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Política

100 años del Partido Comunista del Uruguay

Por Gabriel Mazzarovich. (*)

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Señor presidente, en primer lugar quiero agradecer esta sesión especial de homenaje porque aprendí y practico que se debe honrar a quien honra. Esta sesión, la presencia de quienes aquí están, no borran las diferencias. Apelo a Bertolt Brecht para preguntarme y preguntarnos: ¿qué tiempos son estos en los que tenemos que defender lo obvio?

Uruguay es la construcción colectiva del trabajo y la acción política de todas y todos. Este Parlamento, expresión política de la pluralidad de nuestro pueblo, ha tenido y tiene la presencia de legisladoras y legisladores comunistas desde hace décadas. Solo por nombrar una de ellas, nuestra entrañable Julia Arévalo, fundadora hace 100 años del Partido Comunista y primera mujer senadora de América Latina.

En esta breve intervención intentaré, señor presidente, aportar algunas referencias históricas y, junto con ellas, ideas.

En pocos días se cumplirán 40 años del plebiscito de 1980, cuando nuestro pueblo le dijo NO a la dictadura. En esa epopeya democrática confluimos la izquierda, las organizaciones populares y sectores muy importantes del Partido Colorado y del Partido Nacional, algunas y algunos están presentes aquí hoy. Me afilié a la Juventud Comunista el 16 de enero de 1980, hace 40 años, cuando cumplí 15 años, y me hice comunista para pelear por la democracia y la libertad y me afilió Miguel Mato, al que la dictadura secuestró y desapareció un año y poco después. Volveré a esa referencia sobre la lucha por la democracia, la concreta, la que vale.

El Partido Comunista del Uruguay cumple 100 años de organizar la rebeldía para hacerla fuerza material transformadora. En ni uno solo de estos 36.500 días las y los comunistas han dejado de luchar. ¿Cómo se hace para reflejar en palabras tamaña peripecia humana? Porque estos 100 años son ideología y política, pero ante todo son, señor presidente, el acumulado vibrante de sueños, alegrías, tristezas, avances, retrocesos, conciencia y organización, de decenas de miles de mujeres y hombres. Ellas y ellos son los que son homenajeados hoy, y vaya si lo merecen. Todas y todos los que militaron y militan en el Partido Comunista del Uruguay y contribuyeron a la forja colectiva de un Uruguay mejor.

Los aniversarios son un momento de reafirmación identitaria y está bien. Pero los comunistas no definimos nuestra identidad como un refugio sectario. Nuestra identidad adquiere sentido si la concebimos como parte indisoluble de la lucha de nuestro pueblo y de todos los pueblos por la libertad y la igualdad.

Como aquí se ha dicho, confluyen en el nacimiento del PCU tres vertientes: la identificación internacionalista con la lucha emancipadora de la humanidad y en particular con la Revolución de Octubre, el primer intento de las y los oprimidos de gobernarse a sí mismos; la reivindicación del contenido popular de la revolución artiguista y la necesidad de llevarla a término; el compromiso por construir una herramienta para que las y los trabajadores, y con ellos los sectores populares, fueran protagonistas independientes del proceso político y social.

Con una ideología, que no ocultamos, señor presidente, el marxismo-leninismo, la filosofía de la praxis, como la definiera Antonio Gramsci desde los calabozos fascistas. Reivindicamos la acción política inspirada en ideas, en proyectos históricos. Y por eso aspiramos, modestamente, a que se nos mida por nuestra ideología y también por nuestra práctica política, por nuestra conducta concreta, en el pasado, en el presente y por lo que proponemos para el futuro.

A lo largo de nuestra historia, y muy particularmente a partir de 1955, en nuestro XVI Congreso, con un papel muy importante de Rodney Arismendi, emprendimos una tarea ardua, analizar Uruguay, su conformación económica, social y cultural, definir una ruta teórica para su transformación, construir una táctica política y una herramienta organizada para llevarla adelante. Construir el camino para la revolución en Uruguay.

Y aquí es necesario, señor presidente, explicar qué entendemos por revolución. Cuando decimos revolución, decimos un cambio de una formación socioeconómica por otra, un cambio de clases en el poder y un cambio de los valores dominantes en la sociedad. Y decimos democratización radical de todas las relaciones sociales, económicas, políticas, sociales y culturales.

La democracia es parte fundante de nuestra identidad. La hemos defendido en el pasado, la defendemos hoy y la defendemos para el futuro.

Nuestro rumbo para la emancipación social en Uruguay es avanzar en democracia y construir una democracia avanzada, con más libertad y con más igualdad, no con menos.

Nuestra concepción de la democracia es la de un proceso permanente de construcción de libertad e igualdad, porque la libertad, si no se avanza en igualdad, se transforma solamente en el mantenimiento de privilegios presentes y, sin el desarrollo pleno de la libertad, la igualdad no tiene cómo realizarse. Para nosotros, la democracia es también un espacio de transformación social, y esta, señor presidente, necesita del protagonismo popular organizado.

Por ello y para ello, junto con otros sectores de la izquierda y del movimiento popular, construimos la unidad de las y los trabajadores, lo que ha permitido que su perspectiva pese mucho más en nuestra sociedad.

Y luego la unidad de la izquierda, sin exclusiones, en el Frente Amplio. Es un dato relevante y singular que más de la mitad de nuestra vida la hemos pasado militando junto a otras y otros compañeros en herramientas unitarias que ayudamos a construir. Esa experiencia nos ha cambiado, señor presidente, y a ellos también, para bien. No concebimos nuestra identidad al margen del Frente Amplio ni al margen de las organizaciones unitarias que nuestro pueblo ha construido.

No tenemos una visión autocomplaciente de nosotros mismos, somos muy críticos, más que con el mundo. Asumimos toda nuestra historia, sin esconder nada, en sus aciertos, errores y hasta tragedias.

Y es desde esa visión crítica que miramos el futuro, y creemos con honestidad política e intelectual que el capitalismo no es el fin de la historia, que está en crisis, que su desarrollo actual pone en peligro la vida y el planeta, genera desigualdades como nunca en la historia, y por ello coarta las libertades y que debe ser superado. Creemos que nuestro impulso inicial de construir una síntesis social superadora del capitalismo no solo no ha perdido vigencia, hoy es más imperiosa que ayer.

Recordábamos al principio nuestra militancia por el NO en 1980.

En estos días hay otro aniversario, señor presidente, se cumplen 45 años del lanzamiento de la Operación Morgan por parte de la dictadura. Fue la aplicación sistemática del secuestro, la tortura, la desaparición y la muerte contra la izquierda y el movimiento popular, pero particularmente contra el PCU y la UJC.

Un general fascista dijo que hacían eso para que “no hubiera comunistas por 50 años en Uruguay”. Y aquí estamos, señor presidente. Con orgullo, y también, como no decirlo, con muchas lastimaduras y dolores. Nos duele cada nombre de nuestras compañeras y compañeros que murieron y de las y los que siguen desaparecidos. ¿Cómo no nos van a doler? Pero tenemos memoria, y como tenemos memoria, no habrá olvido, y como no habrá olvido, no habrá impunidad, porque seguimos dispuestos a luchar por verdad, justicia y nunca más dictadura.

No es por odio, es por amor profundo, porque con Eduardo Bleier aprendimos que el amor es una responsabilidad.

Esto no es una consigna, es la reivindicación emocionada, dolorida y esperanzada por el respeto que merecen la vida y el heroísmo de miles de mujeres y hombres, de muchachas y muchachos, que a la hora de las hornos estuvimos y estuvieron del lado correcto de la historia. Y tampoco olvidamos que en esas horas duras recibimos la solidaridad de hogares y personas que eran y siguen siendo blancas y coloradas. Eso también es memoria histórica.

Desde ese recuerdo, es necesario decir que este es un partido de presas y presos, no de carceleros; de torturadas y torturados, no de torturadores.

Este partido uruguayo, frenteamplista y comunista, parado en la historia, mira el futuro y por eso, termino señor presidente, volviendo al principio. Nuestro objetivo es una sociedad distinta, un mundo distinto, que Marx definió como la sociedad de los productores libremente asociados; Lenin, como la de los cooperativistas cultos, y Rosa de Luxemburgo, como en la que seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.

Pero aquí, parados en este país, nuestro Uruguay, que amamos profundamente, a las y los comunistas nos gusta incorporar a Artigas a ese futuro por construir porque, al final de cuentas, señor presidente, luchamos por hacer realidad la pública felicidad.

 

(*) Intervención especial en ocasión del homenaje que la Cámara de Representantes le realizó al Partido Comunista del Uruguay en el marco de sus 100 años.

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