Por Manuel González Ayestarán
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El 23 de abril se celebrará la primera vuelta de las undécimas elecciones presidenciales de la Quinta República Francesa. En ellas Europa se juega nada menos que el equilibrio de su comunidad económica tras los tres trancazos sufridos durante el pasado año. El brexit, el fracaso de los partidos tradicionales en Austria y el No a la reforma constitucional propuesta por el primer ministro italiano, Mateo Renzi, dan muestras de una auténtica crisis de hegemonía de la Europa de la austeridad y del capital especulativo. Actualmente, el euroescepticismo de Marine Le Pen viene liderando las encuestas de opinión en la tercera economía de la eurozona; su triunfo podría debilitar gravemente el proyecto unitario surgido en plena Guerra Fría con el auspicio de Washington para contrarrestar, por aquel entonces ,la hegemonía comunista. Sin embargo, la sucesión de escándalos políticos relacionados con algunos de los principales candidatos ha generado una profunda incertidumbre a la hora de predecir cualquier resultado. Fuentes gubernamentales y medios como The Washington Post acusan a Rusia de tratar de influir en las elecciones mediante ciberataques y difusión de rumores no probados sobre algunos candidatos. Lo que parece evidente es que la presidencia de la República se disputa entre la ultraderecha del Frente Nacional de Marine Le Pen, la derecha de Los Republicanos liderados por François Fillon y el presunto centrismo socioliberal del Movimiento ¡En Marcha! de Emmanuel Macron, exministro de Economía de François Hollande. Por detrás quedarían el Partido Socialista, liderado por el socialdemócrata Benoît Hamon, y el izquierdismo moderado del movimiento Francia Insumisa de Jean Luc Melenchon. Los escándalos mediáticos El principal candidato europeísta, François Fillon, que hace un mes lideraba los sondeos de opinión como heredero de Nicolas Sarkozy al frente de Los Republicanos, fue salpicado por un un caso de fraude y nepotismo que le ha hecho perder apoyos claves en cuestión de semanas. Fillon ha sido acusado de contratar en falso a su mujer, Penelope, y a dos de sus hijos como asistentes parlamentarios. Según publicó el semanario Le Canard Enchaîné, la esposa de Fillon habría percibido un monto de alrededor de 500.000 euros por su trabajo realizado entre 1998 y 2002, así como durante los seis meses que fue contratada como asistenta parlamentaria de su marido y de su suplente en 2012. El semanario se basa en recibos de pago de Penelope Fillon, cuyo monto se financiaba mediante un presupuesto reservado a los diputados de la Asamblea Nacional para remunerar el trabajo de sus asistentes. Sin embargo, se denuncia que la mujer nunca llevó a cabo las funciones por las que fue contratada. Por otro lado, François Fillon también ha sido acusado de cobrar 21.000 euros por actividades irregulares durante su período como senador entre 2005 y 2007. Por su parte, el líder de Los Republicanos respondió a estas acusaciones reconociendo las acusaciones de nepotismo, pero negando la existencia de cualquier fraude. “Fue un error. Lo lamento profundamente y presento mis disculpas a los franceses. Actué de acuerdo con las costumbres”, afirmó en rueda de prensa. El candidato derechista afirmó que le “quisieron asesinar políticamente”, pero que “desde esta misma tarde empieza una nueva campaña […] No hay un plan B y hay que estar unidos”. Fillon se defendió así como único candidato de la derecha tradicional francesa. Este escándalo ha beneficiado a la ultraderechista Marine Le Pen y al socioliberal Emmanuel Macron. La líder del Frente Nacional es hoy primera fuerza en las encuestas de cara a la primera vuelta de los comicios electorales, con 25 por ciento del apoyo, seguida de cerca por Macron, ahora al frente de la formación socioliberal ¡En Marcha! Sin embargo, sobre el candidato centrista se ha volcado otra campaña mediática por la que se han difundido rumores acerca de una supuesta relación extramarital homosexual en la que estaría implicado. Según se propagó en algunos medios, una revista de peso tiene fotos comprometedoras del líder del movimiento ¡En Marcha! con el presidente de Radio France, Mathieu Gallet. Sin embargo, el pasado martes, Macron salió a desmentir todo en rueda de prensa. “Si en alguna cena, o en alguna cadena de mensajes, les dicen que mantengo una doble vida con Matthieu Gallet [presidente de Radio France] o con cualquier otra persona, será que se me ha escapado un holograma, pero sin duda no seré yo”, aseguró el exministro. “El rumor no sólo es desagradable para Brigitte [su mujer], sino que además se pregunta cómo me las arreglo físicamente”, añadió en tono de broma. Campañas y candidatos Marine Le Pen inició su campaña política en un acto celebrado en el Anfiteatro del Centro de Congresos de Lyon (este de Francia), poniendo toda la carne en el asador. La principal figura ultraderechista reivindicó tanto el brexit como el triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses y arremetió contra los que considera los “dos totalitarismos que amenazan a Francia”: la globalización y el fundamentalismo islamista. Para ella, la UE es “un fracaso que no ha podido cumplir con ninguna de sus promesas”, por tanto, uno de los pilares de su programa económico es romper con “el tiránico sistema europeísta”. Otros pueblos nos han mostrado el camino, como los británicos que han elegido la libertad con el brexit”, señaló. Le Pen también se refirió a los pueblos austríaco e italiano. “Estas naciones han mostrado que el despertar de los pueblos contra las oligarquías puede realizarse”, subrayó. Por otro lado, la número uno del Frente Nacional tampoco quiso olvidarse de Donald Trump, al cual alabó por “cumplir con sus promesas electorales”. Su programa político incluye medidas como la realización de un referéndum por el abandono del euro, una consulta popular sobre el endurecimiento de penas (cadena perpetua y pena de muerte), desarrollo de una economía basada en el “proteccionismo inteligente” para eliminar el “dumping socio-económico-ambiental” ejercido por países altamente desregulados en los ámbitos laboral y medioambiental, abandono de la zona Schengen para realizar controles migratorios independientes, instauración de una “ciudadanía por puntos” que pueda ser retirada a aquellos inmigrantes que cometan delitos. Le Pen también se ha manifestado a favor de sacar a Francia de la OTAN y en contra de instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) por considerarlas una “máquina infernal al servicio de la ideología ultraliberal”. Por otro lado, las posiciones favorables a la Europa de los capitales especulativos están representadas por François Fillon, Emmanuel Macron y Benoît Hamon. El primero se desempeñó como primer ministro durante el gobierno de Nicolás Sarkozy. Previamente había ocupado las carteras de Educación y de Trabajo y Asuntos Sociales durante la presidencia del también derechista Jaques Chirac. Fillon embandera un programa netamente neoliberal favorable a la reforma laboral que instaure la precariedad laboral para favorecer la contratación y el crecimiento en aras de mantener el equilibrio financiero del país. En el ámbito internacional, Fillon destaca por sus posiciones en cierto modo ambiguas, por las que está a favor de dialogar con Rusia para mantener una relación favorable, sin renunciar tampoco a Estados Unidos. “Realpolitik se ha convertido en una mala palabra, como si se hubiera olvidado que las relaciones internacionales también fueron dictadas por el interés nacional y con sujeción a una profunda dialéctica. Se entiende que podríamos tener diferencias con Moscú sobre muchos temas, pero es de interés común que trabajemos juntos”, expresó a finales del pasado año. “El general De Gaulle discutía con Stalin, ¿pero sería de mala educación hablar con Vladimir Putin?”, añadió. Por otro lado, Macron, que recientemente se ha puesto en primera línea de la competencia política, se presenta como una opción transversal, “ni de izquierdas, ni de derechas”. El exministro de François Hollande es uno de los principales defensores de la Tercera Vía en Francia y se muestra completamente favorable a consolidar la Unión Europea del capital especulativo. “Mi movimiento es una amplia coalición de socialdemócratas, liberales, centristas, ecologistas y sobre todo de ciudadanos que nunca han tenido un compromiso político […] Los partidos están anclados en una división que no se corresponde con la realidad. La verdadera división está entre progresistas y conservadores, entre apertura e inmovilismo. Derecha e izquierda están fragmentadas entre proeuropeos y antieuropeos, por ejemplo. O sobre la reforma laboral, la mundialización”, explicó. Sus críticos por la izquierda lo acusan de ultraliberal, los centristas afirma que es un mero continuador de las políticas de Hollande y el Frente Nacional asegura que es el candidato de la globalización. Sus medidas incluyen la flexibilización de la jornada laboral, extensión del seguro de paro, la supresión de las cotizaciones por sanidad y desempleo que el trabajador paga actualmente, la reducción de impuestos a los grandes empresarios y ampliación de ayudas a emprendedores, entre otras. Por otra parte, el Partido Socialista llega removido por Benoît Hamon, el cual reclama una “izquierda de combate”. Su victoria sobre Manuel Valls, representante del ala más derechista de la formación, expresa una búsqueda de identidad por parte de los socialistas, mirando tímidamente hacia la izquierda. Hamon defiende medidas progresistas como la implementación de una renta básica universal, una política migratoria menos restrictiva, legalización del cannabis, apuesta por las energías renovables y derogación de la reforma laboral impulsada por Valls como vicepresidente de Holland. De alguna forma, su figura se asocia a figuras como Bernie Sanders en Estados Unidos o al actual líder del Partido Laborista de Reino Unido, Jeremy Corbyn. Por último, el otro candidato a las elecciones que tiene apoyos superiores a diez por ciento en los sondeos electorales es el candidato izquierdista Jean Luc Melenchon, al frente del movimiento Francia Insumisa. Melenchon se separó del Partido Socialista en 2008 debido a la deriva neoliberal que había experimentado. Su programa apuesta por la reforma de la UE desde dentro, al igual que formaciones como Podemos en España o Syriza en Grecia. Junto al exministro griego de Economía Yannis Varoufakis y otras personalidades de la intelectualidad publicó en 2015 el manifiesto Por un plan B en Europa, en el cual llaman a desobedecer las órdenes de austeridad de los órganos centrales de la UE.“Los que creen que el problema de Europa es el euro se equivocan. El problema es el Banco Central Europeo [BCE], que al tener como objetivo único la estabilidad de precios, no es válido para la moneda única”, expresó recientemente en una entrevista con el diario español El País. Melenchon critica el continuismo de las políticas de austeridad neoliberales que se ha dado durante los últimos gobiernos en el país. En este sentido, el líder de Francia Insumisa apuesta por el rechazo a los tratados de libre comercio, tanto con Estados Unidos (Tafta) como con Canadá (Cefta), el aumento del sueldo mínimo a más de 1.300 euros y un viraje fuertemente ecologista de la política nacional.