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La ruta de la seda

¿Hecho en China? Sí, pero por robots

Por Daniel Barrios.

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Caras y Caretas Diario

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Este mes de mayo se cumplen dos años del lanzamiento del plan denominado Hecho en China 2025, diseñado para impulsar y reestructurar su industria de manera que se pase de una era de cantidad a una nueva era de calidad y eficiencia en la producción. De acuerdo a las metas trazada por las planificadores, para 2049, cuando se cumplan 100 años de la fundación de la República Popular, China será el líder mundial por delante de potencias como Alemania, Estados Unidos o Japón. El plan, el primero en absoluto de diez años de duración, consta de nueve tareas prioritarias y diez sectores principales, entre los cuales el más importante es la innovación tecnológica, y más precisamente la integración de las tecnologías de la información y la robótica a los procesos industriales. En otros términos, se trata de transformar la base industrial del país para orientarla hacia áreas más intensivas en tecnología y menos en mano de obra. Coincidiendo con el segundo aniversario de la puesta en marcha del plan, la prensa difundió que “en 2016 se instalaron en China 90.000 nuevos robots”, un tercio del total mundial y “30% más que el año anterior, lo que hace del gigante asiático el mercado de robótica con mayor crecimiento en el mundo; ya cuenta con más de con 800 fábricas que desarrollan robots industriales para las grandes empresas manufactureras y logísticas. “Este rápido desarrollo en China es único en la historia de la robótica”, señala un informe de la Federación Internacional de Robótica (IFR por sus siglas en inglés). “Nunca ha habido un crecimiento tan dinámico en tan corto período de tiempo en cualquier otro mercado”, indica el documento. En 2013, China se convirtió en el mayor mercado para robots industriales, sobrepasando a toda Europa Occidental, según la IFR. En 2015, las fábricas chinas compraron cerca de 67.000 robots, casi un cuarto de las ventas globales, y se prevé que la demanda se multiplique por más de dos en 2018, hasta 150.000 unidades al año. La automatización industrial se está desarrollando con la misma intensidad y notables resultados como lo están haciendo los trenes de alta velocidad y las energías renovables. El gran objetivo que se ha trazado el gobierno es dominar el mercado emergente de la inteligencia artificial. Para la GSMA, la organización que nuclea a las más importantes empresas de telefonía celular, China es hoy el mercado M2M (comunicación máquina-a-máquina) más grande del mundo, con 74 millones de conexiones de este tipo y también líder mundial en el desarrollo de la denominada “internet de las cosas”, la interconexión digital de objetos cotidianos con internet. Según los operadores del sector, los asistentes automatizados made in China podrán hacerlo todo, incluso fabricar un coche y conducirlo. Los pronósticos indican que dentro de los próximos diez años cada persona podrá tener diez robots, lo que, en caso de cumplirse, significará la presencia en China de cerca de 14.000 millones de robots de consumo familiar. Sin embargo, la transición hacia una economía “automatizada” será difícil dado que las empresas chinas están aún lejos tecnológicamente de los países más avanzados y muy por debajo de los índices de penetración en las fábricas. Al momento del lanzamiento del plan de acción, China contaba con sólo 49 robots por cada 10.000 empleados contra los 176 de Estados Unidos, 301 de Alemania y 531 de Corea del Sur, la Meca de la robotización industrial. El objetivo de Beijing es producir 100.000 robots industriales anualmente para 2020, alcanzando una densidad de 150 robots por cada 10.000 empleados. El tema es casi tan viejo como la invención de la máquina de vapor. Desde entonces la política y la Academia debaten sobre las consecuencias para la mano de obra empleada, de la mecanización de los procesos productivos, de cómo la máquina, gradual e inexorablemente, ha reemplazado el trabajo manual. Ya no se trata del motor patentado por el escocés James Watt en 1769, que transformó la energía térmica del vapor en energía mecánica. Hoy es la introducción de la inteligencia artificial en los procesos industriales la que exhuma la polémica entre los científicos y especialistas en economía del trabajo. La archifamosa London School of Economics argumenta que la inteligencia artificial en la industria (“prorrobots”) ayuda a aumentar la “productividad laboral, la productividad total de los factores y los salarios”. Este sería el caso de China donde la automatización es decisiva para el futuro de su modelo económico, para “la nueva normalidad” de su economía, cuyo motor principal ya no serán las exportaciones ni las megainversiones en infraestructura, sino el consumo y los servicios. La República Popular –cuya producción hasta ahora ha sido intensiva en mano de obra–, a consecuencia de la política del hijo único, ha visto disminuir la población de trabajadores de entre 15 y 59 años y, según Naciones Unidas, caerá a menos de 800 millones para 2050, luego de haber alcanzado un máximo de 900 millones en 2010. Sumado a ello, el costo de la hora media trabajada, salario más prestaciones, se ha más que duplicado como porcentaje de los salarios manufactureros en Estados Unidos, pasando de casi 30% en 2000 a 64% en 2015, según Boston Consulting Group. Estos aumentos en los salarios, sumado a la reducción de la población activa, hace que el país sea menos competitivo en costos de producción y como destino para las empresas extranjeras que ya comenzaron a emigrar a otros países como Vietnam y Tailandia.

En las antípodas de esta concepción, el físico mundialmente famoso Stephen Hawking no tiene dudas: “La robotización ha diezmado los puestos de trabajo en las fábricas y la inteligencia artificial agravará la desocupación de la clase media”.

Los números parecen darle razón. De acuerdo a un informe conjunto de la Universidad de Oxford y el Citibank de 2016, producto de la robotización peligran 47% de los empleos en Estados Unidos, 35% en Reino Unido, 57% en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y un alarmante 77% en el caso de China. En un artículo con predicciones presentado en el último World Economic Forum de Davos, el físico y cosmólogo inglés lanza un grito de alarma cuasi apocalíptico y sostiene que –junto con la superpoblación del planeta, el cambio climático y las epidemias– la automatización progresiva “representa el peligro más grande que hoy enfrenta la humanidad”. ¿Los robots son el anticristo de los tiempos por venir? ¿Estaremos a las puertas de Armagedón?

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