Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME

FMI advierte riesgos del capitalismo

El mundo en peligro por una nueva crisis global

El mundo podría estar cerca de una tercera gran crisis de la economía capitalista como la de 1929. Lo dice el FMI en su Informe sobre la estabilidad financiera mundial y lo reitera en Perspectivas de la economía mundial: las medidas contra la Gran Recesión y las expectativas de Donald Trump crearon una burbuja bursátil que, de estallar, provocaría la tercera gran crisis capitalista. Krugman y Stiglitz ya lo habían anunciado. Mario Bergara se refirió al tema.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

En 2003, el entonces titular de la Reserva Federal, Alan Greenspan (1987-2006) era llamado el “gran maestro”, entre otras cosas por haber “solucionado” la crisis con la que se inauguró el primer gobierno de George W. Bush. Este debutó en enero de 2001, tras los ocho años de crecimiento ininterrumpido de Bill Clinton, con la explosión de la burbuja (alza anormal en los mercados accionarios, que termina estallando) de las empresas tecnológicas (o “punto.com”), que habían aumentado sus cotizaciones bursátiles muy por encima de los valores reales. Greenspan, nombrado en 1987 por Ronald Reagan, inyectó ingentes volúmenes de liquidez (a la vez que autorizó la proliferación de los denominados “derivados financieros” y redujo las regulaciones bancarias, su mayor error) que tras el fin de la crisis buscaron nuevos rumbos. En 2003 Paul Krugman escribió en The New York Times que “la gran corriente de liquidez liberada seguramente se dirigirá a los negocios inmobiliarios y puede crear una burbuja mayor que la anterior”. La construcción y venta de inmuebles aumentaron enormemente sus negocios; los grandes bancos, ahora desregulados, comenzaron a ofrecer créditos a quienes no podían solventarlos (entre ellos, los Ninjas, o sea, No income, no jobs, no assets, deudores sin ingresos, sin trabajo y sin activos), y así se generó la burbuja de las hipotecas subprime , que estalló en febrero de 2007 y provocó la Gran Recesión 2007-2010, la mayor desde la Gran Depresión de 1929 (y superior a esta, ya que fue verdaderamente global, en tanto que la otra no alcanzó a la Alemania nazi, ni a la URSS ni a regiones de Asia), cuyos efectos todavía perduran. ¿Podemos estar ante una tercera crisis mundial de esas características? Las condiciones están dadas por la “exuberancia irracional”, el aumento desmedido de las cotizaciones accionarias en las principales bolsas del mundo (que estaría señalando una burbuja), no sostenido en un crecimiento real de las principales economías, el exceso de liquidez y por la mayor desregulación del sector financiero y el proyecto de reforma fiscal que reduce drásticamente las tasas de los impuestos de las empresas propuestos por Donald Trump. Al lunes pasado, el Dow Jones se encontraba en 23.580 puntos (subió 28% en el último año), en tanto que el Nasdaq tocó los 6.405, y el índice ampliado S&P llegó a 2.601 puntos, valores que los principales observadores, como The Economist y The Wall Street Journal, sostienen que no son consistentes con las cifras de crecimiento e inflación, sino el resultado de un exceso de liquidez y de “expectativas desmesuradas, o bien de especulación”. Eso lo confirman Paul Krugman y Joseph Stiglitz, pero también el Fondo Monetario Internacional (FMI), definido por el segundo como “el síndico de los países desarrollados”, pero que desde setiembre de 2017 tiene como economista jefe y líder a Maurice Moses Obstfeld, Ph.D. del MIT, quien ha venido exponiendo la cruda realidad mundial en sus informes sobre Perspectivas de la Economía Mundial, escritos de su puño y letra, y sobre los cuales nos referiremos.   Los informes del FMI Como dice Woody Allen, “me interesa el futuro porque es el lugar donde voy a pasar el resto de mi vida”. Nuestras vidas y la de nuestros hijos, para bien o para mal, van a transcurrir en el marco del sistema o modo de producción capitalista, o de economía de mercado (definición correcta, porque los mercados, contra lo que dicen los neoliberales o dirigistas de derecha, distan de ser el lugar de encuentro perfecto y transparente entre la oferta y la demanda de bienes y servicios y están llenos de imperfecciones, abusos y vicios, como los monopolios y oligopolios de los grupos privilegiados, como bien lo previno Adam Smith en su gran obra La riqueza de las naciones). Es tarea vital conocer a fondo el funcionamiento del sistema o modo de producción capitalista (con sus modalidades singulares, como las de China Popular), para modificarlo en beneficio de la condición humana y de los más débiles y vulnerables, como hicieron John Maynard Keynes y muchos de sus seguidores, entre ellos los premios Nobel Paul Samuelson, James Tobin, Franco Modigliani, Robert Solow, los mencionados Stiglitz, Krugman y Obstfeld, y otros economistas influyentes como John K. Galbraith, Stanley Fischer, Ben Bernanke, Janet Yellen y Mario Draghi. El 18 de abril pasado se publicó el Informe sobre la estabilidad financiera mundial (Global Financial Stability Report, o informe GFSR), y el 10 de octubre, Perspectivas de la Economía Mundial, que señalan los riesgos. El primero, como es norma de hierro en el organismo multilateral, comienza con una afirmación general optimista: “La estabilidad financiera ha continuado afianzándose desde la pasada edición. La actividad económica ha cobrado ímpetu […] las tasas de interés a más largo plazo han subido, contribuyendo a las utilidades de bancos y empresas de seguros. El alza de los precios de muchos activos refleja un mayor optimismo en torno a las perspectivas. En EEUU, los mercados de acciones tocaron máximos históricos en marzo, empujados por inversionistas que abrigan expectativas de reforma tributaria, gasto en infraestructura y repliegue de la regulación financiera». (atención a este párrafo, N. de R.). O sea que todo bien, excepto que los mercados bursátiles tocaron máximos guiados por expectativas y no por fundamentos reales, lo