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Quién es quién en el Senado nacional: El hemiciclo de los “pesos pesados”

Fieles al libreto, la presidenta del Senado junto al secretario darán comienzo a la sesión informando de los asuntos entrados, licencias y faltas, alguna respuesta a algún pedido de informe, y una vez terminado este solemne y formal “acto administrativo”, comenzará con el primer punto del día el Parlamento de los “pesos pesados” del Poder Legislativo, la flor y nata de los partidos políticos.

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Por Ricardo Pose   Partidos políticos con representación en el Parlamento, que en el Senado, por obra y gracia de la usurpación de bancas, pasaron de cuatro a cinco. Una atmósfera escolar envuelve el ambiente cuando para asegurar el quórum se debe convocar una y otra vez, con chicharra molesta y persistente que aturde los despachos, convocando a “los señores legisladores a ingresar a sala”. Los saludos cordiales mas allá de las divisas -de última esto es casi un lugar de trabajo donde se debe convivir-, algún pase de factura por algún comentario en la prensa o en un acto político subido de tono sobre el adversario, algunos vaticinios sobre la suerte de la sesión, la preocupación constante por cuándo finalizará si la sesión coincide con algún partido de fútbol de la selección o un clásico, demoran el ingreso a sala. Antes de llegar a ubicarse, alguna miradita a las barras, con la esperanza de que algún día estas vuelvan a estar ocupadas; mientras, los discursos quedarán estampados en las actas, en las versiones taquigráficas y en los dispositivos de algunos internautas que dispongan de tiempo para seguir la sesión por internet desde las nueve de la mañana en días laborales.   Los de verba floreada De los 31 senadores, todos tienen matices en su actuación; la nota la dan, justamente en un Parlamento, lo de verba más floreada, los que se sumergen hasta los límites del reglamento en interminables debates, a pesar de ya conocerse el resultado final. Jorge Larrañaga es uno de ellos; en sus encendidos discursos de tono grave y por momentos inaudibles, el exintendente sanducero no se percata de que ya dejó de ser la oposición, en su partido, a un gobierno de coalición con el Partido Colorado en el Ejecutivo, cuando su parla rendía políticamente o podía sostener un perfil distanciado con Lacalle padre sentado en una banca. Ahora, en la ambigüedad de no ser ni una cosa ni otra en la interna del Partido Nacional, sus palabras sin utilidad, al menos, quedarán graficadas para la posteridad con logo parlamentario. Luis Lacalle, en las pocas ocasiones que se permite asistir a las sesiones (el muchachito está para cosas más importantes) prolonga en sala lo que dijo en la prensa, como si le hubiera quedado en el tintero algo del tema que fue consultado. Si esa suerte de posdata de sus reportajes coincide con el tema que se discute en sala, calza a la perfección. De lo contrario la mesa advertirá que está “fuera de tema”, mientras herreristas y wilsonistas expresarán su vergüenza ajena en oportunas idas al baño o al despacho, hablando entre ellos, hundiéndose en las poltronas.   El médico pediatra (sic) Javier García es el “barrabrava” de la bancada; no aportará una sola idea, pero se esmerará, con la ayuda de su fenotipo, en convertirse en el Sr. Burns criollo, en arremeter agresivamente contra el oficialismo así estos voten una declaración de “apoyo a las Carmelitas descalzas”. Comparado con su suplente, el empresario agrícola Sebastián Da Silva, es un niño de pecho(del cual nunca sería su propio pediatra). Da Silva (que cuzco se perdió Germán), nunca sabremos si con anuencia de su bancada o no, es el encargado del trabajo sucio, embarrar la cancha, patear el tablero; pituco rural, de lengua como fusta, al que por suerte los legisladores del oficialismo han aprendido a no responder en sus provocaciones. El veterinario Álvaro Delgado hace un ejercicio discursivo admirable; como coordinador de bancada debe equilibrar lo acordado entre los partidos con las salidas de tonos de sus correligionarios y tomarse licencia para explayarse sobre su propia opinión. El hombre suda. Alberto Heber es por lejos y por permanencia el político de fuste; usará todos los recursos de la retórica, ácido, punzante, astuto, irónico. No es un polemista para advenedizos a la política ni para quienes sólo manejen consignas. Sus ocurrentes mechas, surgidas del obsesivo revolver de su cafecito y tono intenso de voz, es de las pocas intervenciones que quiebran el letargo senatorial, despierta los parpadeos largos, concita la atención. Pedro Bordaberry alterna sus intervenciones entre consultas al reglamento del Senado, los tuits y sus anotaciones; se le debe reconocer el reflejo profesional de no llegar nunca improvisado a sala, asesorado por su equipo en forma constante; se permite el uso de alguna ironía, casuales estridentes intervenciones, siempre en tono paternal, sugerente, aleccionador, un imperativo consejo, un llamado de atención, como no podía ser de otra manera: los legados de la sangre. ¡Hora del recreo! Del afloje, de