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A la hora del derrumbe recordamos a El País alabando a Macri

Para el diario El País el triunfo de Macri era como la clarinada de un tiempo nuevo, y lo fue, el tiempo de la derecha, el FMI, el hambre y la recesión.

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En diciembre de 2015 el diario El País editorializaba en favor de Mauricio Macri, y lo presentaba casi como un estadista. Pasados casi tres años de esa instancia, del estadista queda tan solo un hombre balbuceante a la espera de un milagro de los mercados o de la “generosidad” del Fondo Monetario Internacional (FMI). Queda un país en ruinas. El dólar descontrolado, la inflación creciente, el desempleo en ascenso, el aumento desmedido de las tarifas públicas. Conflictos laborales, universidades ocupadas y masas en la calle reclamando soluciones a la crisis. Y desde el viernes pasado, saqueos. Comenzaron en Comodoro Rivadavia, en la sureña provincia de Chubut. Se habla de otros en Mendoza.

Decía El País que “para nosotros, la presidencia de Macri trae consigo la esperanza de normalización que se perdió con el proceso kirchnerista en el poder, y eso es positivo”. Y agregaba: “la presidencia de Macri abrirá un tiempo de cambio y esperanza que ojalá esté a la altura de las mejores expectativas”.

Para El País, Macri tenía por delante el desafío de “normalizar Argentina, es decir, integrarla al orden financiero internacional, sincerarla en sus cuentas y en sus estadísticas, hoy completamente truchas, y retomar con inversiones que devuelvan el crecimiento gracias a la confianza de los agentes en el rumbo futuro del país”. Devolvió al país al orden financiero internacional y así le va. La carta de intención firmada con el FMI trae lo de siempre: reducción del gasto público, contención salarial y recesión.

“Macri tejió, a lo largo del tiempo y con inteligencia política, alianzas que fueron potenciando su candidatura presidencial”, afirma en otro pasaje tratando de dar la imagen de que a la Argentina llegó un estadista. Y agrega que “supo sumar tras de sí a peronistas decepcionados del proceso kirchnerista y, lo más importante, logró dar una señal muy clara de capacidad de articulación y conducción de todo ese conglomerado”. La supuesta capacidad de conducción y liderazgo se ha quedado en manotazos de ahogado y en la imagen de un presidente incapaz de conducir a su país. Cada día más parecido a un De la Rua que a un De Gaulle.

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