Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME

Freud, Goebbels y McCarthy

Los bombardeos de Trump y el futuro

Es la “edad oscura”, los tiempos de Trump y Kim Jong-un, marcados por la incertidumbre. Un gesto de ellos podría llevar al mundo a una guerra termonuclear, mientras Xi Jinping y Vladimir Putin ponen la cuota de racionalidad. La reunión Trump-Xi cambió el escenario y ahora tenemos otra guerra fría. Pero acaso lo peor serían los cambios que el presidente de Estados Unidos introduciría en el escenario económico mundial.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Por Carlos Luppi

Mientras en distintos ámbitos (la Justicia, que en Estados Unidos (EEUU) actúa de oficio, el Partido Republicano que teme por su autodestrucción y, acaso, los servicios de inteligencia) seguramente se sigue tramitando la forma de provocar el impeachment o juicio político y las principales ciudades se ven anegadas de muchedumbres que reclaman furiosas que el presidente de EEUU presente su declaración de impuestos (como han hecho todos sus antecesores), Donald Trump cambió radicalmente su posición en materia internacional en la reunión celebrada con el presidente chino Xi Jinping en su resort privado para millonarios de Mar-a-Lago los días 6 y 7 de abril.

Hasta ese momento, el enemigo (en materia comercial, militar, de generación de empleo y monetaria) era China, al que iba a imponer aranceles de 35%; y el aliado era la Federación Rusa, el rival histórico de EEUU, a quien todos señalan por una posible intervención en la elección del 8 de noviembre, por las relaciones comerciales del círculo privado de Trump con la cúpula del Kremlin.

Sin duda los trabajos del Dr. Henry Kissinger, principal geoestratega republicano, los de los servicios de inteligencia y de las Fuerzas Armadas de EEUU deben haber convencido a Donald de la necesidad de ese cambio, dado el peso político, económico y militar de China, con la que la Unión mantiene desde 1979 una alianza sobre la que hoy reposa la estabilidad mundial.

Pero había otro factor más importante para el cambio: la intolerable acusación de cercanía y acaso subordinación con los herederos de la Unión Soviética, mucho más insoportable para el círculo republicano ultraconservador que rodea al primer mandatario. La sombra de un impeachment como el que derribó a Richard Nixon (las cartas estaban echadas y sólo su renuncia evitó que se hiciera realidad), seguramente lo convencieron de que debía dar un salto mortal en el aire.

Una pirueta como es esa no es algo que pueda asustar o avergonzar a Trump, cuya personalidad (caracterizada como psicótica en una carta abierta firmada por 35 psiquiatras prestigiosos de EEUU) ha sido capaz de los mayores desplantes jamás vistos en un presidente de EEUU.

En pocos días pasamos del enfrentamiento con China, del “EEUU necesita ganar guerras” y las amenazas directas a Corea del Norte, a enviar 59 misiles a Siria, país aliado de la Rusia de Vladimir Putin. El bombardeo fue convenido con Xi Jinping (que se abstuvo de condenarlo, como también a Siria, en el Consejo de Seguridad de la ONU) y avisado una hora antes al propio Vladimir Putin. Ambos, pues, permitieron el ataque mortal, como seguramente permitirían una acción concertada contra el Estado Islámico o ISIS, al que las tres potencias detestan, sobre todo porque no lo controlan.

En pocos días pasamos de “la madre de todas las bombas” y “del padre de todas las bombas”, de la alianza irrestricta con Rusia y la condena a China, a un escenario exactamente opuesto.

Ahora sólo resta que Kim Jong-un (que realizó el domingo pasado un desfile militar que aterrorizó al mundo, aunque falló en su nuevo intento de detonar un misil nuclear), se avenga a tranquilizarse, como le deben estar indicando sus protectores chinos. Es de desear que les haga caso, ya que se asegura que desconfía de ellos tanto como para haber ordenado el asesinato de su hermanastro, al que supuestamente Beijing quería poner en su lugar.

