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Jugando al monito con Lacalle Pou

Por Leandro Grille.

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Caras y Caretas Diario

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Llevar a cinco ministros juntos a la Cámara de Senadores para someterlos a un interrogatorio debe tener una explicación política. Sobre todo si el senador que interpela es el principal competidor del gobierno. Quizá dirán ahora que hicieron presentarse en régimen de Comisión General a Carolina Cosse, Eneida de León, Danilo Astori, Ernesto Murro y Víctor Rossi sólo para obtener información sobre el proyecto de inversión de la segunda planta de UPM o invocando el derecho a convocarlos que los asiste. Está bien. Va de suyo que cualquiera puede decir cualquier cosa, pero en un baile de estas características es difícil que un político avezado se meta -sólo- para informarse. Está más que claro que llevaron a los ministros para escenificar un combate entre un presidenciable que disputa la representación de la sociedad y una patota del gabinete gobernante. Los llevaron con la intención de propinarles una zurra, así que en esos términos vamos a analizar lo que ocurrió. Sin ingenuidades ni caer en las trampas del formalismo. El senador Luis Lacalle Pou hizo presentarse a medio gabinete como un milico en la comisaría.  Quería hacerlos pasar mal, arrinconarlos con preguntas difíciles, uno por uno, y salir de ahí convertido antes los medios en un prócer de la defensa de los intereses de la patria frente a la voracidad de una megacompañía internacional. Como objetivo subsidiario, quería exponer el entreguismo de los ministros y, por elevación, del presidente, dejando abierta la calle de la suspicacia para que en la sociedad crezca la desconfianza. Todo eso quería Lacalle Pou. Y para ello se armó de 67 preguntas. Cuatro preguntas generales, siete para Cosse, 32 para Rossi, 13 para Astori, seis para De León, y cinco para Murro. La predilección por preguntarle al ministro de Transporte y Obras Públicas dice algo de las obsesiones del interpelante: a Lacalle Pou le preocupan las inversiones en infraestructura que haría Uruguay como contraparte de la inversión finlandesa. De esas 32 preguntas, 12 versaron sobre el ferrocarril central. A Lacalle Pou le preocupa la conveniencia del tren, su factibilidad, el cronograma de ejecución de las obras, la licitación, las expropiaciones necesarias para el trazado de la vía y hasta los costos fijos de servicio y los costos de operación de la señalización y el control de tráfico. Miradas con ecuanimidad, más que preguntas sobre el ferrocarril son preguntas contra el ferrocarril. Un hondazo indagatorio para bajarle el copete a un soñador empedernido. Más que una batería de preguntas, una batería antiaérea. El experimento de someter a careo a cinco ministros en una sesión del Senado prometía un rato de estrellato para Lacalle Pou, pero terminó en paliza… para el interpelante. En mi opinión, dos factores coadyuvaron para este desenlace que, para fortuna de Lacalle Pou, los grandes medios no han amplificado lo suficiente. El primero es el tema: el líder blanco se solivianta contra la inversión productiva más grande de la historia nacional y, para colmo, se ensaña con el proyecto de ferrocarril central cuando las encuestas indican que el tren es la obra pública más anhelada por la ciudadanía; y el segundo motivo del fracaso está en la propia estrategia. Si en lugar de fragmentar al enemigo, vas a subirte al ring contra toda la tropa, es muy probable que termines con la cara llena de dedos. En orden de interrogados, la ministra Carolina Cosse lo sopapeó con el proyecto de inversión de UPM: la cantidad de puestos de trabajo que va a generar, el impacto que tendrá sobre el PIB de zona y sobre los ingresos de los trabajadores de esa región central de Uruguay que económicamente está más rezagada que el resto.  Además se metió en los detalles del proyecto, las inversiones en ciencia y tecnología, y despejó dudas sobre el acuerdo de compraventa de energía entre UTE y UPM. Ahí, además, dio clase la ingeniera Cosse analizando el precio acordado del excedente de energía de UPM, que es menor que el costo medio de los generadores privados, está por debajo del costo de la biomasa en la región y es inferior, de acuerdo a las simulaciones computacionales, al precio que representaría un “sobrecosto cero” en el abastecimiento de la demanda de UTE por los próximos 20 años. Al rato, Víctor Rossi fue categórico. Además de responder exhaustivamente la inquisitoria, le explicó a Lacalle Pou algo que este no quiere entender: el tren hay que hacerlo igual. Venga o no venga la segunda planta de UPM. Es una obra estratégica para nuestro país y es mucho mejor si se hace en el contexto de una gigantesca inversión productiva internacional, pero si eso no sale, el ferrocarril central tiene sentido de todas formas. Es la oportunidad de recuperar ese medio de transporte desmantelado entre blancos y colorados. Le explicó el asunto de las expropiaciones, que son de predios chicos y muy chicos, y cuyos montos de indemnización debe fijar, en última instancia, la Justicia. Otra paliza se la propinó Astori. Para los emergentes opositores es tentador polemizar con Astori, pero hay que ir preparado. Porque es un tipo que nació para eso. Para masacrarte con detalles, entre el razonamiento y el PowerPoint. Es más bien un desafío de posgrado y Lacalle Pou no es la primera vez que se le anima. Pero siempre le fue mal. Tiene el mismo récord que Pablo Cuevas contra Roger Federer. Astori le explicó el impacto económico del emprendimiento, lo que significaba para Uruguay, lo que implicaba una inversión de esa naturaleza en relación con la confiabilidad del país para otros posibles inversores. O sea, Astori se mete hasta en las consecuencias metafísicas de la inversión y Iafligiola aplaude. Para el postre quedaron Murro y Eneida. El trapo fue más académico y fue esclarecedor. Murro explicó los extremos del acuerdo laboral alcanzado con UPM y a Eneida le tocó abordar las preguntas sobre los estudios de impacto ambiental. Los dos son demasiado expertos en sus ámbitos de gestión y venían armados para el combate. La comisión terminó. Las preguntas fueron contestadas. Los ministros hicieron una conferencia de prensa y se fueron felices con su desempeño. Habían sido demoledores contra el más promocionado adversario, aunque no el más lúcido. Al otro día, la esperada contienda ni siquiera ocupó la primera plana de los diarios, algo que dice más que cualquier crónica sobre el resultado del partido.

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