ir a evacuar urgencias controladas al baño, recibir novedades del despacho, terminar una charla con algún correligionario, detallar algún punto de la coordinación interpartidaria, permitirse algún breve pestañeo. Está en el uso de la palabra el senador Pablo Mieres, “ingeniero de un puente entre la oposición y el oficialismo” que nunca construyó, ni siquiera “cabecera de puente de la oposición”, de tono académico, monótono, insulso, integrante como delegado de algunas comisiones tal cual premio consuelo, remando intensamente para marcar ese perfil indefinido, abstencionista en la política uruguaya. El floricultor José Mujica, único expresidente en el Senado, se ha dedicado a intervenciones oportunas, perfilando un profundo sentido republicano, en tono pausado, casi rumiando las palabras, últimamente debiendo aclarar actos de su gestión de gobierno. El silencio sigue reinando cuando hace uso de la palabra; obliga a todos, al menos a los políticamente correctos, a escuchar bien sus fundamentos para, quizás, lograr contrarrestar al menos con sentido común. Rafael Michelini es el rebatidor por excelencia de la bancada oficialista; en duelos verbales que ya son una institución en el cuerpo con Heber y Bordaberry, mixtura la pasión con los fundamentos. La misma pasión con la que a veces ha fundamentado proyectos del oficialismo con los que no estaba de acuerdo. Generador, a veces, de las iras dormidas de la oposición y el incitador de debates interminables, aunque se acordará de no polemizar teniendo los votos. Daniela Payssé, sin perder la compostura, permitiéndose algún gesto impetuoso, es la más confrontativa con la oposición y la que fundamenta oportunamente; de las pocas legisladoras que se ha permitido el uso de otras expresiones para sus fundamentos, como aquella proyección del contundente audiovisual de la murga Agarrate Catalina sobre la violencia. Yerú Pardiñas, senador suplente por el Partido Socialista, deja expresar todo su perfil arachán, aguerrido y confrontativo como toda la política de Cerro Largo. Daisy Tourné, al fin y al principio profesora de declamación, actriz y maestra, no puede escapar a su impronta a la hora de sus intervenciones. El exministro de Transporte Enrique Pintado tiende a un discurso reflexivo, no exento de ciertas ironías y humor, amenazando con que en sus licencias su banca sea ocupada por el veterano exlegislador Carlos Baráibar, que para terror de propios y ajenos cargará la atmósfera aletargada del Senado con un “espeso jarabe” de fundamentaciones y recuerdos de su actuación parlamentaria, capaz de exasperar a un monje budista. Marcos Otheguy, desde una postura firme y respetuosa, es otro de los que participan frecuentemente en los debates. El veterano dirigente comunista y sindical Juan Castillo, ramplense, del Cerro, ha venido a sumar contenido al debate parlamentario, dándole el vuelo que achata la oposición y el discurso políticamente correcto, con la capacidad, agudeza e ingenio inherentes a su extracción militante. Académica, contundente, polemista, sosteniendo finalmente algunas razones con las cuales ha marcado públicas diferencias a la interna de la bancada del Frente Amplio, Constanza Moreira. En esta lista estuvieron el caballero metódico y republicano Ernesto Agazzi y, casi como una “topadora” metodológica pero fundada, el otro ingeniero agrónomo, Andrés Berterreche.   Oportunos y medidos Hace uso de la palabra para fundamentar proyectos o para, en algún debate, señalar algún matiz o puntualizar alguna intervención, un pelotón variopinto de legisladores, entre los que se encuentran Lucía Topolansky, Mónica Xavier, Ivonne Passada, José Amorín, Carlos Camy, José Carlos Cardoso (intenso polemista antes de su accidente), Leonardo De León, Guillermo Besozzi, Ruben Martínez Huelmo, los benjamines Patricia Ayala, Daniel Garin y Charles Carrera.   Micrófonos, tazas, vasos y… adornos Como no sabiendo muy bien qué hacer con la banca obtenida, el cambiador de tienda Daniel Bianchi; sus pocas intervenciones en sala las ha llevado a cabo leyendo un texto (siempre a destiempo de los debates), leído con la misma seriedad y nerviosismo de un escolar en acto patrio. Acaso, para compasión del cuerpo, un inoportuno destaque de perfil del nuevo partido, sin gente. El exintendente salteño Germán Coitinho, como perdido en la capital, siempre de sonrisa dispuesta y saludo cordial, expresando involuntariamente las incomodidades de las contradicciones internas de su partido. Carol Aviaga y Verónica Alonso, por lejos las damas más coquetas del recinto, debe ser su único rol el de fusible necesario para habilitar con sus licencias la presencia de otros legisladores. Como recién llegadas de la peluquería, demostrando en su yunta las dificultades del Partido Nacional para cumplir con la ley de cuotas, se remiten a breves intervenciones o periódicas “medias horas previas”, única oportunidad de conocer su voz en el recinto. Con el diario del lunes, viendo la performance de este último grupo, seguramente Ope Pasquet y Gustavo Penadés merecían seguir entre los “pesados”.  

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