Según la organización de las Naciones Unidas para la alimentación FAO, el número de personas en el mundo que pasan hambre está cerca a los 821.000 millones en todo el mundo, 20 millones más que el año pasado.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Los países donde se produce con mayor frecuencia esta situación, según el organismo multilateral, son aquellos que se encuentran inmersos en conflictos políticos o son víctimas de catástrofes naturales. Sin embargo el escritor y periodista argentino Martín Caparrós, plantea que ese diagnóstico no sería tan exacto, pues los mayores niveles de malnutrición se registran en países como India o Turquía, también se registran casos en Tailandia y Rusia, y en ninguno de los anteriores países se registran conflictos a escala general o grandes catástrofes naturales.
Por otro lado, también según la FAO, la producción alimentaria desde hace 30 años es la suficiente para cubrir la demanda mundial, de hecho en 2017 se produjo suficiente comida para alimentar a 12.000 millones de personas, es decir, casi 5.000 más de las que habitan en el planeta. Pero si hay comida suficiente, ¿porqué tanta gente pasa hambre?
Las razones son varias, además de que lógicamente no todos pueden acceder a la producción alimentaria por dificultades geográficas y principalmente económicas, pero además una cantidad cada vez más creciente de comida no está siendo producida para el consumo humano, sino para alimentar grandes lotes de de ganado o para biocombustibles, es decir que tiene como fin último grandes cadenas de producción industrial.
Según Caparrós, sólo Argentina produce para 300 millones de personas, sin embargo dentro de sus fronteras, hay 2 millones de hambrientos; Esto porque su gran producción de granos se destina como alimento para cerdos en China.
El aumento de la cantidad de personas sin alimento contrasta con el aumento en el volumen de las fortunas de los 500 más ricos del mundo; quienes, según la revista Bloomberg, reportaron un crecimiento del 23% en 2017.
Es decir que el modelo de producción de alimentos a escala mundial está configurado para alimentar el sistema económico en favor de los grandes poseedores de riqueza y no en favor de satisfacer esa mínima y vital necesidad del ser humano.