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Política

LOS QUE FALTARON A LA CITA

La instalación legislativa del autoritarismo

Con escaso público en las afueras del Palacio Legislativo se realizó el relevo de la Legislatura. Pocas veces en la historia un evento de esas características careció del marco social que justificara su importancia institucional.

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Hoy, 15 de febrero, como acontece cada quinquenio, se renovaron los representantes del Poder Legislativo. El elemento más perceptible de la ceremonia, fue la pasmosa ausencia de calor popular en las inmediaciones del Palacio Legislativo. El fenómeno está demasiado fresco para sacar conclusiones, pero las mismas no pueden limitarse al fin de un ciclo de quince años en los que el Frente Amplio tuvo mayoría absoluta en el recinto parlamentario. Si nos remontamos dos décadas atrás, cuando Jorge Batlle fue electo presidente, nos encontramos en el entorno de la ceremonia el mismo frío glacial, que contrastaba con la tórrida jornada de febrero en la que se desarrolló. Algo sucede en el ánimo popular y aún es demasiado pronto para sacar conclusiones. El nuevo Parlamento asume para aprobar en tiempo récord una Ley de Urgente Consideración que contiene 457 artículos, en su mayoría de corte regresivo y autoritario. El contenido del articulado fue conocido luego de realizarse las elecciones generales que consagraron el triunfo de la coalición opositora, que tuvo la astucia de ocultar su contenido hasta resultar victoriosa por estrecho margen, reeditando por la vía de los hechos, y de manera oblicua, un remedo del rastrillo electoral que representó históricamente la ley de lemas. De todo esto se puede rescatar el clima democrático y estructurado en el que se realizó la transición. Esperemos que, al menos en ese sentido, Uruguay siga siendo Uruguay. En otros aspectos, es de sentido común esperar tiempos duros, pero también, como marca la historia, el acontecer social no se puede manejar de manera antojadiza sin la participación del pueblo, ese pueblo que brilló por su ausencia en este cambio de mando. Tal como dijo Unamuno al culminar el que sería su último discurso, en la Universidad de Salamanca: “creo inútil pediros que penséis en España”. Cambiando tiempos y lugares, podríamos hacer nuestras esas palabras.

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