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Política

Visita de ícono

Angela Davis: Uruguay es la esperanza progresista de América Latina

En entrevista exclusiva con Caras y Caretas, la filósofa y activista estadounidense Angela Davis reflexiona sobre su visita a Uruguay, el recibimiento de la gente, las políticas públicas que lleva adelante el Frente Amplio y analiza el surgimiento de gobiernos de ultraderecha en Estados Unidos y en la región: “El mundo tiene que saber lo que está haciendo Uruguay, porque es impresionante”.

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¿Qué impresión te ha causado la visita a Uruguay? ¿Esperabas una recepción tan importante de la gente? Porque se ha llenado el Teatro Solís para escucharte y miles de personas, sobre todo jóvenes, concurrieron a tu homenaje como doctora honoris causa en la explanada de la Universidad.

Esta visita a Uruguay ha sido maravillosa. No tenía idea de que sería bienvenida con tanto entusiasmo y calidez. También aprendí muchas cosas, creo que aprendí mucho más de lo que pude haberle impartido a la gente de Uruguay. Estaba al tanto de que Uruguay es la mayor esperanza progresista en América Latina, pero tener la posibilidad de realmente conocer a personas representantes del Frente Amplio, cenar con el querido expresidente Mujica fue muy conmovedor para mí. Y poder conocer a personas que están activas en una variedad de movimientos sociales como, por ejemplo, Horizontes de Libertad, organizaciones de mujeres negras, como Mizangas y Ovejas Negras, una organización que defiende la diversidad sexual. Pude aprender sobre la aprobación de la ley trans y reunirme con activistas negras trans. Todo esto ha sido tan notable, y de hecho he adquirido tanta información y conocimiento, que necesito reflexionar y pensar en cómo puedo asistir en la posibilidad de elevar el estatus de Uruguay en Estados Unidos y en otros lugares del mundo, porque la gente realmente necesita saber lo que está haciendo Uruguay. Quedé muy impresionada por la presentación del Plan de Equidad Racial para afrodescendientes, quedé pensando en cuánto tiempo hemos estado nosotros participando en la lucha contra el racismo en Estados Unidos y nada parecido a un plan exhaustivo para combatir el racismo ha sido presentado o siquiera discutido a nivel gubernamental. Estoy muy emocionada, hay muchas cosas de las que puedo hablar, estoy impresionada por la belleza de la ciudad, pude hacer un tour por las partes afro de la ciudad, Palermo, Barrio Sur, visité la casa de la cultura, así que para mí esta visita ha sido realmente esclarecedora.

 

Además de este plan nacional contra la discriminación racial, ¿qué otras políticas que se han venido desarrollando en los gobiernos de este proceso progresista le motivan a reflexionar que Uruguay es una esperanza para la región?

Uruguay es el único país en América Latina que ha legalizado el aborto y eso por sí mismo es bastante notable. Y va mucho más allá que la legalización del aborto en los Estados Unidos, porque allá el caso legal que decidió que el aborto debe ser legal, está basado en leyes de privacidad, lo que significa que solamente las mujeres que tengan los recursos económicos suficientes para pagar por un aborto pueden beneficiarse de eso, y creo que las luchas políticas en Uruguay y sus partidos políticos progresistas tienen visiones mucho más complejas y exhaustivas de lo que significa proveer derechos a la población. Estoy impresionada por los programas de acción afirmativa, la ley trans, y no sólo las leyes, porque las leyes pueden ser aprobadas sin que ocurra un cambio real, pero hay una determinación de crear cambios de conciencia y proveer los medios materiales con lo que llevar estas leyes a la práctica.

 

Uruguay se mantiene como uno de los últimos países gobernados por la izquierda en América Latina. En los últimos años ha habido un avance muy importante de los movimientos políticos de la derecha y de la ultraderecha, comenzando por el gobierno de Donald Trump, en Estados Unidos, o el gobierno de Jair Bolsonaro, en Brasil. Son expresiones que incluyen, además de un programa económico de derecha, un discurso misógino, homófobo y ciertamente racista. ¿Qué reflexión le merece esto?

Creo que la confluencia de racismo, heterosexismo y transfobia es visible en la administración de Trump, en las Filipinas con Duterte y más dramáticamente en Brasil, con Bolsonaro. Pero que estas tres figuras sean más explícitas en su adhesión al racismo, la islamofobia y la homofobia no significa que no haya estructuras funcionando que garanticen la perpetuación de estas formas de opresión en otros lugares. Lo que significa es que en toda la región y en otras partes del mundo deberíamos entender que no alcanza con abogar por una economía más equitativa. Tenemos que enfrentarnos a todos estos asuntos al mismo tiempo. Este es un enfoque feminista que ha sido llamado interseccionalidad. Una de las cosas que me impresionan de Uruguay es la adopción de este enfoque, la marcha de la diversidad, por ejemplo, el reconocimiento de que hay una conexión entre enfrentar la historia y las consecuencias de la dictadura y los desaparecidos, y que eso tiene un impacto con el presente, y espero que esto continúe moviéndose en una dirección progresista.

 

El gobierno de Donald Trump tiene una mirada hacia América Latina que nos remite a la Doctrina Monroe, con un enfoque intervencionista. Incluso ahora presenta una amenaza abierta contra Venezuela, contra Cuba, contra Nicaragua y como ellos han dicho que todas las cartas están sobre la mesa, cabe la posibilidad de invasión militar a alguno de estos países. ¿En Estados Unidos hay conciencia sobre la amenaza que se cierne sobre estos países de América Latina?

Creo que hay mayor conciencia con respecto a Cuba, pero eso tiene que ver con la larga historia de movimientos en defensa de Cuba y en contra del embargo. Con Venezuela y Nicaragua el nivel de conciencia no es tan amplio, y creo que es nuestra responsabilidad; nosotros tenemos la capacidad de entender qué hay detrás de la postura intervencionista de Estados Unidos, no sólo la historia de la Doctrina Monroe y toda la historia del intervencionismo en América Latina, sino también la situación específica en Venezuela ahora mismo, con corporaciones acechando para privatizar el petróleo de Venezuela y la representación de Maduro como un dictador, cuando en realidad fue elegido democráticamente. Así que, ojalá, dada la larga historia de campañas en la defensa de países en América Latina y los derechos de las personas en el continente, quienes se movilizan por la paz se reorganicen y aboguen por la defensa de Nicaragua y Venezuela, y por supuesto en defensa de Cuba, y también expresen solidaridad para quienes están en Brasil intentando aferrarse a un futuro democrático, aun cuando Bolsonaro trata de frustrar ese esfuerzo.

He estado muy activa en el proceso de mantener viva la memoria de Marielle Franco y su legado. Ella fue asesinada en una especie de preludio a la elección de Bolsonaro y los movimientos en los que ella participaba, el movimiento LGBT, el movimiento antiviolencia, el movimiento en contra de la militarización de la policía, no sólo deben ser fortalecidos desde dentro de Brasil, sino que también nosotros, en Estados Unidos y otros lugares, debemos proveer de solidaridad material y espiritual a esas luchas.

 

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