Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME

FOOTBALL BATTALIONS: SOLDADOS INGLESES VS ALEMANES

Historias de futbolistas en la Primera Guerra Mundial

¿Se imaginan a Rooney o Steven Gerrard en las trincheras combatiendo por el Ejército Británico? ¿A Özil, Klose o Podolski uniformados en las tropas alemanas? Hoy esto sería absurdo, pero hace cien años ni los futbolistas más famosos zafaron de la Primera Guerra Mundial.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

La rapidez con que se desató el conflicto bélico de 1914, y la disposición de un ejército no excesivamente numeroso, llevó al Reino Unido a poner en marcha una agresiva campaña de reclutamiento de voluntarios. Interesaban los varones entre 19 y 30 años, aunque el límite se amplió luego a los 35 y más allá. Y para aumentar el alistamiento se concibió una fórmula de consecuencias previsiblemente dramáticas: la creación de los “Batallones de Amigos”, que permitían que familiares, compañeros de trabajo o vecinos fueran enviados juntos a la guerra. Desde setiembre de 1914 a junio de 1916, el Reino Unido formó 643 batallones de este tipo. Los deportes no fueron una excepción; ya en el verano de 1914 se habían suspendido todas las ligas para favorecer el reclutamiento de los deportistas. Todas menos una, la de fútbol, la única profesional (desde 1880), la que más negocio producía y la que más seguidores concentraba. Debido a esta profesionalización, los jugadores de fútbol estaban vinculados a sus clubes por contratos de un año, y sólo en el caso de obtener el consentimiento de éstos quedaban liberados para alistarse en las Fuerzas Armadas, algo que no ocurrió, obviamente. Se abrió entonces un período de varios meses en que los ataques a los clubes, pero sobre todo a los futbolistas, fueron constantes. No obstante, la premisa de que el alistamiento era voluntario, desde los medios de comunicación, la política, el ejército e incluso la Iglesia, se hicieron llamamientos constantes a no permitir que los futbolistas fuesen ciudadanos privilegiados, y se los acusó de traidores, cobardes y “afeminados”. El batallón En Gran Bretaña, en 1914 y 1915 hubo campeonato –no sin críticas–, pero en 1916 se suspendió y muchos de esos futbolistas fueron llamados al frente de batalla. Hubo incluso un batallón formado únicamente por jugadores, el “Football Batallion”. El secretario general de la Federación Inglesa envió una carta a los clubes del sur del río Trent, comunicándoles que el War Office había decidido reclutar futbolistas profesionales. Las autoridades pretendían exprimir el poder de convocatoria de estas estrellas. En un inicio solamente se alistaron tres jugadores, pero a ellos les siguieron 600 hinchas bajo el reclamo de poder combatir codo a codo con sus ídolos. Ante tal éxito, la presión se redobló para que aumentara el reclutamiento de jugadores: en marzo de 1915, ya se habían unido al Batallón del Fútbol 122 jugadores, y a lo largo del conflicto llegaron a ser unos 2.000, entre poco conocidos y auténticas estrellas de todos los territorios que entonces componían el Reino Unido, y en ocasiones por equipos completos. Uno de los primeros en incorporarse fue Franklin Buckley, que en febrero de 1914 había debutado en la selección de Inglaterra. También se incorporaron Oliver y Bowler (Tottenham), Barnhather, Croydon, Foord y Krug (Chelsea), Pearson, Jonas, Hugall, McFadden, Dalrymplen y Henry Gibson (Clapton Orient), Ratcliff, Ford, Spittle, Houxton y Albert Butler (Arsenal), Wingrove, Durston y Pannifer (Queen’s Park Rangers), Roberts (Luton Town) y Tull (Northampton). Al mando se colocó el coronel Grantham, antiguo defensa del Munster. En total, unos 400 futbolistas entre profesionales y amateurs formaron un batallón cuya fundación fue apoyada por los presidentes de los principales equipos de Londres. Pero también pidieron garantías. Hayes Fishers, cabeza del Fulham, pidió un sistema de garantías y pensiones en caso de discapacidad o muerte de los jugadores en el campo de batalla. El 16 de enero de 1916, el “Football Battalion” llegó a primera línea del frente en la mortífera batalla del Somme (más de un millón de muertos entre ingleses y alemanes). Allí dejó la vida, entre otros, el teniente Evelyn Lintott, siete veces internacional con Inglaterra. El 18 de setiembre, el batallón sufrió un ataque con gas tóxico que causó la muerte a 14 soldados. Entre la víctimas aparece Walter Tull, jugador del Tottenham y considerado el primer oficial negro de un Ejército Británico, en el que no eran bien vistos los soldados de color. Sobrevivió a la carnicería del Somme, aunque sufrió fuertes fiebres. El 28 de marzo de 1918, Tull recibió la orden de atacar a los alemanes en Favreuil. Una bala alemana le alcanzó nada más iniciarse la ofensiva. Sus hombres, que le adoraban, trataron de recuperar su cuerpo, pero les fue imposible. Nunca se encontraron los restos de un delantero al que quisieron Arsenal y Rangers, y del que la prensa inglesa escribió que hizo el “partido perfecto” en un 2-2 contra el Manchester United. Los mandaron al muere Enviados inicialmente a una de las peores batallas de la Primera Guerra Mundial, las trincheras del Somme (Francia), la mayoría de ellos murió combatiendo o a consecuencia de las heridas (en los años treinta, unos 500 de los hombres que componían el Batallón del Fútbol habían muerto a consecuencia directa o indirecta del conflicto), y de los supervivientes prácticamente todos regresaron con secuelas tan graves que nunca pudieron volver a jugar. Muchos de ellos murieron; a otros los condecoraron. Caso muy diferente es el de Fred Pentland (dirigió, entre otros, al Atlético de Madrid, al Oviedo, y al Athletic de Bilbao con el que ganó dos Ligas y cuatro Copas). Pentland había sido fichado por la federación germana y se encontraba en Berlín cuando Londres entró en la guerra. Como la mayoría de los británicos, fue arrestado y recluido en un campo de concentración en Spandau (el káiser había propuesto un intercambio entre alemanes y británicos, pero nunca recibió respuesta). A los internos se les prohibió jugar al fútbol y cantar, pero con el tiempo se consiguió crear la Ruhleben Football Association y amenizar la estancia. Pentland abandonó Alemania en enero de 1919 con problemas de oído y de visión. Entre ingleses y alemanes Los pronósticos que decían que la guerra iba a durar como mucho unas semanas estaban en la basura. Habían pasado casi seis meses desde que fuera asesinado en Sarajevo el Archiduque Francisco Fernando, y 143 días desde que el 4 de agosto de 1914 Inglaterra abriera las hostilidades con Alemania. Las tropas británicas y las alemanas estaban bloqueadas en los campos helados de Francia. Era el día de Navidad, 25 de diciembre de 1914. Tras un intenso día de fuego, a las seis de la mañana se hizo el silencio. A las once, un soldado de trasmisiones inglés apareció en el puesto de mando con la cara descompuesta. Informó a los oficiales de que las trincheras se habían quedado vacías y que soldados ingleses y alemanes estaban en tierra de nadie celebrando la Navidad. Soldados de uno y otro lado abandonaron sus puestos, dejaron sus armas y se desearon feliz Navidad aun sabiendo que en pocas horas se iban a volver a masacrar. Los alemanes habían iluminado sus trincheras para darles un aspecto navideño y canciones de Navidad se mezclaron en inglés y alemán. Asombrados por lo que veían, los oficiales de uno y otro bando se unieron a sus hombres. Saludaron a sus enemigos, algunos recordaron tiempos en los que habían trabajado codo a codo, y se intercambiaron algún regalo (sobre todo tabaco, alcohol y algo de comida). Un alemán que había vivido en los Estados Unidos se convirtió en el traductor del encuentro. Todos comieron juntos. El oficial británico, un mayor perteneciente al Leicestershire Regiment, narra que el menú fue pudding, paté y de bebida ron y agua caliente para combatir el frío. El 1º de enero de 1915, el diario The Times publicaba el relato de un oficial de la Royal Air Force. El primer paso lo dieron los alemanes: “You English, why you don’t come out?”. Alguien le respondió “camarero”, porque al parecer los ingleses habían identificado en las líneas enemigas a un alemán que había trabajado en el hotel Savoy de Londres. Otro oficial, del cuerpo médico (RAMC), cuenta en el mismo ejemplar de The Times cómo las tropas cantaron juntas y que los alemanes no pusieron pega alguna a la hora de entonar el ‘God save the King’, el himno británico. Y tras las canciones y una botella de vino que nadie sabía cómo había aparecido, un soldado británico propuso una idea: un partido de fútbol entre Inglaterra y Alemania en pleno campo de batalla. La victoria fue para los ingleses por 3-2. La ‘fiesta’ acabó con intercambio de cigarrillos, brindis, con los dos bandos cantando ‘Noche de paz’ y un acuerdo entre los soldados alemanes e ingleses de no abrir fuegos antes de medianoche. Por unas horas dejaron las armas y tomaron la pelota de fútbol. Bendita pelota de fútbol.

***

La Ruhleben Football Association

Además de la música y el teatro, los deportes también jugaron un papel importante en la vida de los detenidos del campo de concentración en Spandau. Entre los detenidos había varios ex futbolistas profesionales incluyendo cuatro integrantes de la selección de Inglaterra (Fred Spiksley, Fred Pentland, Samuel Wolstenholme y Steve Bloomer), uno de Escocia (John Cameron), uno de Alemania (Edwin Dutton) y el también germano John Brearley, que jugaba en Tottenham Hotspur. La Asociación de Fútbol Ruhleben se formó con Pentland como presidente y Cameron como secretario. Las competiciones fueron organizadas y los equipos adoptaron nombres de clubes ya existentes como el Tottenham Hotspur y Oldham Athletic. El 2 de mayo 1915 la “XI Inglaterra” con Pentland, Wolstenholme, Brearley y Bloomer jugó un “XI Mundial” capitaneada por Cameron. Hacia el final de la guerra también se disputó un torneo triangular internacional llamado la “Copa de Aliados”, con un equipo británico, uno francés y otro de Bélgica.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO