Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Política

A juntarse en torno a la raíz

Convencidos de dejar el alma en la cancha para obtener la victoria el 24 de noviembre, el escenario instalado en el Parlamento vuelve a plantearnos la necesidad de ratificar y rectificar rumbos, y entre esos nuevos horizontes, apelar nuevamente a nuestras raíces de izquierda, fundamento, concepción, identidad y pertenencia de nuestras primeras horas.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Por Ricardo Pose

Cuando era joven fundamentábamos, para convencer a mis pares adolescentes, que no debían optar políticamente por los blancos o colorados porque sus padres y abuelos lo fueran.

Cuestionábamos que su opción fuera producto de la imitación, la herencia o la falta de juicio propio. Hoy, son nuestros hijos y nietos que enarbolan, en una suerte también de lealtad familiar y transgeneracional, las banderas de las organizaciones de izquierda.

Cierto que estos jóvenes no son aquellos; el mundo ha cambiado, pero sobre todo el mundo laboral y la masiva exclusión de las posibilidades de empleo, las comunicaciones.

La dictadura cívico-militar obligó a aquella generación de izquierda que peleaba por transformar el mundo a recuperar la institucionalidad democrática, y a las nuevas generaciones de izquierda a preservarla y, sin violentar las estructuras jurídicas, intentar profundizarlas. Compleja tarea esta de distribuir los ingresos y la riqueza, manteniendo el marco jurídico e institucional, que no fue pensado y construido para un reparto equitativo, ni siquiera igualitario de la sociedad.

Tal vez, en el pase de la posta, en esas banderas dignas, simbólicamente flameando sacrificios, epopeyas épicas de muertos, desaparecidos, presos y exiliados, faltó un relato más contundente sobre la imperiosa necesidad de seguir transformando el mundo.

La necesaria priorización de una gestión lo más eficiente posible, acorde al programa político, restó tiempo al fermental debate e intercambio, descuidó, cuando no vació de presencia militante, las organizaciones populares y los mejores cuadros políticos organizativos migraron a atender asuntos que demandan demasiadas horas detrás de los escritorios.

Salvo excepciones, los dirigentes volvían a los estrados y las organizaciones territoriales de base a las campañas electorales.

Debemos volver a enamorar y enamorarnos de nuestras concepciones y no confundir nuestra identidad política, filosófica, ideológica de izquierda con la estructura política.

Ha sido en la crítica despiadada al funcionamiento orgánico que se asentaron quienes migraron hacia la centro derecha; las organizaciones políticas son un constante proceso de construcción, plagado de errores, por supuesto, pero los paladines de la renovación organizativa, de la “democracia” en el funcionamiento orgánico, se han terminado abrazando con el adversario.

Si su discurso se basaba en que divisaban este momento adverso, ahí tenemos un claro ejemplo de eso que fácilmente, y en situaciones que nada tienen que ver con esta, otros catalogan de traición.

Débil fue el relato también contra la hegemonía cultural del sistema, permisivo ante las tentaciones meritocráticas que el mismo ofrece.

Durante años nos burlábamos de esa organización de los partidos tradicionales que se basaban en los clubes de amigos, para terminar con un Frente Amplio con 38 listas.

¿Un merito político, de gestión, de proyecto, de planteo que suena novedoso amerita una nueva agrupación política? ¿Los portadores de la fraternidad no hemos podido administrar la tolerancia suficiente para convivir con nuestras discrepancias bajo el mismo paraguas de histórica referencia? ¿Tomamos la pastilla de lo renovador frente a lo conservador, que solo ha servido para el desarrollo individualista de nuestras aspiraciones personales?

 

Ahora se trata de caminar

Volver a enamorarnos de las ideas y volver al universo fraterno de una visión colectiva de lo humano, de proyectos asociativos, de convivencia y vecindad cual colmena.

Si el enamoramiento no fuera suficiente, si el relato quedó trunco, con varios agujeros negros o grises, en su continuidad histórica los nuevos desafíos deben ser la motivación necesaria.

El admirable despertar del pueblo chileno y ecuatoriano de estos últimos tiempos es la expresión trágica de un pueblo, de una buena parte de la sociedad, que en algún momento se permitió dar cabida a la desilusión de los gobiernos progresistas.

Y no es basado en la necedad del no reconocimiento de errores y desvíos de la izquierda en la gestión gubernamental, es la necesidad de poder comprender que el retorno de los sectores políticos que representan los intereses de nuestras oligarquías criollas no son la solución de los problemas que hemos tenido.

La restauración burguesa no viene por nuestros errores, viene por nuestros aciertos.

Cierto que nunca creímos que Uruguay fuera una isla, inmune a los procesos de derechización social que vive la región y buena parte del planeta, pero no podremos sostener que no estábamos alertados.

Buena parte de esta histórica batalla de fondo, de esta cíclica tensión social entre los sectores dominantes y los dependientes, tiene una vuelta de tuerca este 24 de noviembre; quedan muchas tareas urgentes por delante, entre ellas cambiar las reglas de lucha electoral y la exigencia de este balotaje impuesto por los partidos tradicionales en 1999 para evitar el triunfo de la izquierda.

Pero también es preciso alzar la militancia de los teclados y las pantallas,  organizar a los trabajadores en sus sindicatos y crear organización sindical donde no haya; generar creativamente las diversas formas de organización comunal en los barrios, preparar la defensa organizada de las conquistas sociales, en el campo de la salud, de la vivienda, de la educación, del ejercicio de los derechos; instruir a nuestro pueblo en la autodefensa de su seguridad personal y de la conquista en la mejora de sus ingresos.

Fomentar cotidianamente nuestra pertenencia al lado zurdo de la humanidad, tender la mano fraterna y solidaria entre los laburantes, los excluidos de cualquier condición y edad.

Hacer de nuestra raíz el palito de la colmena; si el resultado del 24 nos resulta favorable, el ejercicio de gobierno, la defensa de las leyes a favor de nuestro pueblo, el freno a las nuevas leyes que favorezcan los intereses de la oligarquía está en suelo fangoso en el Parlamento.

Será necesaria, resultará vital, la movilización popular.

Beatriz Argimón, Ernesto Talvi, Guido Manini, entre otros en el Senado, representan directamente los intereses de la oligarquía, además de ser los gestores para la presencia rapaz de empresas multinacionales y de la fiesta de quienes generan fortunas en nuestro país y la depositan e invierten fuera del mismo.

Nuestras bancadas parlamentarias, no en función de ellas, pero sí como un brazo más, deberán contar con la presencia, en la barra y en las calles, de nuestro pueblo.

No hay lugar para enojos con los pobres que votaron distinto; es precisa una intensa labor pedagógica, al tiempo que se construye y fomenta la contundencia para evitar y abordar los brotes de agresiones y provocaciones, que lamentablemente son previsibles más allá del resultado en el balotaje.

Esta contienda electoral, como desde hace mucho no pasaba, y tal vez fue causa de cierta “siesta”, es una contienda por el poder, como ha quedado demostrado en la región.

A juntarse, tras nuestras mejores y viejas banderas.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO