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Antía no tiene coronita

Por Leandro Grille.

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Caras y Caretas Diario

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El intendente de Maldonado, Enrique Antía, mantiene un enfrentamiento público con la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) por las desastrosas consecuencias que tuvo en el ecosistema el evento Corona Sunset, realizado el 6 de enero en el balneario Buenos Aires, a la altura del kilómetro 167 de la ruta 10. El evento que se llevó a cabo sobre la faja costera, para cuyas instalaciones se utilizó maquinaria pesada sobre el sistema de dunas, fue descubierto por la Dinama en su fase preparatoria, de pura casualidad, el 20 de diciembre.

La Dinama aplicó una multa de oficio y le advirtió a la empresa organizadora que de acuerdo a la Ley 16.466, “de Protección del medio ambiente”, de 1994, en su artículo 6º, literal L: “Quedan sometidas a la realización previa de un estudio de impacto ambiental las siguientes actividades, construcciones u obras, públicas o privadas: […] Literal L) Las que se proyectaren realizar en la faja de defensa costera definida por el artículo 153 del Código de Aguas”. Además, en el artículo 7º se establece que “para iniciar la ejecución de las actividades, construcciones u obras en las que estén involucradas cualesquiera de las situaciones descritas en el artículo anterior, los interesados deberán obtener la autorización previa del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial, Medio Ambiente”.

Puesta sobre aviso, la empresa intentó obtener la autorización, pero la Dinama, como corresponde, de acuerdo al artículo 153 del Código de Aguas que cita la Ley 16.466, no autorizó el evento. El artículo de marras dice expresamente: “Cualquier acción a promoverse en la faja de defensa de costas que modifique su configuración natural, requerirá la autorización previa del Ministerio competente, quien la denegará cuando dicha acción pueda causar efectos perjudiciales a la configuración o estructura de la costa”.

En suma, la empresa comenzó a organizar el evento e intervenir en la faja de defensa costera con maquinaria pesada, actuando clandestinamente, y en connivencia con la Intendencia de Maldonado, por motivos evidentes. La Dinama descubrió el crimen de casualidad, pero cuando todavía estaba en la fase preparatoria. Advirtió de la gravedad de lo que se estaba haciendo. La empresa intentó subsanar parcialmente el asunto pidiendo autorización sobre hechos ya casi consumados. La Dinama rechazó cómo debía hacerlo de acuerdo a la ley. Si no hubiese rechazado autorizar, a sabiendas del impacto ambiental que tendría el evento sobre la costa, la propia Dinama habría incurrido en una flagrante violación del Código de Aguas y de la Ley 16.466.

La empresa, seguramente alentada por la Intendencia de Maldonado siguió adelante con su plan, incurriendo en una irregularidad alevosa. La Dinama se enteró, por denuncias, dos días antes de la fecha en que estaba prevista la fiesta, de que los trabajos no autorizados continuaban. Ordenó que se detuvieran y exigió que no innovaran. Que no se desarmara nada ni se armara nada más. La Dinama tenía que impedir que se siguiera dañando el ecosistema con nueva infraestructura, al tiempo que tenía que ver cómo se desarmaban las instalaciones ya erigidas, minimizando el impacto ambiental. Pero los trabajos continuaron y la fiesta se llevó a cabo el viernes 6. El lunes 9, la Dinama inspeccionó y verificó el grosero daño perpetrado entre la empresa y el gobierno departamental al sistema de dunas y al valioso y amenazado monte psamófilo, monte natural y achaparrado que crece a pocos metros de la costa, sobre la mismísima arena, y que está en grave peligro de desaparición.

La Dinama estudia la multa que va a aplicar. El organismo pretende que esta sea ejemplar, porque es evidente que tanto la empresa como su socia, la Intendencia de Enrique Antía, se burlaron de la dirección gubernamental y se pasaron la ley por donde no les da el sol. Pero no sólo eso: con su conducta dolosa dañaron el ecosistema, tal como se les había advertido que iba a suceder. La multa se le aplicará a la empresa, pero con la Intendencia de Maldonado como corresponsable. Si no paga la empresa, tendrá que hacerlo Antía.

El intendente, protegido por los medios amigos de la oposición, ha salido a cacarear, con ese estilo tan peculiar de patrón de estancia que abunda en sus tiendas. Y ha dicho que no va a aceptar que vengan “a mandonear desde afuera”, y aseguró que no va pagar ninguna multa y que la va a descontar de las inversiones municipales en la costa. Todo lo que dice rezuma soberbia y estupidez. Lo primero es esa bravuconada ridícula de hablar de la DINAMA como el “afuera”, como si Maldonado fuera de su propiedad, o un país independiente, o un estado en una república federal. La pose beligerante de Antía no lo va a salvar ni ante la Dinama ni ante ningún juez, toda vez que la jueza medieval que hacía de sheriff nazi con los pobres, por mucho tiempo sospechada de prevaricar a favor del Partido Nacional, ahora es miembro de su gabinete, en la dirección de Asuntos Jurídicos, pero ya no es jueza. Para el resto, el asunto no puede tener dos lecturas, aunque el intendente hable del territorio como un señor feudal hablaría de las inmediaciones de su castillo: “Conozco el lugar como la palma de mi mano”. Dice que no discute con los técnicos de Dinama porque uno es “oceanógrafo” y los otros dos son jóvenes científicos recién recibidos. En cambio, él es un ingeniero agrónomo que ha trabajado desde hace décadas en la zona. Es hasta graciosa la pedantería de Antía, que desprecia, como sólo se puede despreciar desde la ignorancia, a jóvenes profesionales que saben infinitamente más que él sobre la costa, las dunas, los monte de arenales, la fauna, la vegetación y todo lo que se puede saber del ecosistema costero, pero que además hacen su trabajo con un enorme compromiso por proteger el medio ambiente de nuestro país, y no por guita, así que no los van a poder comprar ni intendentes ni empresarios.

Para muestra basta un botón. Antía, que simultáneamente le reclama los predios del municipio que utilizaba la Regional Este de la Universidad de la República para dárselos a la “Universidad” de la Empresa, se solivianta con los técnicos universitarios de la Dinama y se alza como un terrateniente en las páginas de El País. Si a eso le sumamos su gestión, los cambios en la Contribución Inmobiliaria, el impuesto a los terrenos baldíos, los reaforos, que son criticados hasta por otros blancos por su carácter regresivo y hasta confiscatorio contra los propietarios más humildes, entonces tenemos un indicio de lo que proyectan hacer los prohombres del herrerismo si llegan a hacerse del gobierno nacional.

Miremos fuera de fronteras y miremos dentro de fronteras. Errores y divisiones llevaron a personajes como este al poder. Que no se queden con las riendas de Uruguay, porque sus topadoras no sólo van a destruir dunas.

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