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Venezuela: El problema se llama petróleo

Para Alí Rodríguez Araque, materia gris del chavismo en materia de hidrocarburos, Venezuela como problema es reductible al tema de las regalías, los impuestos, la participación accionaria y la solución de controversias en relación al tema petrolero. Lo demás es secundario.

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Que la República Bolivariana de Venezuela está sumida en una aguda crisis es un dato incontrastable. Que está en el punto de mira de los consorcios y países hegemónicos en la comunidad global es también un dato común. No es tan clara, en cambio, su caracterización como “dictadura”, o que el desmoronamiento de la economía esté directamente ligado a la desaparición física del comandante Hugo Chávez. Lo que no admite duda es que el tema fundamental de Venezuela es el hecho de ser uno de los mayores productores mundiales de petróleo. O, para tomar palabras del actual embajador de Venezuela en Cuba, Alí Rodríguez Araque: “Para entender lo que ocurre en Venezuela hay que estudiar el problema petrolero. Ahí está la esencia del problema; no es si hay o no hay democracia, si un ministro es tal o cual cosa o si el presidente es esto o aquello. Nada de eso. El asunto-problema se llama petróleo, y más aun: regalía, impuestos, participación accionaria y solución de controversias” (1).   El petróleo y la unificación nacional de Venezuela El descubrimiento de petróleo en Venezuela, en El Zumaque, localidad del estado de Zulia, data de 1914 y el comienzo de su explotación, de 1917. El hecho de que Venezuela haya conquistado su independencia en 1830 marca una diferencia con la mayoría de los grandes productores de crudo, que fueron enclaves coloniales durante parte del siglo XX. A partir de la muerte de Simón Bolívar, Venezuela, que fue el eje de la lucha independentista, pasó a un segundo plano y vivió en una continuada inestabilidad, hasta que la aparición del petróleo cambió esas coordenadas. Esa emergencia aconteció en simultaneidad con la prolongada dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935). Fue gracias a los ingresos petroleros que Gómez pudo construir una red vial que conectaba toda Venezuela, modernizar el ejército y terminar definitivamente con los periódicos alzamientos de los caudillos regionales que resistían al poder central. El descubrimiento del petróleo fue un hecho extremadamente importante para un país atrasado, con una estructura agraria relativamente débil. Y el hecho de encontrarse súbitamente con un ingreso que no era generado en el proceso interno generaba una prosperidad que no estaba asentada ni en la renta de la tierra, ni en la inversión ni en el trabajo asalariado. Se trataba -independientemente de que las regalías que recibía el Estado por su explotación eran escasas- de un ingreso que provenía de la propiedad del Estado sobre un recurso natural.   La “maldición petrolera” A partir de ese momento comienza un proceso de distribución que nada tiene que ver con las determinantes internas de acumulación de valores, sino con el posicionamiento ante el poder o a la posibilidad de acceder a los beneficios de ese ingreso. Fue tal el optimismo que generó esa renta que no provenía del proceso interno, que se inicia un proceso de distribución que incluso alcanza un salto importante a partir de 1934, cuando como coletazo de la gran crisis de Wall Street, forzosamente se impone la devaluación del dólar, y prácticamente todas las monedas del mundo siguen esa tendencia. Venezuela no lo hizo y, por el contrario, sobrevaluó su moneda, pasando de 5,20 bolívares, que era la tasa de cambio para ese entonces, a una tasa de 3,19 bolívares. La consecuencia directa de esto fue que el acceso a un dólar barato potenció la creación de un fuerte sector importador que prácticamente aniquiló a la agricultura y, por extensión, a la débil industria nacional que sólo podía desarrollarse en condiciones de protección. Los contradictores de esa política suicida fueron pocos. El más relevante sería el economista y escritor Alberto Adriani, quien advirtió sobre la situación, mostrándose partidario de una fuerte devaluación que protegiera al sector agrario. A la muerte de Juan Vicente Gómez, Adriani sería designado por el presidente entrante, Eleazar López Contreras, como ministro de Agricultura y luego de Hacienda. Pero el daño ya estaba hecho y la prematura desaparición de Adriani (moriría en agosto de 1936, con 38 años de edad) desvaneció toda posibilidad de corregir un rumbo que ya era de difícil rectificación. Nacía lo que se denominaría posteriormente como la “maldición petrolera”, es decir, la irrupción de un recurso natural apreciado en el mercado internacional, cuya administración generó una ilusión artificial de prosperidad y desarrollo, arrasando a su camino con la producción nacional y la acumulación de capital genuina.   La “Gran reforma petrolera” A partir de 1917, la explotación del petróleo dio lugar a la irrupción de la Royal Dutch Shell Company y posteriormente a la Creole Petroleum Corporation. La explotación del crudo se multiplicó luego de que, en 1938, Lázaro Cárdenas nacionalizara la explotación del petróleo en México. Sin embargo, las regalías que pagaban las empresas extranjeras eran escasas y diversificadas. Un sistema impositivo uniforme es establecido durante el gobierno del general Isaías Medina Angarita, que fue electo presidente en 1941, aunque no pudo terminar su mandato, dado que fue depuesto en 1945 por un golpe militar inspirado por Acción Democrática (AD). Medina Angarita, entre otras medidas de modernización, introdujo la Ley de Impuesto Sobre la Renta (1942-1943), en el marco de lo que se llamó la “Gran reforma petrolera”, unificó territorialmente las concesiones y unificó también la tasa de regalías, que pasó a ser de 16,67%. Debilitadas por gobiernos posteriores, la lucha por la apreciación de las regalías y el incremento del precio del petróleo se reinició con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958), que no sólo incrementó la participación del Estado en la apropiación de la renta indirectamente (a través del incremento del Impuesto Sobre la Renta, que llegó antes de su deposición a 70%), sino que llevó el precio del crudo a US$ 2 el barril, lo que significaba un excelente precio para la época. Estigmatizado por su carácter autoritario y represivo, Marcos Pérez Jiménez fue, no obstante, un obstinado defensor de los beneficios que le correspondían al Estado por la explotación de sus recursos petroleros. La estructura edilicia de la capital venezolana y de otras ciudades importantes, así como la de los servicios, es deudora de los recursos que el dictador volcó a la obra púbica. Además de otros aspectos que contribuían al rechazo por parte de la sociedad al gobierno de Pérez Jiménez, la gota que colmó el vaso fue la restricción de la cuota de petróleo destinada a Estados Unidos para mantener el precio del crudo y fortalecer la hacienda pública, por lo que en enero de 1958 fue depuesto por un golpe militar.   El Pacto de Punto Fijo y el neoliberalismo Luego del derrocamiento de Pérez Jiménez, se firmó el “Pacto de Punto Fijo”, que instituyó la alternancia en el poder de Acción Democrática y el social cristiano Copei, régimen que duró cuatro décadas, hasta ser liquidado por la elección de Hugo Chávez Frías a la presidencia. En cuanto a la “Gran reforma petrolera”, impuesta por Medina Angarita, fue sustituida por la llamada “Apertura petrolera” y las regalías percibidas por el Estado fueron reducidas de 16,7% a 0%, aunque luego de un debate en el Congreso Nacional se fijaron en 1%. Si el proceso de Apertura petrolera se inicia en 1992 (un quinquenio marcado por la irrupción del neoliberalismo en todo el continente), este fue precedido por la nacionalización de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) en 1975. La Apertura petrolera, con el énfasis puesto en la participación de capital privado dentro de la industria, significó un cambio radical de las políticas aplicadas por los anteriores gobiernos venezolanos, las cuales se habían manejado con un concepto de verticalización del negocio petrolero, bajo el control monopólico del Estado venezolano. En ese sentido, la nacionalización de Pdvsa fue una formidable trampa en la que cayó todo el espectro político. Para decirlo en palabras de Alí Rodríguez: “La nacionalización provocó un conjunto de efectos políticos e, incluso, ideológicos. Se consideró que como el petróleo ya era venezolano y se habían nacionalizado todas las actividades, salvo la comercialización y la asistencia tecnológica, no había mayores conquistas que alcanzar. La nacionalización aparecía como la máxima victoria en todos los programas de todos los partidos políticos, desde el Copei hasta el Partido Comunista. De manera que se había logrado el máximo objetivo. La consecuencia de todo esto es que prácticamente todos los partidos políticos se quedaron sin programa”.   