EL BAII o “el Banco de Xi JInping” para sus detractores (EEUU y Obama per primis) , fue lanzado por la República Popular China en octubre de 2014 para financiar proyectos de infraestructura, una de las grandes carencias de la región Asia Pacífico y, que según calculos de distintos organismos internacionales, llegarían a 8 trillones para la próxima decáda, una cifra absolutamente inabordable para las economías emergentes de la región.
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Los recien ingresados a la nobel institución multilateral – la primera del mundo cuyo accionariado está controlado por países en desarrollo (principalmente China) – son 5 países asíaticos : Afganistán, Armenia, Fiyi, Hong Kong de China y Timor Oriental, así como ocho de fuera de la region : Bélgica, Canadá, Etiopía, Hungría, Irlanda, Perú, Sudán y Venezuela.
Además de su objetivo declarado, el BAII – con un capital suscrito de 50.000 millones de dólares y 100.000 millones de dólares de capital autorizado- es hijo de la frustración de China, por su escaso poder de influencia en el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco de Desarrollo Asiático.
Cansado de luchar durante decadas por una redistribución del poder en dichas instituciones, la segunda economía del planeta, decidió poner en marcha un sistema financiero internacional alternativo al creado después de la Segunda Guerra Mundial y dominado por Washington.
La puesta en marcha de BAII es solo uno de varios proyectos de China para convertirse en actor determinante de los países emergentes. Beijing también ha impulsado, desde hace 3 años, un fondo conocido como “Una Franja, una Ruta” o La Nueva Ruta de la Seda, que – como en los tiempos más gloriosos de la China imperial de las dinastías Han y Tan- implica la creación de dos grandes rutas comerciales, una marítima y otra terrestre, que comenzarían en China, recorrerían Asia central, llegarían hasta el corazón de Europa arribando a los más importantes enclaves comerciales de África.
Pocos meses después del BAII, China, junto a los otros cuatro países del grupo BRICS, Brasil, Rusia, India Sudafrica, fundaron el Nuevo Banco de Desarrollo, con sede en Shanghai.
Al mismo tiempo que Trump, el “autarquico”, corta abruptamente la ayuda internacional y amenaza con retirarse de las organizaciones multilaterales regionales e internacionales, el ingreso de estos nuevos 13 países es un triunfo de la política China del “ascenso pacífico” y un ulterior revés para el “descenso belicoso” de la influencia de Estados Unidos de la era Trump.