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Raúl Sendic

Con la soga al cuello

Por Alberto Grille.

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Esta nota nunca hubiera querido escribirla. Va a ser muy breve. Yo aprecio a Raúl Sendic y quiero creer que saldrá ileso de las investigaciones judiciales y de los análisis que está haciendo el Tribunal de Conducta del Frente Amplio (FA) sobre los gastos que hiciera con la tarjeta de crédito corporativa que utilizó mientras fue presidente de Ancap. A juzgar por lo que dice la prensa y por las declaraciones públicas de dirigentes y grupos del FA, no puedo ser muy optimista al respecto. Sendic me parece buena gente, creo  que es honrado y creo en su inocencia, lo respeto intelectualmente y siento que es muy sincero en sus convicciones políticas. Estoy convencido de que se ha construido en torno a él una gran operación política que tiene el propósito de debilitar a un adversario y de destruir la credibilidad de los políticos, especialmente los del FA. Me imagino que muchos compañeros que han contribuido con esta operación lo han hecho con la mejor buena voluntad y otros lo han hecho inocentemente. No ignoro, sin embargo, que en ella ha participado, al menos, algún operador que ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Siguiéndoles los pasos es fácil reconstruir la estrategia de la infamia. Las trampas puestas en los alrededores de Sendic es innumerable. La fiesta de Ancap, la compra de petróleo y los contratos con la empresa Trafigura, los recursos que utilizó  en la campaña electoral, los camiones en que se transportó el cemento portland a Brasil, los perfumes que fabrica el ente petrolero, las inversiones exageradas, la exploración de petróleo, el fracking, el título de licenciado, sus renuncias no aceptadas, su amistad con Cuba y Venezuela, los viajes y los hoteles cinco estrellas, la tarjeta de crédito, la joyería y el colchón, su opción sexual, su estilo y sus maneras de responder; todos estos elementos han pasado a ser frecuentes en los espacios informativos de los canales de televisión, en el horario central, en la primera plana de los diarios y en los cuplés de las murgas que buscan la risa fácil. En semejante menú de opciones no es fácil saber en qué lugar está el error, en dónde el delito, en dónde la ingenuidad, el abuso o la falta de experiencia. Tampoco podemos saber si su defensa careció de estrategia, o si fue desbordado por las circunstancias, o si no estaba preparado para semejante embestida o si no fue capaz de evaluar la magnitud de sus actos. No recuerdo ningún otro personaje de la política que haya tenido que aclarar públicamente que no es chorro, que no es bobo, que no es un advenedizo, que no lo multaron por exceso de velocidad y que no es homosexual. Al día de hoy, parece evidente que en un clima de inquietud en las bases del FA y de cierto desconcierto en la militancia, Raúl Sendic es el auténtico chivo expiatorio, el personaje cuyo sacrificio es necesario para que volvamos a creer en algo. Hay que matar a Sendic para que, además de ser honestos, parezcamos más honestos todavía. A esta altura nos morimos por parecernos a la mujer del César, que andaba ocultando los amantes para que el emperador pudiera dormir tranquilo, aparecerse en el honorable senado sin evidenciar los cuernos y en tiempo real la plebe pudiera aplaudir a los leones sin vergüenza ni remordimientos mientras se comían a los esclavos. Hoy día, parece probado que los blancos recibieron información y asesoramiento de operadores frenteamplistas, que Búsqueda inventó que Mónica Xavier había revelado  que Sendic había comprado un colchón en Divino, que dos periodistas publicaron una biografía a pedido de una editorial extranjera para demoler al vicepresidente con suposiciones, especulaciones, falsedades y rumores sin elementos probatorios de ningún tipo. Es evidente que cuando la opinión pública asume que una persona corrupta, no hay argumento alguno que pueda torcer el prejuicio. Como esto es así, me temo que ya Sendic está condenado y sólo queda el fallo del Tribunal de Conducta, organismo que gozaba hasta ahora del respeto y la credibilidad de toda la fuerza política. Digo gozaba porque ahora tengo la certeza de que al menos uno de sus integrantes fue tan imprudente en sus comentarios que ha enturbiado la cristalinidad del arbitraje. Mientras era solamente la nota de Búsqueda, desmentida inmediatamente por el doctor Nicolás Grab, uno podía suponer que se trataba de una estrategia infame de tirar verde para recoger maduro. Pero luego la siguieron las declaraciones absolutamente inoportunas de Jaime Igorra (integrante de la Comisión de Conducta) al diario El País, continuaron con el pronunciamiento extemporáneo de la Vertiente Artiguista y de dirigentes socialistas, y siguieron con la nota de La Diaria del día miércoles, el pronunciamiento del Partido Demócrata Cristiano y las declaraciones de José Carlos Mahía, presidente de la Cámara de Diputados. Hasta el fiscal de Corte salió a matarlo por la prensa y, según trascendidos,el presidente del FA, el compañero Javier Miranda, parece ir recorriendo el espinel coordinando los detalles de la coreografía y los posibles escenarios en los que se procederá a colocar la silla eléctrica. El mismo Tabaré –siempre tan cauto y preciso en sus manifestaciones públicas–,  en ocasión de participar en un homenaje a Claudio Paolillo (que recibió un premio a sus méritos por la defensa de los derechos humanos), con una escueta y ambigua declaración, contribuyó a subir a Sendic al banquito sobre el que cuelga la cuerda.   Entre todas las declaraciones, lo que me impactó especialmente fue la nota de La Diaria, que reitera que su fuente de información es la propia Comisión de Ética. Y La Diaria no es Búsqueda. Sumado todo esto, parece claro que nunca una comisión de este tipo ha recibido tantas presiones, y que dentro del mencionado cuerpo hay, como mínimo, una persona que es, por lo menos, un imbécil. A partir de esto, cualquier resolución de la comisión es sospechosa, sea favorable o contraria a Sendic, pero, además, si la misma recomendara sanciones, difícilmente se lograrían los números suficientes para ratificar las penas propuestas en el Plenario Nacional. Conste que en ningún momento del último Plenario se logró un quórum de 140 miembros, los cuatro quintos necesarios para sancionar a Sendic. Esto, para la fuerza política, sería una verdadera catástrofe, y se dice –y no fue desmentido– que traería la renuncia de Javier Miranda a la presidencia del FA. Ahora bien, ¿qué hará Sendic? Me dicen que no renunciará y que continuará desempeñando su cargo de vicepresidente al frente del Senado hasta que haya un fallo de la Justicia o del Tribunal de Conducta. La posición de Raúl es por supuesto muy respetable, pero si me tocara a mí estar en una situación similar, yo renunciaría hoy mismo, sin evaluar las consecuencias, las conveniencias o las inconveniencias de tal actitud. Renunciar y callarse la boca, porque está claro que está siendo juzgado por un tribunal cuya incompetencia ha quedado en evidencia por las filtraciones. Cualquiera que sea el fallo, fatalmente está condenado. Yo renunciaría sin decir nada y que cada uno juzgue lo que quiera. ¿Qué tiene que hacer la Comisión de Ética? Apartarse y dar por terminado este lamentable episodio. Para mí, que tengo una gran estima por alguno de los integrantes, esta comisión, en su conjunto, no ha dado la talla. El tiempo permitirá, o tal vez permita, aclarar las cosas cuando la cuestión pueda analizarse sin prejuicios. Algunos de los protagonistas principales de esta infamia muy probablemente dentro de cinco años no estarán o estarán mirando el repollo del lado de la raíz. La gente entenderá dentro de poco tiempo que los blancos y los colorados, por más ladrones que sean, nunca se sometieron a una comisión de ética porque para ellos la ética es puro cuento. Nadie esperó, ni por joda, lo que decía la comisión de ética de los blancos sobre Lacalle, Julita, Braga, Cambón, Raffo y García Pintos. Tampoco supimos que resolvió la comisión de ética del Partido Colorado de Sanguinetti, Marchesano, Laguardia, Coutinho o Francisco Sanabria. Los frenteamplistas se someten al Tribunal de Ética para demostrar que son distintos y, lamentablemente, en esta oportunidad, una filtración en el tribunal demostró que no somos tan distintos. Dice mi padre que un solo traidor puede con mil valientes…   A decir verdad, me hubiera gustado saber que el compañero tuvo una conducta irreprochable tanto como hubiera lamentado que la conclusión final fuera la inversa y las pruebas fueran terminantes y acusaran a Sendic. Lamentablemente este proceso se ha ido enturbiando y parece no tener fin. En esas condiciones, yo, si fuera Sendic, me apartaría y apostaría a la solidaridad de quienes aún me creen, al calor de mi familia, a la imparcialidad de la Justicia y a la serenidad de mi conciencia. A fin de cuentas, en algo hay que creer para seguir viviendo.

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