un acto psicomágico, como dice Jodorowsky, en eso de proponer romper con los hábitos que impone la sociedad y así liberarse de aquellos que generan angustia”.   ***   ¿Cómo se hace música en espiral? Jhona Lemole: Creo que se da de manera inconsciente. Los tres trabajamos generando capas a las canciones y creemos que el trance en la repetición puede generar esa sensación de espiral en la canción. A mí, particularmente, con Y Los Nombres Comunes me gusta trabajar los arreglos desde situaciones, como si fuese una obra de teatro… Esto debe ser porque soy formado en la escuela de artes escénicas. Hay quienes han dicho, por ejemplo, que nuestra música podría ser banda sonora de película, y eso también puede ser una sensación similar a lo cíclico, al espiral, a que tal vez todas las canciones sean parte de una misma historia.   ¿De qué manera se traduce esto en la relación entre ustedes y en los ensambles instrumentales? JL: Podría decir que los tres nos llevamos bien, que Ximena es la que sabe y que Martín y yo ponemos el corazón. Ximena es una verdadera conocedora de muchos ritmos y les aporta a las canciones rítmicas muy interesantes. Martín siempre tuvo un piano en su casa, y juntos pudimos lograr con el teclado ese laburo más de paisaje sonoro, de salir un poco de lo convencional. Y yo, con la guitarra, soy autodidacta. Me encanta la sonoridad de las cuerdas de acero, pero sé poco. Me defiendo más con la voz. Me gusta trabajar en la melodía vocal.   Dan ganas, en algunos momentos, de que se dejen llevar por territorios más melódicos. Cuando lo hacen, en ‘Renato’ y en ‘La noche, el día y la tarde’, logran canciones muy buenas. JL: Creo que eso es algo que se va a ir dando solo. Yo tenía tal vez demasiado miedo de caer en el estribillo fácil, en la canción pop que gana por pegajosa. Pero de un tiempo a esta parte me amigué con esa forma, sin sacrificar la experimentación. Creo que la mezcla de ambas puede ser una buena fórmula. En ‘La noche, el día y la tarde’, recuerdo que en ese momento estaba escuchando muchas baladas mexicanas y me pasaba cantando cual mariachi. También andaba en la vuelta un disco de Gilda que inconscientemente influyó esa canción… Tal vez es una canción que nació de una balada mexicana cruzada con una cumbia melosa de Gilda. Ese cruce la hace desgarradora.   ¿Cómo fue la construcción del disco? JL: La construcción de Lo común empezó en el invierno de 2015, momento en el que predominaba una sensación fría, nublada. En donde vivía en ese momento tenía una “quematutti”; la prendía, agarraba la guitarra y comenzaba a divagar cosas que terminaron en este disco. Los martes de mañana siempre nos juntamos con la banda, y fue en esas sesiones que fuimos, de a poco, armando los temas. Todo esto lo hace un disco muy invernal. En cuanto a la construcción, pasó además algo nuevo para nosotros, que fue el hecho de trabajar con un productor. La mayoría de las guitarras del disco la grabamos en mi cuarto, que es el lugar donde fueron compuestas. Y ya hacia el final, como pasa siempre, ya no quería escuchar más los temas. Creemos que Leandro [Dansilio] logró un sonido intermedio de lo que somos en vivo y el trabajo de estudio.   ¿Y cómo son en vivo? ¿Qué pasa a la hora de armar un espectáculo? JL: La palabra espectáculo no me resulta muy cómoda. Nuestra música está más relacionada a otras artes, como el teatro, por lo que siento que lo que hacemos es intervenir los lugares en que nos presentamos. Nos encanta compartir lo que hacemos y que otros puedan llegar a percibir cómo sublimamos determinadas energías en canciones. La mayoría de las veces canto con los ojos cerrados por un acto reflejo: es como me puedo conectar mejor conmigo y con el presente. Hemos tenido todo tipo de experiencias, pero mientras más nos conectamos entre nosotros, más se percibe esa energía que es invisible a los ojos. Esta fecha nos la jugamos igual que siempre, ensayando para poder estar tranquilos y compartir momentos de amistad con Xime y Martín. Estamos muy unidos.   ¿Qué tienen pensado hacer en la presentación en la Balzo? JL: Estamos muy ansiosos por tocar en la Balzo. Es una sala hermosa, con tremendo sonido, y creemos que somos un buen plan para un domingo. En la presentación vamos a tocar el disco y estamos preparando una sorpresa para los que vayan. Probablemente sea el único toque del año, ya que creo que es un buen momento para guardarnos a concebir otro hijo. Ando también metido en otros proyectos. En este momento, por ejemplo, me encuentro componiendo para una banda nueva que se llama Santa María Peligro y escribí diez canciones que hablan sobre lo mismo; quise poner en práctica lo que se da inconscientemente en Y Los Nombres Comunes. Creo que es una historia interesante, ya te dije, más que un disco, para mí es una película.   ¿Q ué es lo común? JL: Lo común, conceptualmente en este disco, es el amor. También lo común evoca a lo minimalista, a la canción que se defiende con pocos artificios.

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