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Los desencantados del Partido Nacional

Por Alberto Grille.

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Los medios masivos de comunicación, que son los verdaderos buques insignia de la campaña permanente de la derecha para que sus candidatos y partidos vuelvan al gobierno, difunden día y noche que el Frente Amplio (FA) está atravesado de conflictos, y que hay multitud de “desencantados” de esa fuerza política. Los desenamorados del FA son, según estos, multitud, y todos ellos parece que quieren irse para el centroderecha, en donde se ubican los pescadores de río revuelto. Las encuestas aportan “inteligencia” al mito y calculan cuántos son los desencantados y dónde tirar el anzuelo. Sobre estos habló Pompita en un acto político hace unos días, instando a los blancos a “capturarlos” como si fueran un botín de guerra. Lo que deberían saber, al menos los que se interesan en estas cosas, es que si bien hay  diferencias, desencantos y desesperanzas entre sectores, votantes y militantes del FA, en donde hay más líos hoy, y donde los conflictos son más crueles, es, como siempre, en el Partido Nacional (PN). En menos de una semana, dos intendentes blancos, dos posibles aspirantes a presidentes de ambos géneros, un diputado con mucho futuro y hasta dos primos míos me repitieron lo que dice casi toda la dirigencia blanca y que es un secreto a voces: “Con Luis [Lacalle Pou] no le ganamos la elección al FA ni cagando”. Las razones son diversas: “porque no está apto”, “porque no estudia”, “porque toca de oído”, “porque no trabaja”, “porque es un pituco”, “porque es macrista” o “por neoliberal”. Pompita Lacalle Pou sabe perfectamente esto (el concepto y sus repetidores) y por eso adelantó para junio de 2017 el comienzo de su campaña electoral con un acto del sector Aire Fresco (lista 404, la lista semioficial, manejada por su mano derecha y amigo inseparable, el diputado Martín Lema), cubierto ampliamente por El País como si hubiera sido la cumbre de Davos. Dice el mismo diario que hoy corre con la chapa de favorito. Pero como en la elección pasada se llevó un revolcón, cuando lo derrotó Tabaré Vázquez, no quiere perder tiempo y ordenó a su militancia trabajar en todos los rincones del país. Su receta es seducir y abrirles las puertas a los “desencantados con el FA”. Dice también que hace unos días hizo la cuenta de cuánto falta para el cambio de mando el 1° de marzo de 2020, día en que Pompita “se imagina recibiendo la banda presidencial de manos del líder del FA”, justo aquel que un día le dijo que sólo vendía “pompitas de jabón”. Lo que no dice El País, viejo ocultador de la verdad, es que en realidad el acto de Pompita no fue para captar votantes del FA, sino que adelantó los tiempos electorales  para ganarles de mano a sus numerosos contrincantes en la interna blanca, que está más complicada y más enemistada que nunca. Es que, como ha pasado muchas veces, los blancos están de líos, sabedores de que “con Luis no le ganamos al FA”; hoy hay cinco grupos importantes que le disputan la candidatura a sangre y fuego, muchos de los cuales no lo votarían en una eventual segunda vuelta. Que se entienda bien, hay unos cuantos blancos que piensan que van  a pelear en la primera vuelta para ser legisladores, pero que en el balotaje se van a hacer talón porque a Pompita no lo quieren, porque no esperan nada de él y porque están más cómodos negociando con un gobierno frenteamplista que con un herrerista neoliberal, pituco y que, además, se la cree. Un diputado blanco, de esos que andan a chuza y bola por el norte del río Negro, me dijo, pensando en Luis Alberto Lacalle: “El padre, al lado del hijo, es Keynes”. Hay que empezar diciendo que el propio sector Todos del PN, que él encabeza, tiene varios subgrupos, alguno de los cuales no sólo puede rebelarse llegado el caso, sino que está esperando francamente que pierda en 2019 para tomar el relevo y la candidatura presidencial. Todos está integrado por Aire Fresco (lista 404, su grupo íntimo); la poderosa y fierrera lista 71, que orientan Luis Alberto Heber, Jaime Trobo y Gustavo Penadés; el Espacio 40, de Javier García, y el subsector recientemente inaugurado por el ascendente intendente de Florida, Carlos Enciso, que pretende ser la “pata wilsonista” de una fracción que odia al último caudillo de los blancos hasta llegar al extremo de prohibir nombrarlo en la última elección. Hablemos claro. Este último grupo –el del Pájaro Enciso– se va por cuenta propia porque no tiene lugar entre los primeros cuatro varones al Senado. Ellos son: Luis Pompita Lacalle, Álvaro Delgado, el intendente de San José, José Luis Falero, y el médico pediatra Javier García. Porque así de terrenales son los odios dentro del PN. Además de las luchas intestinas en el doble sentido de la palabra, está el que separa a Todos de Juntos, el sector que orienta el senador Jorge Larrañaga, que se siente heredero del wilsonismo y que ya anunció que no volverá a ser candidato a la vicepresidencia, lo que en buen romance quiere decir que no va a volver a acompañar una fórmula liderada por Luis Lacalle Pou. Larrañaga siente que ya se comió más de  un sapo en la campaña electoral de 2014, en la que, exigido por sus intendentes, llevó en su lomo todo el peso de la competencia mientras Lacalle franeleaba con “la positiva”, y manifiesta expresamente que esta vez no hará el papel del “bobo” y que prefiere disputar la diputación de Paysandú que transportar en ancas a “semejante vago”. A Larrañaga lo acompañan, entre otros, Besozzi, exintendente de Soriano, Carlos Moreira, actual intendente de Colonia, Lafluf y Bertil Bentos, que fueran intendentes de Río Negro y Paysandú respectivamente.   “Plata… la tiré al viento por vos, coraje… me faltó para matarte, pero me sobró para quererte…” A estos dos clásicos precandidatos les apareció una tercera en discordia que viene con mucha plata y sobrado coraje. Es Verónica Alonso, inteligente, simpática,  atractiva y con los bolsillos llenos. Ella apuntará a la presidencia pero sabe que su destino está más cerca de ser número dos.  A la Negra la acompaña Pablo Iturralde, un wilsonista de Cerro Largo que hasta hace poco militaba con Botana, pero que ahora apoyaría a la senadora. Iturralde pretende ser el enganche de la Vero con los intendentes de Alianza Nacional, pero en realidad juega el papel de arrimarlos a todos ellos a la candidatura de Pompita. Una encuesta del grupo Radar devela que la senadora Alonso tiene un apoyo equivalente al de Larrañaga (que también anda recorriendo el interior sin estridencias) y a tan solo diez puntos de Pompita. Que conste que las encuestas son muy sensibles al dinero, muchos más que el público elector. La Vero cuenta con todos esos valores que mencionamos y además aparece más abierta al diálogo con el gobierno y con una fuerte estructura sostenida por un núcleo de pastores evangelistas. Aunque cuenta con el apoyo de Dios, tiene la contra que su trayectoria en el PN ha sido la de una nómade. Nunca se ha afincado en una tienda y eso despierta las suspicacias y la desconfianza de todos. En cuarto lugar, tenemos el grupo de los intendentes, un clásico de los blancos que se inició allá por 1995, encabezado entonces por Rodolfo Nin Novoa, y que hoy lidera el también jefe municipal de Cerro Largo, el economista Sergio Botana, heredero de las verdaderas huestes del Movimiento Nacional de Rocha. Lo acompañan la aguerrida Adriana Peña, de Lavalleja, el intendente de Soriano, Agustín Bascou, el de Maldonado, Enrique Antía, el de Tacuarembó, Eber Da Rosa (quien fuera el lóbulo izquierdo del cerebro de Larrañaga) y Dardo Sánchez, intendente de Treinta y Tres. En quinto lugar está el diputado Jorge Gandini, que fundó su propio movimiento nacional porque le tiene asquito a Pompita y cree que, tal vez, con Larrañaga tampoco tiene lugar. Finalmente tenemos al autodenominado grupo “Orejanos”, que lidera Juan Andrés Ramírez (h) y el exintendente de Rocha Irineu Riet Correa. Estos dos no quieren saber nada con el herrerismo, ni con el padre ni con la madre de Pompita. Como vemos, hay para elegir, ¿pero qué ideas tienen estas gentes?   La lucha por el wilsonismo perdido La semana pasada leí con estupor, no exento de cierta diversión, que el Espacio 40, que lidera el senador Javier García, perteneciente al megaespacio Todos, de Luis Alberto Alejandro Aparicio Lacalle Pou de Herrera Brito del Pino (Pompita), firme precandidato presidencial para 2019 del PN, realizó un llamado Congreso Ideológico Wilson Ferreira Aldunate, en el que expusieron, entre otros, el educador Fernando Filgueira, los ingenieros Juan Grompone y Miguel Brechner, conducidos por el empresario y representante de empresas extranjeras, el diputado Rodrigo Goñi. Todo el que entienda un mínimo de política sabe que un congreso llamado Wilson Ferreira Aldunate (nombre que fue prohibido mencionar en la propaganda del Partido Nacional por Pompita en las elecciones pasadas, como prueba del furioso rencor de la familia Lacalle contra el último caudillo del PN, y el único que alcanzó estatura nacional) es una mentira desde su nacimiento y solamente una picardía para atraer al redil herrero-aguerrondo-lacallista a los pocos votos wilsonistas que puedan sacarles a las otras opciones políticas, incluyendo el FA, que está lleno de wilsonistas verdaderos que dejaron el PN cuando este fue dominado por el neoliberalismo lacallista. Es lo mismo que intenta hacer, con gran astucia, por otro lado, el intendente de Florida, Carlos Enciso, quien acaba de estrenar “espacio nuevo” de filiación wilsonista y claras raíces en el interior, pero también dentro del megaespacio Todos, que lidera el muchacho de La Tahona, abanderado de los grandes terratenientes. Pero este “congreso ideológico nos deja muchas enseñanzas más, que debemos desmenuzar porque contiene las claves de lo que nos pasa y de lo que nos puede pasar. El programa del congreso dice que en el mismo iban a disertar el consultor de Unesco Guillermo Dura, el consultor de Cepal Daniel Martínez Cue y los ingenieros Juan Grompone (sobre Alternativas de desarrollo productivo y sustentable en el actual contexto global) y Miguel Brechner, director del Plan Ceibal (sobre Las tecnologías al servicio de la equidad, el aprendizaje y el desarrollo del capital humano). La pregunta que surge inmediatamente es: ¿qué pueden decirle los excelentes y probados talentos frenteamplistas Juan Grompone y Miguel Brechner a un auditorio de herrero-aguerrondo-lacallistas, neoliberales por definición y partidarios de “la patria agropecuaria”, las privatizaciones y la desaparición del rol del Estado en todo lo que se pueda, con el consiguiente aumento –buscado– del “ejército industrial de reserva” que baja los salarios y aumenta la desigualdad? ¿Qué pueden decirles que les sea de utilidad a Javier García, a Gustavo Penadés, a Jaime Trobo, a Pompita?   Las invitaciones a estos  intelectuales de la izquierda se inscribe en la estrategia de  arrebatar el botín y capturar a los frenteamplistas desencantados y ocultar los desencuentros en filas de los blancos que son cada vez más evidentes porque todos los días se expresan más y más pistas de la inocultable fragmentación. Pero también demuestran que los blancos no tienen mucho para decir ni para proponer. Pero pregunto más: ¿qué pueden decirles los partidos Colorado y Nacional a los uruguayos de hoy? En particular no pueden hablarle a nadie de wilsonismo. Yo, que conocí bastante a Wilson en tiempos tan difíciles como los del exilio, me consta que él defendió hasta su último aliento el proyecto de reforma agraria que hizo que le robaran dos elecciones, mientras que el actual liderazgo del PN quiere repartir tierra, pero en provecho propio. No otra cosa representa que los señores Antía, Álvaro Delgado y algún otro sean beneficiarios del Instituto Nacional de Colonización.   Los futuros posibles Si yo hubiera sido invitado a ese “congreso”, hubiera preguntado qué podemos esperar si ganan los blancos de Lacalle Pou en la próxima elección. Y ahí nomás yo me hubiera respondido: con el herrerismo sólo podemos esperar que se  reimplante el más crudo neoliberalismo y que se aplique una agenda similar a las de Mauricio Macri y Michel Temer: desregular el trabajo, bajar las retribuciones salariales y las jubilaciones, eliminar los programas sociales, extranjerizar la producción nacional y privatizar todo lo que puedan y, por supuesto, desmantelar el Plan Ceibal, como Macri desmanteló el Plan Conectar de una computadora por niño. Los partidos Nacional y Colorado son esto y nada más que esto. Y además les hubiera dicho que mejor busquen a los desencantados en su propio partido porque el gobierno del FA, del cual también yo estoy un poco desencantado en 12 años, ha combatido las consecuencias de la Crisis de 2002 provocada por colorados y blancos, ha hecho 75.000 operaciones de ojos, ha dado comida a los niños en las escuelas, ha disminuido la pobreza y casi eliminado la indigencia, ha universalizado el acceso a la enseñanza, ha elevado a los sectores sumergidos, ha convertido la salud en un derecho para todos los uruguayos, ha reconocido y garantizado los derechos de las minorías y promovido la igualdad de género, ha respetado los derechos humanos, ha mejorado las condiciones de vida de las capas medias y ha disminuido la desocupación . Sé mejor que muchos las cosas que no hicimos y los errores que cometimos. Sé las cosas que debimos hacer, y las que podemos hacer. Los uruguayos, alineándonos en un proyecto progresista y popular,  podemos hacer un país mejor, productivo y solidario. Los blancos y los colorados no pueden. No pueden porque están dominados por un neoliberalismo mezquino y rapaz. Porque abandonaron el batllismo y el wilsonismo. El Uruguay tiene futuro si se construye con todos, pero sobre todo con y para los más débiles. Ellos no pueden ofrecer nada más que privatizaciones, desigualdad y miseria. Saben cómo hacerlo y pueden volver a hacerlo.

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