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Con Juan Raúl Ferreira: “A 30 años de su muerte, Wilson está más vigente que nunca”

El próximo 15 de marzo se cumplen 30 años de la muerte del caudillo nacionalista Wilson Ferreira Aldunate. La importancia de su legado histórico y qué queda hoy de su pensamiento son parte de las preguntas que Caras y Caretas quiso responderse hablando con su hijo y compañero de ruta: Juan Raúl.

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Por Alberto Ubiría   A 30 años del fallecimiento de Wilson Ferreira Aldunate, ¿cuáles son los sentimientos que experimenta su hijo y cuáles el compañero de militancia? Para mí siempre ha sido muy difícil distinguir esa línea gris, muy tenue, que separa las condiciones de hijo y militante de una causa política. Sobre todo porque las dos condiciones las viví con mi padre, y más que nada, en el exilio, con gran intensidad. Papá tenía una vida por demás activa, pero, sin embargo, en casa -y no tengo duda que mis hermanos vivieron lo mismo- nunca se sintió la ausencia del padre, porque nos daba tiempo de gran calidad. A pesar de la diferencia de edad que tengo con mis hermanos, Silvia y Gonzalo, Papá nos había inventado un personaje imaginario sobre el cual todos los días nos hacía una historia. No obstante, viviendo etapas diferentes de nuestras vidas, los tres disfrutábamos a nuestra manera estos cuentos y estos personajes imaginarios. Ahora bien, a medida que fui creciendo, me empezó a acercar a la militancia política. A fines de la década de los 60, mis hermanos empezaron a irse de casa por razones de edad, y yo empecé a fungir como secretario de él. De hecho, el primer “comité político” que armó para que yo comenzara mis lides políticas fue cuando yo tenía apenas 13 años. Desde los 17 años comencé a ser su secretario -él era senador- y el país ya vivía momentos de gran turbulencia. Aquí empezó a ocurrir una cosa que dio un giro fundamental a la vida cotidiana con Papá, que es que cada vez que ocurría un hecho importante (desde la liberación del fotógrafo Nelson Bardesio por parte de los tupamaros o los fusilamientos de la Seccional 20), me iba a buscar al [colegio] Seminario para acompañarlo. Comprenderá el lector el torbellino de emociones que me embarga al evocar estas circunstancias, históricas y personales. Cada vez, a pesar del paso del tiempo, toman mayor gravitación e importancia, no sólo en la historia, sino también en la definición de hechos del presente y del porvenir.   ¿Porqué piensa que Wilson buscaba su compañía en tiempos tan revueltos? Recién con el paso del tiempo empecé a comprender el porqué de la búsqueda de mi compañía: seguramente él pensaba que nos aguardaba compartir circunstancias muy diversas y de la mayor importancia (desde acompañarlo como presidente de la República, en cualquiera de las dos elecciones que le estafaron, en 1971 y en 1984, o, como nos tocó, desde las amarguras del exilio, porque no hay nada dulce en ningún exilio), y quería que yo me fuera formando y viendo los fenómenos asombrosos que traía la vida política. También debo confesar que en estos 30 años que nos separan de su fallecimiento, poniendo todos estos hechos en la perspectiva del tiempo, siento una muy fuerte renovación de mi compromiso militante con la sociedad, y un peso abrumador en cuanto a mi condición de hijo que lo extraña.   ¿Cómo está viviendo esta circunstancia inédita, nunca antes vista, de que un político, tu padre, sea cada vez más recordado y evocado, tanto en películas magistrales como el Wilson de Mateo Gutiérrez, o la parodia magnífica que hicieron Aristophanes, y hasta en una obra de teatro en la que se habla de él como símbolo de una clase política de excelencia? Todos los años, cuando se acercan las fechas conmemorativas de Wilson (el 28 de enero, el 15 de marzo, el 16 de junio y el 1º de diciembre, “la noche de los fogones”, cuando queda en libertad y un pueblo lo acompaña hasta la explanada municipal), comienzan a sobrevolar los recuerdos de mucha gente y son muchas las horas que el alma me pide entregarme del todo a evocar acontecimientos y emociones. Sin lugar a dudas, en esta ocasión, que se trata de una fecha redonda, y que ha tenido una repercusión tan plural como extensa, confieso que estoy conviviendo con los recuerdos de aquellas vivencias y deseando que llegue el momento de las conmemoraciones. Agrego que uno de los homenajes que se está preparando es la publicación de un libro por parte del Museo de la Memoria, que se presentará el 16 de junio en conferencia a realizarse a las 17.30. Yo tuve la oportunidad de acercar al Museo de la Memoria algunos materiales que estarán incluidos en el texto. La Asociación de Amigos del Museo, cuya presidenta de honor es Belela Herrera y cuyo presidente emérito es Óscar Cacho López Balestra, héroe de la resistencia y luego presidente de la Cámara de Diputados, puso un equipo de primer nivel, encabezado por Jorge Voituret, para recopilar la mayor cantidad de materiales inéditos sobre Wilson. Cuando el trabajo estuvo terminado, me dejaron leerlo y es una de esas experiencias que recordaré siempre como un momento trascendente en mi vida. Comienza con escritos periodísticos de Wilson, de cuando él tenía 19 o 20 años, haciendo crítica cinematográfica en Marcha, y culmina con escritos y conferencias brindadas muy poco antes de su muerte. Es la vida de Wilson, contada por Wilson.   ¿Se trata, entonces, de un libro que aporta elementos nuevos sobre el último caudillo? A pesar de haber compartido la vida con él, aprendí cosas que no sabía. Incluso, por ejemplo, algunas cartas que me envió y yo no recordaba con precisión, en las que me daba instrucciones precisas sobre cómo actuar en el vínculo con otras fuerzas políticas y sociales. Hay hechos que todo el mundo conoce: Wilson declaró en el Congreso de Estados Unidos [EEUU], y ese discurso logró que se cortara la ayuda militar a la dictadura uruguaya por parte de la superpotencia. Pero no todo el mundo tuvo oportunidad de leerlas; qué fue exactamente lo que dijo para que, bajo una administración duramente republicana, se cortara la ayuda militar a una dictadura que se pretendía amiga de los EEUU. En momentos de gran turbulencia en América Latina, muchos caen siempre en la tentación de pedir ayuda a los EEUU o de atacar las posiciones de EEUU. Acaso lo más relevante de ese discurso extraordinario (que hizo decir a un senador republicano que “Uruguay da estadistas filósofos”) es que está dominado por el leit motiv -muy blanco- de que lo que los verdaderos blancos quisimos siempre -de Oribe en adelante- es que se nos deje resolver a solas, entre nosotros, nuestro destino, sin intervención de los imperios.   ¿De modo que Wilson se despacha a piacere en esos textos? En algún momento uno lee a Wilson hablando con libertad sobre el proyecto de país con el que soñaba y queda subyacente el dolor que debe haber sentido de que la vida le puso permanentemente la necesidad de hacer concesiones y acuerdos, empezando por sus correligionarios, en lugar de poder desplegar plenamente ese proyecto, que vaya si era completo, integral y explicado línea por línea, para transformarnos de un país que ya padecía despoblación de la campaña (y era 24% y no el 4,5% de hoy) en un gran país  agropecuario, industrial y de servicios.   Usted señaló que no hay lugar para el wilsonismo en el Partido Nacional. ¿Sigue manteniendo esa afirmación? Absolutamente. Cada día con más convicción. Hasta ahora no he encontrado a nadie, ni líderes, ni proyectos de líderes ni “editorialistas” que hayan querido polemizar conmigo sobre este tema tan importante a juzgar por los carteles mencionando a Wilson que aparecen en cada elección. Yo creo que el que contesta mejor esta pregunta es el propio Wilson: ¿alguien se imagina a Wilson eligiendo el neoliberalismo (al que criticó usando esa palabra) para conducir las políticas económicas y sociales del Uruguay, atacando las empresas y los bancos públicos, o dejando a los pobres sin asistencia y coberturas? Cuando fue ministro de Ganadería y Agricultura, hacía técnicamente fijar el precio de la carne, estableció la veda hasta que aumentara el stock vacuno, hasta que hubiera saldos exportables, prohibió la exportación de ganado en pie, maldijo para siempre las sociedades anónimas en la agropecuaria en nombre de la indisoluble relación que quería entre la tierra y su trabajador propietario y, cuando redactó su reforma agraria, propuesta elogiada por personalidades como Danilo Astori y José Pepe Mujica, lo hizo sabiendo que iba a recortar sus propios establecimientos, que finalmente perdió en su totalidad en la vorágine de la lucha política. Porque Wilson fue uno más de los que llegó a la política rico y murió sin patrimonio importante, en particular, sin sus tres estancias. Todas las cosas a las que Wilson se opuso son las que hoy defiende la dirigencia del Partido Nacional. Agrego: ¿alguien ha escuchado a algún dirigente de cualquier rango del Partido Nacional hablar de Nuestro Compromiso con Usted, de la reforma agraria, de la nacionalización de la banca, de la necesidad de controlar el comercio exterior? ¿Hay algún sitio web del Partido Nacional donde se pueda acceder a documentos completos como Nuestro Compromiso con Usted, o la inolvidable carta que le envió al dictador argentino Jorge Rafael Videla, luego de los asesinatos de Zelmar, el Toba, Rosario, William y Manuel en Buenos Aires en mayo de 1976? Este no es el Partido Nacional de Wilson.   La situación política actual Como dice, vivimos tiempos de turbulencia a nivel mundial, regional y nacional. ¿Qué opinión le merecen las medidas propuestas al gobierno de Tabaré Vázquez por el precandidato Luis Alberto Lacalle Pou? Mi primer comentario es que asombra la soberbia con la que el precandidato derrotado en 2014 se dirige al presidente, exigiendo medidas a cambio de un apoyo parlamentario que este no necesita. Lo segundo sería esperar, porque ha pasado más de una vez que Lacalle Pou ha pedido ser escuchado y luego no ha acudido a la reunión solicitada. Lo medular es que uno lee una lista de expresiones de deseos como, aunque usted no lo crea, “enfrentar la epidemia de muertes y lesiones causadas por el tránsito”. ¿Alguien puede estar en contra de esto? ¿Qué medida concreta propone el senador Luis Alberto Lacalle Pou? Esto no es serio, para no efectuar más comentarios.   ¿Qué opinión le merecen las medidas propuestas por el precandidato Jorge Larrañaga? Con todo respeto, se me ocurre recordar que las medidas que él recomienda, como la cadena perpetua y todo su conjunto, que apunta a que a mayor pena, menor delito, están descalificadas expresamente por los estudios y la experiencia de los organismos internacionales en la materia. Estos, por el contrario, llegan a la conclusión contraria y no son pocos los países que lo experimentaron y debieron dar marcha atrás. Vivimos una crisis de los partidos políticos en el mundo entero, y en gran medida es porque los viejos dirigentes no escuchan a los jóvenes. La Juventud del Partido Nacional se manifestó contra la baja de la edad de imputabilidad. Me dan pena estas situaciones de incomprensión.   Considera que el llamado Grupo de los Intendentes, más Verónica Alonso, puede llegar a constituir una alternativa válida  y de raíz wilsonista al proyecto herrerista? Mi modesta opinión es que cuando se habla de wilsonismo y herrerismo se habla del origen de los dirigentes. Pero cuando se habla de aportes, no se ve wilsonismo en ninguna de las propuestas que se manejan, como hemos visto.   ¿Cómo evalúa la evolución del Partido Colorado y sus principales referentes? Las últimas encuestas le dan al Partido Colorado una intención de voto inferior a 7%. El mundo vive desde hace años una crisis del esquema de partidos con desaparición de partidos fundacionales. Por ejemplo, la actual crisis italiana demuestra que entre la amplia gama posible de acuerdos, no están el Partido Socialista ni la Democracia Cristiana. En América del Sur, de Colombia a Tierra del Fuego, con la única excepción de Uruguay, no ha sobrevivido ninguno de los partidos históricos.   El futuro ¿Cómo calificaría las gestiones del Frente Amplio? Una opinión muy calificada es la del contador Enrique Iglesias, cuya trayectoria no es necesario reiterar, que ha dicho que “Uruguay está mucho mejor de lo que la gente a veces piensa” y luego fundamenta extensamente esa opinión. Uruguay se está llenando de inmigrantes, muchos de ellos de dinero y/o muy calificados, que dicen “este país es un paraíso”. Yo lo he escuchado varias veces. Todo esto ocurre en medio de una crisis que abarca los tres continentes: desde EEUU y el Nafta de Trump, hasta la Argentina de Macri y el Brasil de Temer.   Usted ha sido diputado, senador, embajador, presidente de la Institución Nacional de Derechos Humanos y titular de la Defensoría del Pueblo, consultor de organismos internacionales y mediador en conflictos de países de la región. ¿Cómo ve su futuro político? Luchando por las cosas en las que creo. Eso es lo único que puedo asegurar y comprometerme a cumplir. La ley de creación de la Indhh prohíbe a quienes fueron directores de la misma ocupar cargos electivos o de confianza política hasta tres años después de abandonado el cargo. Ese plazo se cumple recién a mediados de 2020. Quiere decir que esto a mí me permite llegar a la elección de 2019 desde el lugar que me parezca más apto, con la tranquilidad de conciencia mía y de la opinión pública de que mi esfuerzo no estará volcado a obtener una posición electiva, o negociar un ministerio o cosa que se le parezca. Eso sí, pretender que yo deje pasar el año electoral sin recorrer el país diciendo todas mis verdades es una hipótesis que no existe.  

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