Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME

San Sendic

Por Leandro Grille.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Es difícil referirse a un fallo que nadie leyó, pero que todo el mundo conoce. Ya se sabe que es negativo para Raúl Sendic, aunque no lapidario. Se conoce que la decisión fue dividida. E incluso palabras textuales del contenido del pronunciamiento cargadas de valor. De acuerdo a lo que ha trascendido, en la sentencia del Tribunal de Conducta Política (TCP) se acusa a Raúl Sendic de hacer un uso “indebido e inapropiado” de las tarjetas corporativas, y por otros lados se dice que el fallo le estampa  el estigma de la “desviación”. Sobre los datos concretos que maneja el fallo se ha filtrado menos, pero algunas fuentes afirman que el tribunal funda su resolución en que encontró entre el dinero gastado con las tarjetas de Ancap y los montos efectivamente rendidos o reembolsados una diferencia que suma algo menos de 5.000 pesos por año a lo largo de su desempeño como jerarca de la petrolera. Si es así, más allá de la conducta siempre cuestionable cuando las cosas no suman cero, el Frente Amplio deberá analizar con mucho detalle la correspondencia entre la inconducta aducida y el mote que se le cuelga, porque si bien la corrupción no es un asunto meramente de montos, tampoco es lo mismo una inconsistencia que el robo de 800 millones de dólares. Y cabe recordar que a Raúl Sendic se lo ha acusado de muchísimas cosas en un ejercicio de bullying nacional, al que él también contribuyó, sobre todo con el asunto del título, pero que se extendió a todos los planos de su vida pública y privada, por obra y gracia de factores internos de la propia izquierda más la siempre acechante banda organizada de medios y opositores. Aunque el fallo del TCP es sólo un insumo para el Plenario del Frente Amplio, no es un documento más. Es el producto del trabajo de un grupo de personas de muchísimo prestigio, elegidos por consenso, e intachables en su conducta a lo largo de una vida de militancia. Son referentes éticos de la izquierda y, por cierto, sólo el Frente Amplio tiene algo parecido, un comité de notables dispuesto a evaluar la corrección de los actos incluso del más encumbrado de sus militantes Con todo y más allá de la estatura política y ética de los miembros del tribunal, el pronunciamiento también es opinable. Según se mire, puede ser sólido o puede estar flojo de papeles. A la luz de la opinión de cualquier cristiano, puede ser demasiado severo para lo que prueba o demasiado indulgente para lo que encuentra. Hay que leerlo. Con detenimiento, y no sólo en sus conclusiones. También en sus considerandos, en los elementos que aporta, en la información que revela, en las apreciaciones que ensaya. Lamentablemente, desde días antes de que el presidente del FA recibiera el resultado del trabajo del TCP, ya se habían producido filtraciones que lesionan mucho los derechos del investigado y la credibilidad del propio tribunal. Alguien que accedió al trabajo del TCP, quizá alguien del propio TCP, habló con la prensa. Tal vez de forma inadvertida, pero siempre a través de los mismos medios. No fue sólo una vez. Sendic tiene derecho a sentirse agraviado por las filtraciones y tiene derecho a desconfiar de la ecuanimidad del tribunal. Si fuera un juicio, tendría derecho a la recusación y a solicitar la nulidad del fallo. Pero eso es harina de otro costal, porque esto no es un juicio: es la evaluación de la conducta política de un frenteamplista. Hay sectores que, estimulados por las filtraciones, antes de que el tribunal hubiese concluido su trabajo ya estaban pidiendo la cabeza de Raúl Sendic de modo más o menos abierto. No podía ser del todo explícito, porque no podían soslayar que el fallo no se había producido o por lo menos no había sido entregado a Javier Miranda. No sé lo que debe hacer Sendic ante la resolución. No se si debe renunciar o combatir. O ambas cosas, aunque debe tener en cuenta siempre que la posibilidad de combate después de la renuncia es mínima. Recuerdo bien cuando renunció a su banca Leonardo Nicolini y fue posteriormente absuelto por el comité de ética del MPP, por el TCP y por la Justicia. Sin embargo, tras su renuncia desapareció de las portadas y el tema pasó a mejor vida. Mucha gente puede haber quedado con la idea de que el hombre fue condenado, cuando logró probar su inocencia en todos los tribunales. Lo que sí creo es que no se debe permitir que las valoraciones se despeguen de los hechos. Porque los hechos se olvidan, en cambio las valoraciones, las palabras feroces como desviación, enriquecimiento, traición… esas cosas quedan. Y si después, hurgando, encontramos que se apoyan en la constatación de una diferencia exigua entre gastos y comprobantes, quizá hayamos cedido a un jacobinismo moral, a una sharia más que a un código de conducta. Recuerdo una vez a un compañero que era acusado políticamente con ferocidad por no haber rendido una milanesa en dos panes y una cerveza. Es cierto que no lo había rendido y que debió haberlo hecho. Pero también es cierto que el rigor debe tener alguna proporcionalidad. Porque, si no, es un sacrificio para la tribuna. Y en este caso se sacrifica al vicepresidente de la República. Termine como termine esto, la izquierda nos habrá llevado a un nuevo galardón internacional. Somos el milagro latinoamericano. El del presidente más pobre del mundo. Donde la marihuana se vende en las farmacias. Y donde el oficialismo puede hacer renunciar al vicepresidente por una inconsistencia acumulada de menos de 3.000 dólares. Si esa es su culpa, en Brasil a Sendic lo estarían canonizando.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO