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Con el Frente Amplio ha nacido una esperanza

Por Alberto Grille.

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Continuamos nuestra serie referida a las mentiras de El País sobre el Mides. Para poner un ejemplo, el matutino dice: “No está bien manipular las informaciones y las comparaciones. Por ejemplo, un analista y líder de opinión afín al gobierno dice que no solamente Uruguay tiene bajo porcentaje de población pobre, sino que además está mucho mejor que España, lo que es mentira”.

Evidentemente sí hubo un portavoz del gobierno que tuvo la idea de comparar Uruguay con España para hablar de bienestar social; no tuvo una idea feliz, pero es necesario hacer algunas puntualizaciones sobre las pretensiones analíticas del artículo que, en aras de pretender dar un velo científico a sus afirmaciones, comete imprecisiones de todo tipo que transforman el esfuerzo en un mamarracho tendencioso y de mala calidad.

Como decía María Elena Walsh en una muy linda canción llamada ‘Sapo Fierro’, “no es lo mismo ser profundo que haberse venido abajo”.

Comencemos hoy con la porquería Nº 1

El artículo del El País titulado ‘Pobreza aquí y en España’ señala: “Para fijar [la] sustancial mejora de esta década, la comparación de la inmensa mayoría de los analistas toma el punto de partida en 2004, cuando el INE estableció que la población pobre para el conjunto del país que vivía en ciudades de más de 5.000 habitantes, según su metodología de 2011, era de 39,9% del total. Pero además de esa comparación en el tiempo, el exceso de optimismo oficialista ha llegado a comparar nuestros índices con realidades internacionales”.

Comencemos con las precisiones: la metodología a la que refiere el artículo es 2006, no 2011, pero puede hacerse el ejercicio de utilizar la metodología 97 o la 2002 –esta última, entre los académicos, sospechosa de flojera– para ver que los indicadores de pobreza e indigencia van a mostrar exactamente la misma caída, e incluso se pueden usar indicadores de pobreza multidimensional elaborados por el Mides –mucho más exigentes– para mostrar la misma tendencia, por lo cual no parece que la frase que transmite el diario tenga otro sustento que la apelación a la desconfianza.

Y la consideración sobre por qué los analistas eligen el año 2004 como año de referencia sólo es planteable como tendenciosa para alguien que vive en un tupper, pues no se precisa ser muy científico para reconocer el aporte que ha hecho el neoliberalismo para que Uruguay tuviera un cambio de signo político en las elecciones de 2004.

El desastre económico y social de la gestión del partido de la oligarquía trajo un inevitable cambio de actitud en el pueblo uruguayo que habilitó la posibilidad del cambio político porque los resultados sociales de principios del siglo XXI quedarán en los libros de historia más allá del historiador.

El artículo continúa diciendo que “en estos años se ha escuchado a más de un analista y líder de opinión afín al gobierno señalar que no solamente Uruguay tiene ese bajo porcentaje de población pobre, sino que además está mucho mejor que España, por ejemplo, que presentaba en 2015 un 22,1% de su población en estado de ‘riesgo de pobreza’. Y a partir de allí, se agregan ditirambos varios que llevan incluso a señalar, por ejemplo, que como hemos progresado tanto en esta década, miles de extranjeros y compatriotas radicados en el exterior han decidido instalarse en Uruguay”.

Bueno, la verdad es que puede haber algún distraído que se haya entusiasmado con el progreso y se crea mudado de continente, lo cual es también un gran problema para la izquierda, pero esta idea de que el gobierno afirma estar mejor que España es un invento de mala calidad para permitirse hacer algunas otras apreciaciones que se tiene ganas de hacer con cierta licencia. O sea, inventamos un verso o exageramos una realidad para que constituya un argumento para poder atacarlo, una treta para engañar incautos con una ensalada de datos, cosas que dijo un “alguien” que luego son muchos y luego un gran héroe del diario El País (un periodista que escribe desde la neutralidad profesional) que aparece a poner las cosas en su lugar. En verdad, ¡una auténtica chantada!

El País continúa diciendo: “Vale la pena detenerse en esta gran mentira estadística que viene a batir el parche de la autocomplacencia izquierdista en el poder. Porque a poco que se analicen en detalle las cifras de un país y del otro, cualquiera se da cuenta de que la comparación siempre deja mejor parada a España que a Uruguay”.

Sigamos recordando sin distraernos que lo único que sostiene la oportunidad de este artículo es la idea de pegarle al gobierno desde sostener el supuesto de que la administración y sus líderes políticos sostienen su propia legitimación en una comparación con España, lo que es sólo un invento del El País.

Pero ahora empieza el proceso de encantamiento; sigan atentamente el razonamiento pues es fácil perderse en este entrevero construido con total intención.

Dice el rotativo: “¿Qué ingreso personal hay que percibir para situarse en Uruguay por debajo del umbral de pobreza según el INE? En 2016 y en Montevideo, unos $ 11.600 mensuales. ¿Qué ingreso personal hay que percibir para estar en la situación de ‘riesgo de pobreza’ en España? La cifra en euros llevada a pesos uruguayos es de unos $ 20.000 por mes. Es decir que si en España una persona percibe menos del equivalente a $ 20.000 pesos al mes, entonces está en ‘riesgo de pobreza’”.

Más allá del disparate del artículo como tal, la demostración del asunto, la esencia de la prueba, aunque la situación sea impostada, es ilustrativa. Para valorar la situación de pobreza en Uruguay se usa una línea de pobreza medida por ingresos y para valorar la situación de “riesgo de pobreza” –no de pobreza– en España, se usa otra. Las líneas de pobreza no son comparables siguiendo las metodologías nacionales ni siquiera en América Latina según nos explica el sociólogo Juan Pablo Labat, director de evaluación del Mides, pero además cuando la comparación es entre Europa y América, es directamente entre marcos conceptuales distintos.

La pobreza en Europa es una medida estimada a partir de comparación con los ingresos medianos de los hogares, mientras que la pobreza en Uruguay se estima en arreglo a la posibilidad de adquirir una canasta de bienes y desempeños sociales. Además, ambas medidas se comparan en el artículo del diario El País a través del tipo de cambio y no de la paridad de poderes de compra, como si los precios en un país y en el otro fueran los mismos.

Observamos entonces en la base de la misma prueba tres errores en una sola comparación, que es la que se usa para denunciar que “el otro” (el gobierno) está mintiendo, suponiendo que el mismo o sus representantes afirmaran lo que el El País quiere hacer creer que es una opinión oficial.

Luego de demostrar una vez más el modus operandi de esta empresa de imaginería social al servicio de la oligarquía vestida de periodismo, conviene conocer algunos datos que el periodismo debería informar, que son interesantes en la relación entre Uruguay y España y que pueden estar tras este producido malentendido

El asunto, a nuestro juicio importante, que vale la pena conocer es que al parecer el flujo neto migratorio de uruguayos y extranjeros viene cambiando su tendencia desde medidos de la década del 2000 para llegar a ser positivo sobre el año 2010 y por varios años, y volviendo a bajar, pero a estándares históricos, salvando la situación de eventual decrecimiento poblacional que llegó a producir la crisis de 2002. El saldo migratorio pasó de -32.000 personas (negativo) para 2002 a algo más de 4.000 (positivo) para 2009.

Los uruguayos que han retornado al país en los últimos años superan los 20.000 al año, siendo más que los que emigran en varios años. Esto además está acompañado de un crecimiento de migrantes extranjeros.

Una buena parte, tanto de los retornados como de los extranjeros, viene de España, en especial luego de la crisis de 2008. Aquello que los gobiernos neoliberales habían transformado en una ruta de fuga de compatriotas hoy es una ruta de intercambio más caracterizada por un equilibrio oscilante según las coyunturas que por una huida incierta del hogar.

Y esto no es una casualidad, esto es un síntoma mucho más importante y sustantivo que los artilugios seudotécnicos que usa el diario para esta comparación impostada. Esto habla de que aquella situación en la que las familias se desarmaban por la acción devastadora del neoliberalismo que defiende el diario El País, de aquellos trabajadores que se definían como excedentarios para un modelo de acumulación despiadado y descontrolado que declaró humanidad sobrante a casi la mitad de la población y que mató de hambre a la gente, conculcándole el futuro y produciendo una de las cosas más difíciles de producir en las dinámicas de las sociedades: el desarraigo de la tierra natal, la separación de las familias y la rotura del tejido social. ¡Eso se terminó!

El retorno de la esperanza de un futuro en la tierra natal, de la oportunidad de tener un proyecto de vida en el país, de reconstruir un sentido nacional, es un activo social recuperado. Eso es una gran derrota silenciada del neoliberalismo offshoring y de las oligarquías asociadas. Capaz que hasta podamos decirles a los jóvenes que no es necesario ni prudente pensar en irse porque aquí, en tu propio país ha nacido una esperanza.

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