La megacorrupción y la “nueva clase” Es en ese nuevo escenario que aparece la megacorrupción, derivada de los grandes subsidios y de los créditos que no retornaban al Estado. Aparece lo que se denominó la “nueva clase”, que no eran otra cosa que los beneficiarios de la renta petrolera y a los que nunca Hugo Chávez adjudicó la categoría de burguesía, sino de “escuálidos”. Sostenía Alí Rodríguez: “Eso desarmó ideológicamente al país y creó las condiciones para que toda la oleada neoliberal que agitaba el mundo llegara también a Venezuela y se expresara en la política petrolera. La visión era incrementar la producción de crudo, sin importar las consecuencias que esto tendría en el escenario petrolero mundial”. La consecuencia inmediata de esto fue que Venezuela quedara enfrentada a la OPEP, planteándose el objetivo de llegar a producir seis millones de barriles diarios, lo que estaba muy por encima de las cuotas establecidas por los países de la organización para mantener el precio del crudo. Ante esa dispensa que se tomaba de por sí el gobierno venezolano, todos los países de la OPEP comienzan a incrementar sus cuotas, lo que se refleja en la caída del precio del petróleo, que cuando Hugo Chávez asumió el gobierno estaba en el orden de los US$ 7 por barril. Se trataba además de una estrategia de bajo precio que favorecía a los grandes consumidores. El caso más importante era Estados Unidos, que con 5% de la población del planeta consume 25% de la energía del mundo.   La política petrolera de Hugo Chávez La situación existente cuando Chávez gana por mayoría abrumadora las elecciones de 1999 era desastrosa. No había ingresos por concepto de Impuesto Sobre la Renta; las regalías habían disminuido a su nivel más bajo. Pdvsa no haría declaración de dividendos, ya que no había rentas que declarar y no habría ganancias sobre las cuales declarar dividendos. Ante ese vaciamiento, se había planteado contratar un empréstito de 3.000 millones de dólares para cubrir los gastos de un Tesoro vaciado y garantizar el pago de salarios. Las primeras medidas tomadas por el nuevo gobierno fueron el retorno a la política de cuotas, la regulación de la producción para estabilizar los precios y mejorarlos. A finales de 1999 habían llegado a US$ 16 por barril. Así, de manera paulatina, se fue normalizando la economía de Venezuela. Si se hubiera limitado a tomar esas medidas, Chávez habría sido tolerado por los dueños del poder. Pero el presidente decidió elevar de nuevo las regalías petroleras de 1% a 16,67%, lo que provoca la reacción de las empresas petroleras y sus agentes internos, que tenían como reducto a Pdvsa. La frutilla en el postre es la Ley Orgánica de Hidrocarburos, que modifica hacia arriba el Impuesto Sobre la Renta, lo que lleva a que los ataques a Chávez se hagan cada vez más feroces, hasta llegar al golpe de Estado del 11 de abril de 2002.   La esencia del problema” En definitiva, para Alí Rodríguez Araque, las razones del conflicto permanente en Venezuela tienen causales claras que no varían con el tiempo y las circunstancias, a saber: cuánto pagan las empresas por regalías, cuánto pagan por impuestos, cuál es la participación de las empresas en las empresas mixtas, cuál es la participación accionaria en dichas empresas y cómo se resuelven las dudas, controversias y conflictos que puedan surgir entre la industria y las compañías petroleras. Esa es la esencia del problema. Incluso, los conflictos que hoy vemos tienen como razón fundamental esos cuatro factores. En consecuencia, para Alí Rodríguez, “si no se comprende el programa petrolero, no se comprende el fenómeno político venezolano, ni se comprende el fenómeno social ni se comprende el fenómeno cultural del país, porque todo ha estado alimentado por el problema petrolero y por la distribución de la renta. Aquí el problema que ha ocupado la atención de la gente es el destino del ingreso petrolero, mas no el origen del ingreso petrolero. Y allí está la esencia del problema”. La atención de la temática del petróleo favoreciendo el interés nacional fue clave para que hasta fines de 2014 -según fuentes insospechables de simpatía con el chavismo, como el Banco Mundial (BM)- Venezuela expandiera el gasto público, creara empresas públicas, nacionalizara empresas privadas en sectores clave como los hidrocarburos, la minería y la metalurgia, el cemento, la banca y las telecomunicaciones. Al mismo tiempo se implementaban las “misiones” para proveer de servicios básicos y transferencias de recursos a los sectores excluidos. El crecimiento y la redistribución del ingreso redujeron la pobreza de 49,9% en 1999 a 32% en 2013, mientras que la pobreza extrema se redujo de 21,7% a 9,8%. En tanto, se redujo la desigualdad, pasando el índice de Gini del 0,49% en 1998 a 0,41 en 2013, uno de los más bajos de la región.   