que constituye el origen de las burbujas. A continuación se pregunta el FMI: “¿Se justifica tanto optimismo? Para alcanzar un nivel de crecimiento más alto y sustentar la mejora de las condiciones financieras, las autoridades tendrán que adoptar una constelación de políticas adecuada, que deben apuntar a: 1) reforzar la toma de riesgos económicos, especialmente en Estados Unidos [EEUU], a través de medidas que estimulen el producto potencial, promuevan la inversión empresarial y eviten riesgos para la estabilidad financiera; 2) subsanar los desequilibrios internos y externos para incrementar la fortaleza de las economías de mercados emergentes; y 3) responder de manera más proactiva a las cuestiones estructurales de larga data que se plantean en los sistemas bancarios europeos”. O sea que el optimismo no se justifica de ningún modo, sino que hay que tomar medidas graves y urgentes. Pero ya libre de las ataduras diplomáticas de los organismos multilaterales, el Obstfeld habla claramente: “La incertidumbre en torno a las políticas constituye un riesgo a la baja crítico. La gran incertidumbre que rodea a las políticas y a la política en el mundo entero genera nuevos riesgos para la estabilidad financiera. En EEUU, si las reformas tributarias y la desregulación anunciadas generan trayectorias de crecimiento y de deuda menos favorables que lo esperado, las primas por riesgo y la volatilidad podrían dispararse, comprometiendo la estabilidad financiera. Un giro hacia el proteccionismo en las economías avanzadas podría enfriar el crecimiento y el comercio mundiales, entorpecer los flujos de capital y empañar el optimismo de los mercados. En Europa, las tensiones políticas, sumadas a la falta de avance de los esfuerzos por corregir los problemas estructurales de los sistemas bancarios y a los elevados niveles de endeudamiento podrían reavivar las inquietudes en torno a la estabilidad financiera. La posibilidad de un repliegue generalizado de las regulaciones financieras -o la pérdida de cooperación internacional- podría contrarrestar los avances logrados con tanto esfuerzo en el ámbito de la estabilidad financiera. Hasta el momento, los mercados han adoptado una actitud relativamente despreocupada ante estos riesgos a la baja”. En el punto siguiente, el FMI se pregunta si “¿Poseen las empresas estadounidenses la fuerza suficiente para acelerar la expansión sin generar riesgos?” y señala que “los activos de las empresas con una capacidad de servicio de la deuda particularmente baja podrían ascender a cerca de cuatro billones de dólares, casi una cuarta parte de los activos empresariales en cuestión”. También afirma que “las economías de mercados emergentes enfrentan momentos difíciles en los mercados mundiales” y explica que “se prevé que su crecimiento continuará afianzándose gracias al avance de los exportadores de materias primas […] Aun así, los riesgos globales para la estabilidad financiera siguen siendo elevados, ya que la incertidumbre que rodea a las medidas de política y a la situación política a nivel mundial está abriendo nuevos canales de transmisión de efectos de contagio negativos”. Como dato sumamente preocupante, señala que “China enfrenta crecientes riesgos para la estabilidad financiera, dado que el crédito continúa su rápido ascenso. Los activos bancarios representan ahora más del triple del PIB nacional, y otras instituciones financieras no bancarias también han incrementado su exposición crediticia. Muchas instituciones financieras mantienen una dependencia excesiva del financiamiento mayorista, con considerables desequilibrios entre activos y pasivos y elevados riesgos de liquidez y de crédito. La turbulencia que experimentaron hace poco los mercados de dinero ilustra las vulnerabilidades que persisten en el sistema chino, que es cada vez más grande, opaco e interconectado”. El FMI da recomendaciones a EEUU (evitar el aislacionismo, aumentar las regulaciones y atenuar los riesgos en las inversiones, o sea, los mercados bursátiles); elogia las medidas tomadas en Europa (refiriéndose al Banco Central Europeo, BCE), y en los países emergentes aconseja enfatizar el control financiero, particularmente en China, y “prepararse para afrontar condiciones financieras externas más difíciles”, aludiendo, sin duda, a la suba de tasas en EEUU. Cabe recordar que EEUU abandonó en 2014 el Quantitative easing (la compra masiva de bonos) y está subiendo las tasas, mientras el BCE de Mario Draghi mantiene el QE y las tasas en valores nulos. La conclusión final del informe (contrariando una trayectoria de décadas del FMI, siempre recomendando desregulación y apertura indiscriminada a los países del Tercer Mundo, eufemísticamente llamados “emergentes”) enfatiza en que “el programa de reforma que se puso en marcha después de la crisis ha afianzado la supervisión del sistema financiero, incrementado los márgenes de capital y liquidez individuales de las instituciones y ha reforzado la cooperación entre los reguladores. Toda propuesta de repliegue de la regulación debe ser estudiada con precaución […] Aunque hay margen para evaluar el impacto y las consecuencias imprevistas de las reformas, eso no debería echar atrás las amplias mejoras logradas, que imprimieron más fortaleza al sistema financiero internacional”. El informe Perspectivas de la economía mundial, de octubre de 2017, confirma estas afirmaciones al señalar que “el repunte cíclico mundial que empezó a mediados de 2016 continúa cobrando fuerza […]”, pero que “sobre la recuperación también se ciernen riesgos graves. Los mercados financieros que hacen caso omiso de estos riesgos son susceptibles a perturbadoras alteraciones de los precios, y están enviando mensajes equívocos a las autoridades de política económica”. Continúa, pues, abogando por la regulación del sector financiero. El FMI contradice toda su trayectoria anterior y a Donald Trump. Es un acontecimiento histórico muy destacable, tanto como que esté implícitamente advirtiendo sobre la posibilidad de una tercera crisis global.

Mario Bergara señaló peligro de burbuja
En el marco de las XXXII Jornadas anuales de economía que se realizaron en el Banco Central a principios de noviembre, en el marco de la conmemoración del 50º aniversario de la institución y en presencia de los expresidentes Enrique Iglesias y Ricardo Pascale, el presidente del BCU, Mario Bergara, sostuvo que se observan señales en la economía mundial que estarían anticipando graves problemas si no se toman las medidas regulatorias necesarias. Se refirió frontalmente al tema y hasta ahora es el único funcionario o político que ha hecho referencia al mismo con la gravedad que el tema reviste. “Las economías desarrolladas tienen un crecimiento tibio, pero en el terreno financiero las bolsas están en niveles récord. Esa es una cuestión que obliga a prestar atención y estar preocupados porque esa exuberancia puede ser reflejo de burbujas financieras, de una liquidez excesiva de los mercados, o reflejo de especulación”, afirmó. Agregó que “sabemos que puede ser el germen de problemas de explosión de mercados financieros que después traen consecuencias en el terreno productivo y social”. El titular de la autoridad monetaria sostuvo que “hay que mirar con atención lo que está pasando en los mercados financieros internacionales porque de no suavizar esa evolución y de no tomar los recaudos regulatorios para que esa exuberancia se suavice, tenemos que pensar que puede haber problemas en el futuro como [los que] ya vivió el mundo en 2008, cuando la crisis fue enorme”. Bergara manifestó su confianza en que en el mundo “haya habido aprendizajes de lo que sucedió en EEUU y después en Europa”, y que provocó la crisis económica global más reciente. Afirmó que, al igual que entonces, Uruguay tiene una plataforma para “afrontar los posibles riesgos” de manera “muy razonable”. “Uruguay sigue muy bien preparado y creo que, aunque haya problemas serios a nivel de los mercados financieros internacionales, los impactos van a ser manejables porque hay aprendizaje”, afirmó. Señaló que se están “evaluando esos riesgos y nos preparamos para mitigar vulnerabilidades” que pudieran ocasionarse. “Hemos mostrado lo que se puede hacer para que los impactos de un problema muy grande en el terreno financiero global se expresen lo menos posible en las finanzas, la economía y la sociedad uruguaya. Tuvimos la experiencia de 2008 y 2009, cuando el crack internacional fue enorme y, sin embargo, los impactos locales fueron muy moderados”, afirmó, aunque señaló que “no vivimos fuera del mundo” y que en una eventual crisis global “es imposible no ver afectaciones en los flujos de capitales, los flujos comerciales o las condiciones financieras”.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO