Las penas y las vaquitas
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Se van por la misma senda
Las penas son de nosotros
Las vaquitas son ajenas
‘El arriero va’ (Atahualpa Yupanqui)
Si la reunión en Durazno hubiera sido realizada para exigir mejoras a los salarios y condiciones de los humildes peones rurales, los convocantes hubieran quedado más solos que Pinochet en el día del amigo.
En principio, vaya mi apoyo a los pequeños y medianos productores, sobre todo a buena parte de los lecheros y arroceros, que realmente necesitan de una mano por parte del Estado. Me parece bien que el gobierno presentara en el Parlamento una ley para ampliar el fondo lechero de 30 millones de dólares a 36 millones. Les cuestiono sí que hayan permitido que se subieran al carro los privilegiados de siempre, los grandes terratenientes, los grandes explotadores y las organizaciones que apoyaron todos los golpes de Estado.
Llama la atención la actitud de los hijos del dictador Juan María Bordaberry. El Dr. Santiago Bordaberry confiesa en la página web de la Estancia y Cabaña El Baqueano que 2017 fue un excelente año para el productor, sin embargo, está entre los que promueven la revuelta rural desde los medios de comunicación, al igual que su hermano senador.
Entre los reclamos, hay varios que comparto. Llevo años quejándome de que los legisladores cobren una partida para comprar diarios y revistas o que se les pague el celular cuando ganan sueldos altísimos. No se arreglará el país disminuyendo o eliminando tales privilegios, pero se dará una sana señal. Como dijo Luis Landriscina al hablar de la austeridad de Mujica: “Todos se la aplauden, pero nadie la practica”. Creo que los poderes Ejecutivo y Legislativo tendrían que recortar todos los gastos innecesarios, y tanto el primero como las intendencias deberían recortar muchísimo los cargos de confianza. Eso, y ayudar a los productores en dificultades, lo apoyo; pero tratar de cambiar el rumbo del gobierno para que vire a la derecha es otra cosa. A esas aspiraciones el pueblo uruguayo les ha dicho tres veces que no de manera contundente en las urnas, y a las urnas deberán recurrir si quieren volver a tener a Uruguay en sus manos.
Los que siempre han tenido todo, le exigen al gobierno que el Mides deje de asistir a los que no tienen nada. Este pedido infame deja a las claras que en el trasfondo del conflicto hay una cuestión ideológica. Lo que exigen es que dejen de ayudar a los pobres para ayudar a los ricos. También exigen que el gobierno deje de gastar en publicidad. “Basta de autobombo”, dijo Landi. Justamente, varias veces le he pedido lo contrario al gobierno, ya que la mayoría de la gente desconoce una cantidad de cosas positivas que se han realizado; pero eso, a los blancos, no les conviene. Les conviene, y Landi lo tiene claro, la desinformación.
Apelando a pulverizadas verdades sagradas del neoliberalismo, afirman que la participación del Estado es nefasta para el país y que hay que dejar que la invisible mano del mercado ponga todo en su lugar; sin embargo, no se han quejado de que el Banco Central intervenga una y otra vez para evitar la caída del dólar, allí están pidiendo créditos blandos, ayuda contra sequías, vientos, tempestades o heladas y energía, combustible y agua a menor precio. Concordamos en que algunos sectores lo necesitan y merecen; pero no todos.
Asombra y entristece que un peón rural participe en una marcha en que su patrón se queja de que le pagan mucho; que un pobre marche contra un gobierno para pedir que se deje de ayudar a los pobres para ayudar a los ricos; que un trabajador marche junto a los oligarcas que fundieron a su país… Pues sí, algunos marcharon contra el único gobierno que defendió sus derechos (laudos salariales, ley de ocho horas, BPS, etc.). Claro, si no iban, perdían el trabajo, tal cual ha denunciado la Unatra; pero hay otros con el síndrome de Estocolmo que pelean del lado de quienes se opusieron a un derecho tan elemental como el de la sindicalización. Eso sí, luego le piden el voto a la peonada para el hijo del patrón que estudió para abogado o médico en la capital, Estados Unidos o Europa.
Ningún otro sector productivo ha tenido tantas quitas y refinanciaciones en sus deudas ni tan pocos requisitos para acceder al crédito; pero siempre logran algún beneficio que es ajeno al resto de sus compatriotas. Algunos, como el intendente de Maldonado, Enrique Antía, y su correligionario el senador Álvaro Delgado han logrado acceder a tierras sin vivir en ellas ni trabajarlas, quitando la posibilidad a otros posibles colonos, con más ganas de trabajar, pero con menos poder.
Subidos al carro de los productores que sí tienen dificultades, los poderosos reclaman pagar el combustible a $ 26, rebaja de la contribución inmobiliaria, rebaja de la energía eléctrica, exoneración de aportes al BPS (como si fueran impuestos), pagar el Impuesto de Primaria por una estancia sola, aun cuando tengan varias, que el dólar suba a $ 36 y que todo eso lo pague Juan Pueblo. Si el gobierno no accede, cortes de rutas y retención de alimentos en plena temporada. “Y si tiene que correr sangre, que corra”-amenazó el blanquísimo director de Cultura de Durazno, Miguel Irrazábal-.
La oligarquía criolla, que tiene como su mayor exponente individual al Presidente de la Asociación Rural del Uruguay, Pablo Zerbino, y como exponente colectivo al Partido Nacional, exige reducir los costos salariales, lo cual, traducido al criollo, implica que el Estado le permita volver a la época en que se podía explotar tranquilamente a sus trabajadores bajo el silencio cómplice de los gobiernos rosados. Los presidentes de la ARU, Pablo Zerbino, y de la Cámara de Industrias del Uruguay, Gabriel Murara, han sido más directos al quejarse de lo que hay que pagar a los empleados. El segundo ha dicho literalmente que “hay que priorizar los empleos por encima de los salarios”. O sea, si no nos dejan pagar sueldos miserables, seguiremos echando gente.
Ahora bien, quien entienda que trato de oligarcas a todos los productores rurales o a todos los millonarios de este país, no me conoce o tiene dificultades serias de comprensión lectora. El término “oligarquía”, que los derechistas intentan que consideremos obsoleto, se refiere a un pequeño grupo de personas que directa o indirectamente gobierna a una sociedad. En cuanto a su etimología, no sé qué significa “oli”, pero los rioplatenses tenemos claro lo que significa “garca”. Como decía Hugo Chávez: “No todo millonario es un oligarca. Hay quienes han hecho dinero porque trabajaron mucho, ahorraron, invirtieron o tuvieron una buena idea. Oligarca es el que ha hecho dinero explotando a sus trabajadores”.
Así que el tema no es reductible a ricos contra pobres, sino a abusadores contra el resto de la sociedad. Esa oligarquía criolla tiene clarísima la lucha de clases, pero muy inteligente y maquiavélicamente, cuando se menciona el tema, vuelve con aquello de Mirtha Legrand: “Derecha, izquierda… ¡Esos son conceptos perimidos!”.
Una y otra vez, tanto Walter Serrano Abella como Jorge Landi arremetieron contra estos conceptos, pero una y otra vez arremetieron también contra la ideología de izquierda. Únicamente contra la de izquierda.
Es cierto que el campo genera buena parte de la riqueza del país, pero también es donde más se concentra la misma y donde menos se redistribuye, y al que se queje, que vaya rumbeando pa’ la tranquera, agradeciendo no tener que llevarse un rebencazo de recuerdo.
A los pequeños y medianos productores hay que apoyarlos con todo lo que sea posible; pero en cuanto a los que están de vivos y lloran porque este año serán un poco menos millonarios, si retienen sus productos, no hay problema, a importar y resistir. Que no intenten arrear a este gobierno a los ponchazos con su embestida baguala. Conozco Uruguay de punta a punta, cada ciudad, cada pueblo y cada pasto, así que no me vengan con versos. Si por mí fuera, implementaría ya una reforma agraria, pero poniendo como prioridad el bienestar y posibilidad de desarrollo económico de los trabajadores rurales, y al que no le guste, que se vaya a Paraguay, Argentina o Brasil a explotar gente, que allá sí tendrán gobiernos que les amparen.
Considerando la postura y mentalidad de tan ilustres ciudadanos y la manera en que tratan a los trabajadores rurales, me pregunto si es tan mala la extranjerización de la tierra, porque no veo a la gringada quejarse, sino a nuestros criollísimos oligarcas.
Por cada palabra invitando al diálogo, al respeto y a la fraternidad, los oradores agregaban dos insultos. Landi habló de igualdad (“Queremos y exigimos un solo Uruguay”) y de fraternidad, pero ni una sola letra a favor de mejorar la situación salarial de la peonada.
Concluyo, resumo e insisto: apoyo a los productores que de buena fe piden ayuda al Estado, pero dejar que los explotadores y la derecha (Partido Nacional, Partido Independiente y Partido Colorado) se les subieran al carro les ha restado apoyo popular. Les critico los discursos ideologizados y que encima lo nieguen; les critico que fueran duros con el gobierno nacional y excesivamente tibios con las intendencias blancas, y me repugna que se hable de los ruralistas como si todos fueran iguales y los abusados, idiotas.
Quizá eso explique que en lugar de las 50.000 personas esperadas sólo fuera 15%. Habrán podido usar un tema de Copani sin su permiso para mostrarse como modestos trabajadores y habrán podido decir a los empleados rurales que esto era por todo el campo, pero la mayoría de ellos, luego de la arenga del patrón para que les acompañara, se habrán quedado pensando en sus ranchos: “Aramos, dijo el mosquito al buey que partía el terrón”.