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CON ALEJANDRA PICCO, ECONOMISTA ASESORA DEL INSTITUTO CUESTA-DUARTE

Alejandra Picco: “A las patronales la negociación colectiva por sector no les gusta”

Algunos grupos ya acordaron. Otros todavía negocian. Para el movimiento sindical se trata de una estrategia de las patronales para desacreditar la negociación colectiva. Estiman que también la rigidez de los lineamientos salariales del Poder Ejecutivo conspira contra una mayor fluidez.

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Por Pablo Silva Galván 

La negociación colectiva está trabada. Gremios cuyos convenios vencieron en diciembre o junio negocian nuevos acuerdos. Algunos lo lograron. Otros, como los rurales, continúan tratando de llegar a algún acercamiento.  Allí el retiro de las cámaras patronales puso en evidencia la intención de estas de despreciar la negociación colectiva, según dijo a Caras y Caretas Alejandra Picco, coordinadora del equipo de investigadores del Instituto Cuesta-Duarte, órgano asesor del Secretariado Ejecutivo del Pit-Cnt. Para la economista hay una actitud de las cámaras patronales de romper la negociación tal como está concebida: “Creo que a las patronales, en general, la negociación colectiva por sector de actividad no les gusta, se sienten más cómodos en una negociación bipartita en donde obviamente están negociando con una parte más débil, porque no es lo mismo negociar con todo un sector que hacerlo por empresas donde a veces ni siquiera hay organización sindical. Creo que hubo distintas estrategias de ir rompiendo con la negociación como hoy está concebida. Capaz que no es que no les interese negociar pero en este esquema creo que no es lo que prefieren”.

Picco, en primera instancia, presentó el panorama de la negociación salarial: “La negociación está trancada por varios factores: en primer lugar porque se trata de una ronda muy grande y por tanto a nivel locativo como de cantidad de gente, el propio Ministerio de Trabajo tiene dificultades para coordinar las reuniones. Nosotros por ejemplo, en cada instancia en que participamos se da una reunión y los propios delegados del ministerio no tienen capacidad para fijar un nuevo encuentro antes de dos semanas. Eso hace que como mucho se puedan tener dos reuniones en el mes. Si bien la ley prevé que las partes puedan negociar y después llevar algo medianamente armado, negociar un convenio y suscribirlo, en la mayoría de los grupos no es lo que pasa y se espera la convocatoria. Depende un poco de los tiempos, tanto porque la ronda es más grande porque además en la Dinatra (Dirección Nacional de Trabajo) se están llevando adelante negociaciones por otros conflictos. Ahora, desde una valoración más técnico-política, estos lineamientos presentados por el Poder Ejecutivo son bastante rígidos. Desde la ronda pasada se proponen ajustes salariales nominales y en función de cómo le vaya a cada sector hay tres líneas: sectores dinámicos, medios y en problemas. Y los porcentajes en términos anuales van entre el 3,5%, 6,5% y 8,5%. Negociar en ese marco implica cierta rigidez.

“Por otro lado, con una inflación que se esperaba no tuviera la tendencia que hoy está teniendo, o sea que creciera un poco más de lo que se pensaba, lo que se ve desde el lado de los trabajadores es que se trata de lineamientos que, con suerte, favorecen el mantenimiento del salario real. Con los correctivos correspondientes. Desde el movimiento sindical se ve que a nivel del salario real -por lo menos a priori, de repente la inflación termina bajando- esos porcentajes terminan dejando, además de cubrir el crecimiento de los precios, algo a cuenta del salario real. Pero a priori lo que se ve es que son lineamientos de mantenimiento del salario real. Entonces, en este contexto, se apuesta al tema de los beneficios y cosas adicionales. Tanto beneficios salariales o cuestiones vinculadas a fondos sociales, aumentos de las licencias, beneficios culturales, o sea cosas que vayan un poco por arriba de los temas de género y corresponsabilidad que ya impulsa el gobierno.

“En este contexto, muchas veces las plataformas son un poco más amplias. Se presentan y los empresarios las reciben, se van, vuelven con respuestas a algunos puntos. La sensación que tenemos es que los grupos cuyos convenios vencieron el 30 de junio, están casi todos muy lejos de llegar a un acuerdo. En la mayoría de las reuniones lo que ha pasado es que se presentan los lineamientos y se insta a que las partes traigan la plataforma. Por lo general son los trabajadores los que presentan una plataforma y difícilmente los empresarios traigan algo que quieran acordar. Ahora, además, el Observatorio del Ministerio de Trabajo acaba de elaborar unos indicadores sectoriales para ver cómo le va a cada uno de los sectores. Se trata de que no sean demasiado rígidos para ver en qué sector cae cada grupo, si dinámico, medio o en problemas. Se presentan esos indicadores, muchas veces quedan dudas y se fija una próxima reunión para verlos. Si a eso le sumamos que tenemos dos o a lo sumo tres reuniones por mes, los plazos se alargan.

“Nosotros pensamos que en parte puede ser una estrategia empresarial porque después se empiezan a cortar los plazos, hay que cerrar y eso da poco margen para discutir beneficios.

“Hubo, además, algunos factores como el correctivo del convenio anterior. Correspondía en junio pero hubo algunos sectores empresariales que consideraban que ese correctivo, más allá de que a nuestro entender en la mayoría de los convenios estaba bien redactado, no correspondía. Eso también dio una discusión antes de arrancar. Las cámaras presentaron algo más general en el Consejo Superior pero después eso quedó librado a cada uno de los grupos porque había cláusulas que estaban claramente redactadas y no se podía decir que no. Eso ha hecho que la negociación se dilate.

“Siempre hay algo que caracteriza a todas las rondas y en esta, que es muy grande también, y es que los grupos chicos están esperando al resto de los grupos, nadie quiere cerrar primero para comparar hasta dónde pudieron estirar los que tienen más fuerza.

 

Hacia una mayor rigidez

Esa rigidez de los lineamientos, ¿existió siempre o había mayor libertad?

En el Instituto hemos analizado lo que pasaba desde 2005, cuando se reinstalaron los Consejos de Salarios, y lo que vemos es una tendencia hacia una rigidez cada vez mayor. Por ejemplo, respecto al tratamiento de la inflación, los ajustes son por todo concepto, se negocia un tanto por ciento y ahí no se sabe cuánto es por inflación y cuánto no. Si la inflación es más alta se paga en forma de correctivo la diferencia. Pero antes, cuando se negociaba un porcentaje por inflación, en una primera instancia las partes podían ver qué indicador utilizaban para determinar la inflación, si era la pasada o la futura, de acuerdo a la encuesta de expectativas del Banco Central. Había más flexibilidad para ver cómo se establecían los correctivos. Después con el tiempo se empezó a decir que inflación pasada ya no se va a utilizar, vamos a empezar a utilizar la inflación futura. También los lineamientos tuvieron cierta contramarcha, en algún momento los ajustes se podían fijar o semestrales o anuales y quedaba librado a las partes. Después el gobierno dijo vamos a pasar todos a ajustes anuales. La mayoría tendieron a ajustes anuales, después hubo una contramarcha y fueron ajustes semestrales. Y ahora en algunos aspectos como el tratamiento de la inflación, a cuánto son los ajustes, cada cuánto se hacen los correctivos. De pasar a dejar librado, después sugerir, a decir: esta es la opción que va a llevar el Poder Ejecutivo. Y eso se fue haciendo cada vez más rígido. También es cierto que con la nueva ley de negociación colectiva las partes pueden acordar aunque el gobierno no esté de acuerdo y se puede firmar un convenio. Si bien las pautas son rígidas está en la potestad de las dos partes negociar por fuera.

 

¿A qué puede obedecer esa tendencia a una rigidez cada vez mayor?

Si lo vemos como técnicos creo que ha ido cambiando de a poco el objetivo de la política salarial que tiene el gobierno. Creo que es claro que ha ido cambiando. En 2005, al comienzo del primer gobierno del Frente Amplio era muy explícita la intención de recuperar la caída que había tenido el salario real en el período anterior y con la crisis de 2002. Después el salario recuperó esa caída, la economía creció más y -incluso los lineamientos proponían que se tuviera en cuenta el crecimiento de la economía- y se empezó a ver cómo a partir de la política salarial podía haber una distribución de ese crecimiento. Creo que en los últimos tiempos, porque la economía se enlenteció, hubo alguna dificultad con el empleo que tuvo una caída en 2005 y que no se recuperó, hubo problemas con la inflación que se disparó respecto a las perspectivas del gobierno, cambió esa orientación sobre los salarios. Pienso que en estos últimos tiempos la política salarial no tiene un objetivo tan claro ni en la distribución ni en el crecimiento del salario, sino que es un poco funcional a controlar el crecimiento de los precios, la demanda de bienes y también a enlentecer un poco el ritmo de aumento del salario de cara a un enlentecimiento de la economía y a una desmejora del empleo. Al ir variando los planteos de la política salarial los lineamientos han ido cambiando y para el gobierno es muy importante que se cumpla estrictamente, sobre todo porque ahora la ley habilita que las partes acuerden.

 

Sin embargo, hace unos días me decía el ministro (Ernesto) Murro que ya había sectores importantes que habían cerrado acuerdos, como el caso de la construcción, algún sector rural, la bebida y la banca privada…

Ahí hay situaciones bien distintas. En el caso del sector rural que acaba de acordar estamos hablando de la parte de granja porque la Asociación Rural (ARU) se retiró de la negociación. Dentro de los subgrupos rurales como ganadería, tambos y arroz no están negociando, o sea que esa negociación está trancada. La parte que acordó es la que tiene que ver con granjas y  avícolas, pero para ese sector el convenio venció el 31 de diciembre, o sea que vienen negociando desde enero. Cerraron ahora pero venían con un rezago de más de seis meses. Es una negociación que venía muy trancada, mucho más trabada que en otras ocasiones. Esa es la primera salvedad porque es un grupo que, a diferencia de los demás  que sí cerraron, es más débil.

Los otros grupos que cerraron son los que tienen una dinámica de negociación que es más propia. En el caso de la bebida, de la banca, también de la construcción, son sectores que llevan a los consejos algo ya prácticamente firmado. Pero en los grupos de la industria donde hay mucha más diversidad, en el comercio, en los servicios, que están negociando ahora, y donde los grupos son más débiles, como los rurales, está bastante trancado.

 

Retiro rural

Las cámaras rurales ya se habían retirado en 2016 y en esa ocasión hubo decreto, ¿es parte, entonces, de una estrategia o de una intencionalidad política?

Creo que las dos cosas. Además en esta oportunidad fue más llamativo porque se retiraron antes de que comenzara la negociación salarial. Si uno mira lo que ha sucedido con los convenios del sector rural -el arroz, los tambos, la ganadería- casi nunca llegaron a acuerdo. No ha habido lugar a la negociación. Por eso creo que hay una intencionalidad. Cuando no hay negociación, por más que el Poder Ejecutivo presente una propuesta para la votación o directamente lo decrete, solamente se pueden laudar los salarios mínimos y los ajustes, pero ningún otro beneficio. Uno mira lo que pasa en el sector rural, que ha sido permanentemente postergado, y ve que los trabajadores han ido a los Consejos de Salarios pero no han avanzado. No tienen ni ropa de trabajo, ni cláusulas de antigüedad ni de presentismo. En algunos sectores, en el lugar de las empresas más grandes, como las arroceras, lo puedan negociar. Pero creo que es una manera de romper con la negociación colectiva  por parte de las cámaras de la manera en que está concebida, donde el gobierno interviene, se negocia por sector, y me parece que hay un poco esa idea de que se negocia en forma bipartita o individual. Lo que denota muchas veces es esa idea de ‘es mi lugar y mando yo’, no me gusta que intervenga el Estado diciéndome cuánto debo pagar, incluso hasta podría pagar más, pero no me gusta que me digan. Como que no les gusta que haya una injerencia externa en las condiciones de trabajo y eso es una señal política. Se retiraron de la negociación antes de que comenzara. Leyeron un comunicado donde el tema no era con los trabajadores sino que era con el gobierno porque estaban en desacuerdo con el correctivo y también con Conaprole, aunque eso es meterse un poco con lo que está pasando en otro grupo de negociación. Creo que no hay mucha intención de dar vida a la negociación.

 

Además en el sector rural el nivel de organización es bajo…

Los niveles de organización son muy bajos y porque además la estrategia de no negociar es también una manera de debilitar la organización, porque si yo no negocio y doy lo básico después puedo elegir a quién le doy un beneficio más, y capaz que no es mucho y ahí debilitan por esa vía a la organización sindical.

 

¿Se vincula a la denuncia que las cámaras hicieron ante la OIT sobre la ley de negociación colectiva?

La posición ante la OIT era única de las cámaras pero en realidad después se encuentran matices. La Cámara de la Construcción viene con convenios, ha logrado negociar y es el sector que ha logrado muchas cosas que no tienen que ver solo con los incrementos salariales. Es un sector que ha avanzado. Creo que dentro de la Cámara de Industrias hay matices, creo que no es todo algo unificado pero es cierto y creo que a las patronales en general la negociación colectiva por sector de actividad no les gusta, se sienten mas cómodos en una negociación bipartita en donde obviamente están negociando con una parte más débil, porque no es lo mismo negociar con todo un sector que hacerlo por empresas donde a veces ni siquiera hay organización sindical. Creo que hubo distintas estrategias de ir rompiendo con la negociación como hoy está concebida. Capaz que no es que no les interese negociar pero en este esquema creo que no es lo que prefieren. Y hay algunas que han ido más allá como los rurales, porque son sectores que en realidad están rezagados en una cantidad de cosas.

 

Este modelo bipartito por empresa, ¿es el modelo chileno?

En realidad la negociación por empresa en el Uruguay también está planteada, debería ser promovida a partir de la ley de negociación colectiva. La diferencia es que nosotros tenemos distintos niveles de negociación que se pueden superponer. Hay un nivel general en el Consejo Superior donde, por ejemplo, se fija un sueldo mínimo y ningún grupo puede imponer un salario por categoría inferior a ese. Lo mismo a nivel de grupos, a nivel de sectores, se negocian luego una cantidad de cosas y no quita que luego a nivel de empresa se puedan negociar otras. Incluso hay una cantidad de cosas que nosotros creemos que se deben negociar a nivel de empresa porque hacen a la organización del trabajo y ha cosas más concretas que a veces en los grupos son más difíciles. No obstante, la evidencia técnica indica que cuando más centralizada está la negociación en el caso de los sueldos por ejemplo hacen que la disparidad salarial sea mucho más chica. Pero bueno, el modelo centralizado no es el más común, en Chile por ejemplo la negociación no es obligatoria.

 

No es lo mismo negociar con un sindicato como el Sunca que hacerlo con los 40, 50 o 60 trabajadores de una fábrica aislada…

En esa lógica habría sectores en los que no podría haber negociación. Si la descentralizáramos y la lleváramos a cada lugar de trabajo, los rurales, con una organización relativamente débil para lo que es la cantidad de trabajadores, no tendrían convenios. En otros sectores como el doméstico sería impensable.

Muchas veces lo que plantean las cámaras es que una negociación a nivel de sector o rama desconoce las diferencias que puedan haber entre empresas. Desde mi punto de vista, no. La negociación siempre ha contemplado eso y cuando las diferencias están, se van estableciendo en los propios grupos de negociación. Por ejemplo en el comercio es obvio que no va a negociar una gran superficie con un almacén de barrio porque tiene realidades distintas, posibilidades de rentabilidad empresarial distintas, cuestiones que hacen a la organización del trabajo distintas, pero esas diversas realidades se toman en la negociación, se tienen en cuenta esas particularidades. Lo bueno de centralizar es emparejar un poco y evitar la desigualdad en los salarios que en definitiva hace a la desigualdad de ingresos en general.

 

¿Cómo puede evolucionar la negociación en las próximas semanas?

Siempre llega un momento cuando se comienza a negociar a mitad de año que se empieza a acercar fin de año y todas las partes están apuradas. Después el pago de retroactividades se empieza a hacer pesado para las empresas, entonces se comienza a acelerar. Y lo que decimos los trabajadores es que a nosotros nos gusta negociar tranquilos porque cuando después cuando uno se apura hay una cantidad de cosas que hay que dejar afuera.

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