Declive y estanflación En marzo de 2013 muere Hugo Chávez Frías y casi enseguida el petróleo, en el mercado internacional, se deprecia 50% y la crisis, tanto en su expresión económica como política, se dispara. Según el BM, la caída del precio internacional del crudo afectó dramáticamente a la economía venezolana, sobre todo si se tiene en cuenta que la dependencia del sector hidrocarburos, en lugar de disminuir, creció (el petróleo representa 96% de las exportaciones). A fines de 2016, el déficit fiscal estaba por encima de 20% del PIB y el acceso al financiamiento externo se restringía. Esto, sumado a los controles de precios, las fugas de divisas y el colapso del sector privado en la oferta de productos básicos, disparó la inflación a niveles sin precedentes. En el corto plazo y mediano plazo, Venezuela enfrenta importantes necesidades de financiamiento, con un déficit fiscal a fines de 2016 estimado por encima de 20% del PIB. Esta carencia de fuentes de financiamiento, los controles de precios, las restricciones en el acceso a divisas y el colapso de la participación del sector privado en la oferta de productos básicos han dado lugar en conjunto a una de las inflaciones más altas del mundo. El diagnóstico que el BM hace de esta situación es que Venezuela atraviesa una severa estanflación (estancamiento más inflación).   La crisis política Sin embargo, más allá de los severos problemas por los que hoy Venezuela atraviesa, más allá de que esté en el punto de mira de todos los poderes internacionales, el origen de esta situación se resume en el tema del petróleo. Repitiendo la expresión de Alí Rodríguez, mencionada al principio de este artículo: “Para entender lo que ocurre en Venezuela hay que estudiar el problema petrolero. Ahí está la esencia del problema, no es si hay o no hay democracia, si un ministro es tal o cual cosa, o si el presidente es esto o aquello… nada de eso. El asunto-problema se llama petróleo, y más aun: regalía, impuestos, participación accionaria y solución de controversias”. Si el gobierno de Nicolás Maduro (que no posee la misma ascendencia ni el carisma que tuviera Hugo Chávez) retornara a la política petrolera de la IV República, en particular en lo referido a los cuatro aspectos reseñados por Alí Rodríguez, seguramente el actual presidente gozaría de la simpatía y el beneplácito de los poderes hegemónicos. Pero la voluntad es no ceder en ese punto y eso hará redoblar los esfuerzos, tanto internos como externos por desestabilizarlo. Hasta ahora no lo han logrado; Maduro tiene la espalda ancha entre los pobres y las fuerzas armadas venezolanas y es notorio que al día de hoy la oposición se ha quedado sin estrategia y comienza a clamar por una intervención externa. Pero en esa materia el margen de maniobra del imperialismo no es el mismo que cuando estalló la crisis del Golfo Pérsico, que antecedió la invasión a Irak. La multipolaridad en el mundo se ha restablecido y el intervencionismo militar no tiene la misma impunidad que poseía entonces. Por el momento sólo queda el recurso del aislamiento y la asfixia económica y esa receta es la que se está cotidianamente utilizando.  

  1. Esta cita textual y otros conceptos fueron extraídos de la entrevista realizada por el multimedio YVKE Mundial en la ciudad de Caracas.
Perfil de un estratega
Alí Rodríguez Araque fue el gran estratega de la política de reconversión petrolera dispuesta por el gobierno de Hugo Rafael Chávez Frías. Ministro de Energía de Chávez luego de su ascensión, pasó en 2000 a presidir la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en la que tuvo una participación decisiva en los acuerdos que restablecieron la cuota petrolera y el incremento del precio del crudo en el mercado internacional. En 2002 pasó a presidir la estatal Pdvsa, en la que restableció el control gubernamental de la compañía, hasta entonces controlada por los consorcios petroleros internacionales. En 2004 fue designado ministro de Relaciones Exteriores, investidura con la que defendió los intereses de Venezuela ante organismos como la ONU y la OEA. Su actuación en ese ámbito fue decisiva para la desarticulación del acuerdo neoliberal de comercio conocido como ALCA, al tiempo que impulsó la formación del ALBA, acuerdo comercial entre Venezuela, Cuba y Bolivia. En 2006 sufrió un ataque cardíaco que lo obligó a dejar el cargo, por lo que el 1º de setiembre de 2006 fue designado embajador de Venezuela en La Habana. En junio de 2008 cesó en el cargo de embajador y regresó al gabinete ministerial del presidente Chávez como ministro de Economía y Finanzas, debido a lo cual fue representante de Venezuela ante el FMI. En 2010 fue nombrado ministro de Energía Eléctrica, afrontando la crisis energética de Venezuela de 2009-2010. Entre 2012 y 2014 ocupó la Secretaría General de Unasur. Actualmente es embajador en Cuba.

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