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Trump, Xi Jinping y Putin

Cumbre de APEC: los bloques luchan por dominar el mundo

La cumbre de potencias del Pacífico en APEC ratificó el aislacionismo de Estados Unidos y el crecimiento de Xi Jinping, aspirante a principal líder global. Europa se recupera a impulso del Banco Central Europeo de Mario Draghi y trata de reconstruir el bloque occidental, mientras Vladimir Putin juega sus cartas. La situación de Donald Trump se sigue deteriorando en todos los frentes.

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El sacerdote argentino Julio Meinvielle (1905-1973), filósofo tomista, teórico de ultraderecha, antisemita y antimarxista fervoroso, guía espiritual del Movimiento Tacuara (del cual salieron Fernando Abal Medina, Mario Firmenich y Rodolfo Galimberti, fundadores de Montoneros), escribió, entre sus muchos libros, Los tres pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo (1937). Allí describió como judíos, cristianos, árabes (y un cuarto pueblo que llamó “paganos”, apuntando a los nazis, a quienes se opuso desde su catolicismo franquista), se disputaron desde la antigüedad el dominio del mundo batallando con armas, pero sobre todo con religión e ideología. La Guerra Fría (1945-1989) tuvo como contendientes a Estados Unidos (EEUU) y la Unión Soviética (URSS); luego vino el unilateralismo estadounidense y desde 2007 (la Gran Recesión) tenemos un poder global bicéfalo, asentado en EEUU y China, con Europa y la Federación Rusa como jugadores secundarios pero imprescindibles. Este “orden mundial” cambió radicalmente en los últimos años por dos fenómenos convergentes: la elección de Donald Trump (y el consecuente retiro y desprestigio de la presencia estadounidense en el mundo) y la exaltación de Xi Jinping al rango “imperial” que tuvieron Mao Tse Tung y Deng Xiao Ping, en tanto conductor de una China que deja de ser el “Imperio del Centro” (cerrado sobre sí mismo y su avance económico), para aspirar explícitamente al liderazgo mundial. Rusia negocia con ambos mientras intenta reconstruir el espacio de la URSS; y Europa lidia con su crisis irresuelta, debatiéndose entre los modelos de Angela Merkel y Mario Draghi. En el resto del mundo seguimos siendo tomadores de decisiones ajenas. Por eso debe importarnos tanto lo que ocurre en los ámbitos de poder de los centros que luchan por la dominación del globo. Un mirador privilegiado nos fue concedido por la reciente gira asiática de Donald Trump y su participación en la Cumbre de APEC.   La gira asiática de Donald Trump Antes de partir para su gira de doce días (del 1º al 13 de de noviembre), Trump disparó sobre EEUU y el mundo sus dos peores cargas explosivas hasta ahora: nombró a Jerome Jay Powell, un abogado corporativo, partidario -como Trump y los republicanos más radicales- de la desregulación en el sector financiero (fenómeno que provocó la Gran Recesión 2007-2010, cuyos efectos perduran), como futuro titular de la Reserva Federal, de lejos, la institución financiera más importante del mundo, en sustitución de la economista keynesiana Janet Yellen, digna sucesora de Ben Shalom Bernanke, el hombre que reconstruyó la economía global luego de la crisis. Powell sería moderado en relación a la suba de tasas, pero la desregulación puede tener efectos inimaginables. En segundo lugar, Trump envió al Congreso su plan de desgravación fiscal, que en lo esencial baja la tasa que pagan las empresas de 35% a 20% (quería llevarla a 15%, pero los republicanos lo hicieron desistir) y elimina el impuesto a la herencia, generando un gigantesco agujero fiscal estimado en US$ 2 billones en la próxima década, que nadie sabe cómo se cubrirá, y que puede provocar también otra crisis global. Trump necesita los votos demócratas y varios republicanos tienen objeciones, por lo cual su aprobación integral es muy improbable. La vocera demócrata Nancy Pelosi afirmó que “esto no es una reforma fiscal, es un regalo a los más ricos pagado por la clase media”, en tanto que el senador Bernie Sanders afirmó que las medidas son “moralmente repugnantes”. El más contundente, como siempre, fue el premio Nobel Paul Krugman, quien en su columna ‘El regalo fiscal de Trump’, publicada en The New York Times, realiza un pormenorizado análisis de la reforma y señala que los principales beneficiarios serían los accionistas: “Hablamos principalmente de los muy ricos. Incluso si contamos las participaciones indirectas en fondos de pensiones y fondos de inversión colectiva, el 10% más rico de los residentes en EEUU posee 80% de las acciones que están en manos de estadounidenses y el 1% más rico posee aproximadamente 40% de esas acciones. De modo que hablamos, como siempre en los planes republicanos, de rebajas de impuestos que favorecen principalmente a los más ricos”. Y agrega: “Pero aquí no acaba todo; la cosa es peor aun […] 35% de las acciones estadounidenses es ahora propiedad de extranjeros, el triple que en tiempos de Reagan”. Esto significa que cerca de 35% de las rebajas fiscales propuestas por un gobierno que usa con orgullo el lema “Estados Unidos primero” (US$ 700.000 millones de dólares en la próxima década) sería dinero llovido del cielo para extranjeros ricos. Eso tendría como resultado, además, “un enorme agujero en el presupuesto, que los republicanos intentarían tapar a expensas de los pobres y la clase media”. Krugman recuerda que los republicanos proponen recortes por un billón y medio de dólares en atención sanitaria a personas sin recursos y a ancianos”. La resolución no tiene fuerza de ley, pero es un indicador de qué pasará si se aprueban las grandes rebajas de impuestos. Y concluye: “Quizá parezca excesivo afirmar que Trump y sus aliados quieren quitarles la atención sanitaria a millones de personas para poder regalarles US$ 700.000 millones a extranjeros ricos. Pero, suene como suene, esa es la verdad”. A nosotros, resto del mundo, debe preocuparnos en grado sumo un eventual desequilibrio fiscal con nueva gran recesión que tenga epicentro en EEUU. Ahora bien, los muy ricos norteamericanos no son como los uruguayos (que son avaros, quejosos y no invierten en el país, y la prueba está en las PPP) y lo demuestra el hecho de que 400 millonarios enviaron una carta al Congreso pidiendo que no se les rebajen los impuestos, ya que ello “sólo favorecerá la desigualdad y aumentará del déficit fiscal y la deuda”. La firman, entre otros, George Soros, Bill Gates, Warren Buffet y Steven Rockefeller. No es necesario comentar lo que ocurre en Uruguay: da vergüenza.   La “trama rusa” y la gira Pero Trump no sólo dejó atrás esas dos bombas de tiempo económicas. La prensa mundial señala que escapó, aunque sea por unos días, de la minuciosa investigación que el fiscal especial Robert Mueller viene desarrollando sobre la llamada “trama rusa”, es decir, el conjunto de intromisiones en las elecciones de 2016 que habrían beneficiado a Trump, que estaría en conocimiento de las mismas o incluso las habría impulsado. El 30 de octubre, como resultado de esas investigaciones, se dictó una orden de arresto por parte de un Gran Jurado de Washington contra Paul Manafort, exdirector de campaña de Trump y su socio, Rick Games. Están acusados de “conspiración contra Estados Unidos de América”, lavado de dinero y ocultar la condición de agentes de un país extranjero, entre otros cargos, según informaron The New York Times y la cadena CNN. Mueller, reconocido republicano de intachable reputación, exjefe del FBI, fue nombrado en mayo “para investigar la presunta colusión entre el Kremlin y el Partido Republicano”. Fiel a su declarada consigna de huir atacando y gritar cada vez más fuerte, Trump acusó a los oficiales de Justicia por Twitter de “caza de brujas” y pidió que se “haga algo contra las irregularidades” que contra él habría cometido Hillary Clinton. Sería para reír si la situación no comprometiese equilibrios globales al poner el mayor poder nuclear y la posibilidad de arruinar la economía del mundo en manos de un “misógino, racista y xenófobo, cuyas políticas encarnan un profundo desprecio por la causa de los derechos humanos”, como afirmó el premio Nobel Joseph Stiglitz en su artículo ‘¿Ha sometido Trump a la Fed?’, publicado en Project Syndicate. También está acusado el exasesor George Papadopoulos, quien mintió sobre sus contactos con Rusia, en tanto que el efímero consejero de Seguridad Nacional, teniente general Michael Flynn, es investigado acerca de si negoció el cobro de US$ 15 millones por entregar forzadamente al gobierno turco de Recep Tayyip Erdogan a su mayor enemigo, el clérigo Fetulá Gülen, según publicó The Wall Street Journal. Esto indicaría que las investigaciones de Mueller han ganado una gran extensión y no solamente investigan la “trama rusa”, sino un vasto juego de complicidades y pagos ilegales en el entorno de Trump, un megamillonario que “no conoce la diferencia entre el interés público y el privado, o bien no conoce el interés público”, como afirmó a Caras y Caretas un expresidente del Banco Central del Uruguay de amplias vinculaciones con la Unión. Flynn, tras ser jefe de una agencia militar, fue despedido en 2014 por graves acusaciones, pero se vinculó empresarialmente con Rusia y Turquía y ascendió tanto que en 2015 se sentó en la mesa de Vladimir Putin en una fiesta de gala. Nombrado por Trump en el importantísimo cargo de consejero de Seguridad Nacional, debió ser destituido apenas 24 días después por ocultar los contenidos de sus conversaciones con el influyente embajador ruso en EEUU. Todo indica que el fiscal especial tiene aún mucho camino por recorrer, por ejemplo, la investigación de supuestas evidencias de conductas impropias que habría tenido Trump en Moscú, las que serían utilizadas en una operación de chantaje -llamada Kompromat- por los servicios secretos rusos. Según el Times, “la operativa desarrollada por el Kremlin ha sido considerada por las agencias de inteligencia como “la mayor conocida hasta la fecha para interferir en la vida política de EEUU”. Dejando atrás estas realidades comenzó la gira de Trump.   Objetivos y realidades La gira tenía cuatro objetivos declarados: aumentar la disuasión sobre Corea del Norte, incrementar la presencia económica de EEUU en Asia mediante acuerdos bilaterales (la modalidad preferida por Trump), así como participar en las reuniones cumbres de Asean y APEC, dos organizaciones multilaterales asiáticas. Abarcó cinco países: Japón, Corea del Sur, China, Vietnam y Filipinas, y Trump pudo participar en la cumbre de APEC, en la que se entrevistó con Vladimir Putin. La gira, matrizada por la impronta de Donald Trump, quedará en la historia diplomática, geoestratégica y comercial de EEUU como uno de los más sonados fracasos, que ocurre, además, en el momento en que China Popular pide declaradamente pista como primera superpotencia global y la Rusia de Vladimir Putin (heredero confeso de la Unión Soviética, cuyo espacio aspira a reconstruir) interviene en diversas áreas del mundo. Trump comenzó sus reuniones con el emperador Akihito y con el primer ministro Shinzo Abe (a quien recibió dos veces en la residencia-hotel-casino de Mar-a-Lago, donde se gestionaron negocios de Ivanka Trump). El presidente de EEUU no tuvo mejor idea que elogiar al “gran pueblo guerrero de Japón” y hacer alarde del poderío militar estadounidense, lo cual sólo pudo aumentar la tensión con Corea del Norte y con China Popular. Insultó a Kim Jong-un llamándolo “enano  y gordo”, lo que es políticamente incorrecto en el mundo occidental. En China, Trump fue recibido por Xi Jinping con los mayores honores, y anunció triunfante la concreción de acuerdos comerciales y de inversión por US$ 300.000 millones, pero calificados observadores señalaron que los mismos estaban en curso antes de su viaje y aun antes de su asunción presidencial. Sin duda la instancia más significativa de la gira fue su participación en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, Asia-Pacific Economic Cooperation), que tuvo lugar en Da Nang, Vietnam, los días 10 y 11 noviembre. APEC es un foro  multilateral de países de la cuenca del Pacífico (la zona de mayor dinamismo y crecimiento económico mundial), creado en 1989 como mecanismo de cooperación y concertación económica a partir de la promoción del intercambio comercial . Se afirma que el PIB de las 21 naciones que la integran se acerca a 60% de la actividad global y que representa cerca de 50% del comercio mundial. ​ Actualmente la integran Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Indonesia, Japón, Corea del Sur, Malasia, Nueva Zelanda, Filipinas, Singapur, Tailandia, Estados Unidos, China, Hong Kong, Taiwán, México, Nueva Guinea, Perú, Rusia y Vietnam. Está pendiente el ingreso de numerosas naciones, entre ellas India, superpotencia emergente.   Los discursos opuestos de Trump y Xi En Vietnam, Xi Jinping, ungido como un virtual emperador en el XIX Congreso del Partido Comunista (PCCh), apareció nuevamente (como en el Foro de Davos) como el campeón del libre comercio y la cooperación global, en tanto Trump insistió en los acuerdos bilaterales y embistió contra los multilaterales, desconociendo las realidades geopolíticas y las tendencias irreversibles de la globalización. Henry Kissinger y Joseph Stiglitz (a pesar de que conocen mejor que nadie el “universo Trump”) no habrán podido evitar desesperarse al ver este enfrentamiento que expone a los ojos del mundo la nueva realidad de una China que avanza sin cortapisas, mientras EEUU se repliega en todos los frentes, comenzando por el del prestigio. Trump dialogó en Da Nang con Vladimir Putin, cometiendo una doble gaffe que seguramente integrará los expedientes del fiscal Mueller. Mientras por un lado aseguró que creía las afirmaciones del presidente ruso en el sentido de que “no tuvo injerencias en la elección norteamericana”, debió inmediatamente desdecirse, porque nuevas comunicaciones del FBI y de la “comunidad de inteligencia”, que dependen de él, reafirmaron en todos sus términos la existencia de la “trama rusa” y una eventual colusión entre los servicios de inteligencia rusos y altas figuras del Partido Republicano y del entorno más cercano de Trump, como Steve Bannon, los mencionados Manafort y Flynn, Jeff Sessions e incluso su yerno, Jared Kushner. Xi Jinping promovió en APEC su megaproyecto de alianza comercial (la Alianza Económica Integradora Regional, que excluye a EEUU), que suplantaría al TPP, abandonado por Trump, y que Japón y diez países más tratan de revivir, excluyendo a China. Para concluir a su manera una gira desastrosa, Trump no tuvo mejor idea que abrazarse en Manila con el presidente filipino Rodrigo Duterte, acusado de violar los derechos humanos, y que acaba de jactarse de haber cometido su primer crimen a los 16 años. Es famoso, entre muchas cosas, por haber insultado a Barack Obama y al papa Francisco entre otras personalidades mundiales. Con esta gira, Trump ha confirmado que su mandato lleva a EEUU a la decadencia total. Reiteramos la convicción de que los principales adversarios del presidente no son los medios de prensa, como él insiste, sino que deben estar en las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia de EEUU, que no deben poder tolerar un proceso surgido de un acuerdo espurio con Rusia, enemigo histórico de la Unión. El fiscal especial Robert Mueller va a tener muchas ayudas en su labor. Nos esperan “tiempos interesantes”, en el sentido chino de la frase.

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