La voz de la cordura la trajo el canciller chino, quien advirtió en la ONU que “un conflicto nuclear no convendrá a nadie y perjudicará a todos”. Los misiles coreanos alcanzarían de inmediato a Corea del Sur y a Japón, por lo menos. ¿Y qué ocurriría si un misil llegara a EEUU?

Todo es posible en un juego de todos contra todos.

¿Cómo llegamos a esta situación?

Por primera vez, para comprender el tablero geoestratégico mundial y considerar sus posibles proyecciones, no debemos recurrir a Zbigniew Brzezinski, ni a Henry Kissinger ni a Noam Chomsky (ya no están Eric Hobsbawm, ni Zygmunt Bauman ni Giovanni Sartori), sino a Sigmund Freud, Joseph Goebbels y Joseph McCarthy.

En un artículo publicado en The New York Times el 23 de marzo pasado, titulado ‘El Emperador Trump está desnudo’, se señala que de no existir las falacias del actual presidente, comenzando por los mails falsos de Hillary Clinton y terminando por la increíble acusación al presidente Barack Obama de espiar su Trump Tower durante la campaña presidencial (lo cual fue desmentido ante el Congreso por James Comey, director del FBI), el hombre habría recurrido a otros métodos. “Trump parece un discípulo aplicado de Joseph Goebbels: miente que alguien se lo creerá. A mayor el desastre, mayor la fabulación, la provocación y la amenaza”. Señala a otros mentores: “Culpar a alguien más. Esquivar responsabilidades. Esas fueron las lecciones que le enseñaron sus principales mentores: su padre Fred y Roy Cohn, un abogado de la era McCarthy. Trump las aprendió a pies juntillas”. Pero la realidad se le vino encima: seis hombres claves en su campaña y gobierno –Paul Manafort, Roger Stone, Carter Page, Michael Flynn, Rex Tillerson, Jeff Sessions– tienen vínculos más o menos cercanos con la Rusia de Vladimir Putin. No un vecino, sino el hijo que lleva su nombre, Donald Trump Jr., admitió que su familia recibió dinero de los oligarcas de Moscú de manera “muy desproporcionada”.

Entonces seguramente Trump recordó que “ganar una guerra” es el mejor antídoto para toda culpa. Los generales que llevaron a Argentina a la desastrosa Guerra de Malvinas (de la cual el 14 de abril se conmemoraron 35 años) sabían que una guerra es el último recurso para ganar popularidad de los gobernantes que han perdido todo su prestigio.

En la prensa estadounidense casi hay acuerdo en que el ataque a Siria fue un recurso desesperado para evitar el juicio político y cambiar de enemigo, como seguramente le recomendó todo su Estado Mayor, del que fue separado Steve Bannon, el mayor estratega de extrema derecha de su entorno.

¿Y ahora qué?

La realidad se vuelve aun más increíble cuando vemos cifras: Corea del Norte (la cuasi monarquía del interminable desfile militar y los enormes y costosos misiles nucleares) tiene una superficie de 120.538 kilómetros cuadrados, una población de 25 millones de habitantes y un PIB de apenas US$ 40.000 millones a Paridad de Poderes de Compra, que se convierte en US$ 28.000 millones nominales. Su PIB per cápita es de US$ 2.400. Corea del Sur tiene una superficie de 99.720 kilómetros cuadrados, una población de 49,5 millones y un PIB de US$ 1.404.000 millones, que se transforman en casi dos billones (millones de millones de dólares) a Paridad de Poderes de Compra, con un PIB per cápita de US$ 27.633.

Pero Corea del Sur no puede ser aplastada. Primero porque acaso Kim desate un holocausto suicida, y segundo porque no lo quieren ni China ni Corea del Sur. Esta última porque debería hacerse cargo de la tragedia y de los refugiados, y la primera porque no podría tolerar una potencia regional importante, totalmente favorable a EEUU justamente a su lado.

Seguramente chinos y rusos convenzan a Corea del Norte y al presidente Trump de ser razonables.

Las cosas vuelven a su normalidad luego del encuentro entre Trump y Xi: China ha vuelto a ser el principal aliado de EEUU y Rusia sigue negociando con ambos. Que así sea.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO