Enrique Ortega Salinas
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Mientras en Uruguay continuamos averiguando cuántas veces Raúl Sendic usó la tarjeta corporativa en el supermercado o cuánto costó el famoso short, el mundo está en vilo frente a dos subnormales con temible poder de exterminio que avanzan en una escalada amenazas, tanteando la cuerda para ver cuánto resiste. Corea del Norte inició setiembre con un ensayo nuclear que puso en alerta hasta a sus propios aliados. Según el gobierno norcoreano, lo que lanzó fue nada menos que una bomba H (de hidrógeno) muy superior en potencia a la que los estadounidenses arrojaron sobre Hiroshima, ya cuando Japón estaba derrotado. El proyecto apunta a crear una batería de misiles que lleguen a la potencia más belicosa del planeta, Estados Unidos, no tanto para atacarle, sino para mantenerlo a raya con un “miren los que les espera si se meten con nosotros”. El nuevo chico malo del orbe, Kim Jong-un, se mostró poco antes inspeccionando una bomba H destinada a ser cabecera de su misil balístico intercontinental. Hablamos de armas termonucleares. Uno de esos chiches sería lo que explotó a nivel subterráneo produciendo un sismo que Japón midió en 6,1 en la escala de Richter, Corea del Sur en 5,7 y China en 6,3. Corea del Sur reaccionó el domingo con su propia demostración de fuerza, la Unión Europea apostó por endurecer las sanciones económicas, Estados Unidos amenazó con destruir a Corea del Norte, el régimen de facto de Brasil, junto al gobierno oligárquico de Argentina y el corrupto gobierno de Paraguay condenaron el ensayo sin pedir el desarme nuclear de las potencias que los dirigen e, increíblemente, han sido Rusia y China quienes apelaron a la razón, al diálogo y a la paz, condenando también el ensayo, pero promoviendo una salida diplomática y no bélica o prebélica. Mientras Donald Trump tuitea: “Corea del Sur ya se ha dado cuenta: un apaciguamiento con Corea del Norte no funcionará. ¡Sólo entienden una cosa!», Vladimir Putin dice: “La comunidad internacional no debe dejarse llevar por las emociones”. Sin embargo, la prédica del macho alfa moscovita no parece sensibilizar a Perro loco Mattis, el secretario de Defensa de su principal adversario en el tablero internacional. El militar advirtió que “toda amenaza contra Estados Unidos o sus territorios, incluida Guam o nuestros aliados, será objeto de una respuesta militar masiva”. Bocón, al mejor estilo de los fraudulentos Mayweather o McGregor, James Mattis habla de una respuesta “aplastante”, pero, en el fondo, tanto estadounidenses como norcoreanos saben bien que en un conflicto bélico ambos perderían, salvo los fabricantes de armas y empresarios de la guerra amigos de Donald Trump, que se frotan las manos pensando en los miles de millones de dólares que llegarían a ellas si los dos líderes terminaran de calentarse, cosa que a ninguno de los dos gordos les cuesta mucho. A modo de ejemplo, la empresa constructora californiana Gilbane Federal de Concord ya recibió 133,4 millones de dólares para construir un par de bases estadounidenses en Corea del Sur. Estos intereses económicos chocan con los electorales. En un solo día de conflicto convencional podrían perderse decenas de miles de vidas, un costo muy alto para Corea del Sur; pero si los norcoreanos atacaran una base norteamericana como la de Yongstan, con 25.000 personas en su interior, sería Estados Unidos el que tendría un costo político demasiado alto. Ya hemos visto en otros conflictos que unos pocos miles de bajas ya ponen al pueblo en contra de la Casa Blanca. Por este motivo es que dicha base (ubicada en la zona metropolitana de Seúl) está siendo sustituida como cuartel general por la de Pyeongtaek, lejos del alcance de los cañones norteños, aunque no de los misiles. La nueva base es una verdadera ciudad que albergará a 45.000 personas, ha costado 11.000 millones de dólares y su escudo será el sistema antimisiles Thaad; pero los militares norcoreanos han dicho en la televisión oficial que “cuanto más grande la base estadounidense, más efectivamente podremos atacarla”. En Estados Unidos aún tienen a raya a Trump y a su perro (así lo llama él) y por ahora todo se va en amenazas ilógicas. El tuitero planea “detener todo el comercio con todo país que haga negocios con Corea del Norte” y el secretario del Tesoro afirma que contarán con China para preparar un paquete de sanciones con quienes negocien con Corea del Norte. Es un delirio, porque la primera perjudicada sería China, que necesita comprar 90% de las cosas que exporta su aliada. Lo más que se le puede pedir a China es que su ministro de Relaciones Exteriores diga lo que dijo: “Seguir en esta línea puede tener serias consecuencias para la propia Corea del Norte”. Y punto. Con respecto a la reunificación de Corea, Kim Jong-un ha dicho: “Si una parte trata de imponer su ideología y su régimen a la otra, nunca se podrá resolver por vía pacífica el problema y sólo se originarán enfrentamientos y guerra. Es cierto que nuestro régimen socialista, centrado en las masas populares, es el mejor; pero jamás lo impondremos al sur de Corea”. Sin embargo, el gobierno norcoreano se siente amenazado por una potencia que tiene más de 800 bases militares distribuidas por el mundo a un costo de 100.000 millones de dólares anuales. De hecho, la proliferación de las mismas tuvo su inicio con la Guerra de Corea, en 1950. Los últimos ejercicios de Corea del Norte no han sido antojadizos, sino que responden al establecimiento de nuevas bases militares estadounidenses en Corea del Sur. ¿Quién amenaza a quién? Ahora bien, si nos dejamos lavar el cerebro con las manipulaciones de la prensa internacional, Donald Trump es el representante del mundo civilizado, el John Wayne que viene a salvarnos del tirano más tiránico de la historia universal, de una maldad inimaginable, incluso para George R.R. Martin, autor de la saga literaria Canción de hielo y fuego, que llegara a la televisión como Game of Thrones. Puede que sí, puede que Kim Jong-un no sea el mejor candidato para el premio Nobel de la Paz, pero le pido al lector que haga un ejercicio: tome una hoja y un bolígrafo y anote en una columna una lista de países invadidos por Corea del Norte y que por lo menos uno sea de Latinoamérica. En la otra columna anote los países invadidos por los padres de la democracia, la libertad y los derechos humanos. Sin mucho esfuerzo puedo recordar sus incursiones en Hawái, Filipinas, Granada y Haití. Podríamos hablar de Vietnam y Corea, de sus bases militares en Arabia Saudita, Colombia, Uzbekistán y Kirguistán, su intervencionismo en Georgia y Turquía, su apoyo a naciones terroristas como Indonesia y Argelia, su respaldo a Saddam Hussein para aniquilar a los kurdos y luego la invasión de Irak, las torturas practicadas a los presos en Guantánamo, los crímenes cometidos en Honduras, Islas Vírgenes, El Salvador, Guatemala, Puerto Rico, Yugoslavia, Libia, Angola, Somalia, Congo, Camboya, Sudán, la invasión a Panamá. Quizá recordemos que no fue Kim Jong-un quien creó Al Qaeda. Estados Unidos tuvo su primer ensayo expansionista con México. Tras apoyar a los secesionistas de Texas, terminó incorporando a su territorio, en 1845, al más grande de los estados mexicanos, lo que obligó a Santa Anna a declarar la guerra a sus vecinos del norte, justo lo que estos buscaban. En 1847 los estadounidenses tomaron la capital mexicana e impusieron el “tratado” de Guadalupe-Hidalgo, por el cual le robaban a México la mitad de su territorio. El teniente coronel Robert Bowan, que combatiera en Vietnam y es hoy obispo de la Iglesia Católica en La Florida, le envió una carta al expresidente George W. Bush analizando el motivo por el cual son blanco de los terroristas. “Somos blanco del terrorismo porque en la mayor parte del mundo nuestro gobierno defendió la dictadura, la esclavitud y la explotación humana. Somos blanco de los terroristas porque somos odiados. Y somos odiados, porque nuestro gobierno hizo cosas odiosas. ¿En cuántos países depusimos líderes popularmente electos, sustituyéndolos por dictadores militares, marionetas ansiosas de vender su propio pueblo a corporaciones norteamericanas multinacionales? Hicimos eso en Irán, cuando los marines y la CIA destituyeron a Mossadegh porque él tenía la intención de nacionalizar el petróleo. Lo sustituimos por el sha Reza Phalevi y armamos, entrenamos y pagamos su odiosa guardia nacional Savak, que esclavizó y brutalizó al pueblo iraní para proteger los intereses financieros de nuestras compañías del petróleo […] Hicimos lo mismo en Chile, en Vietnam. Más recientemente intentamos hacerlo en Irak. Y es claro, ¿cuántas veces lo hicimos en Nicaragua y otras repúblicas en América Latina? […] Una y otra vez hemos destituido líderes populares que deseaban que las riquezas de su tierra fueran repartidas entre el pueblo que las generó.” Por esto y más, espero que prime la cordura, y tanto Estados Unidos como Corea del Norte se saquen de encima a estos energúmenos lo más pronto posible, porque lo último que quisiera es tener que elegir un bando cuando ninguno me representa. No pienso comprar esta película barata en la que los buenos buenos están de un lado y los malos malos del otro. Como sea, dos matones se amenazan mutuamente. Más vale que los tomemos en serio, porque a diferencia de Mayweather y McGregor, estos inimputables están demasiado cerca de los botones rojos.