Desde hace años, Caras y Caretas viene señalando el desinterés (por no llamar ignorancia o negligencia criminal) de nuestra clase política por la temática económica: sólo la aborda por cuestiones puntuales propias del juego político diario. Lo mismo podría decirse de la política propiamente dicha, ya que no asistimos a debates sobre modelos de país (en todo caso sabemos de alguno, pero es el que está oculto), sino escaramuzas, sin que nadie formule una crítica integral del adversario y, menos que menos, algún esbozo de autocrítica. No asiste, con notables excepciones, a actividades de carácter económico como las que se prodigan en abundancia, perdiendo la oportunidad no ya de discutir, sino acaso la de aprender. Es lo que se ve. Así las cosas, ocurre que el presidente del Banco Central, Mario Bergara, justamente el único funcionario que “debería ser un mudo” -según una célebre definición de Oxford sobre la autoridad monetaria-, realiza cada tanto apreciaciones de carácter global que merecen mucha atención, además de haber compilado en un libro (“Las nuevas reglas de juego en Uruguay/incentivos e instituciones de una década de reformas”, presentado en el Paraninfo de la Universidad el 25 de noviembre de 2015), oportunamente comentado por Caras y Caretas, su visión de la economía uruguaya, con la que se puede discrepar o no, pero constituye una articulación orgánica de pensamiento al respecto, elaboración de lo que no existen ejemplos similares en el país, por lo menos desde 1967. Un foro con muchos comentarios El martes 14 de marzo, en el ciclo de Almuerzos de Trabajo de la Asociación de Dirigentes de Marketing (ADM), Bergara desarrolló la exposición titulada Estabilidad y crecimiento a pesar de las turbulencias globales. Comenzó precisamente haciendo referencia a la coyuntura actual a la luz de la influencia de las circunstancias mundiales al señalar que “todos los días recibimos noticias que exacerban la incertidumbre”; y que “cada vez más las decisiones económicas y políticas están influenciadas no sólo por lo que está pasando, sino por lo que todos esperamos que vaya a pasar”. Como se recordará, Bergara alertó a fines del año pasado sobre el peligro que significaba para la economía global la desmedida afluencia de inversión en valores bursátiles (que llevó a que el Dow Jones superara en algunos picos los 26.000 puntos, hasta la histórica caída de febrero que acaso evitó un estallido como el de 2007), el fenómeno de sobreinversión que Alan Greenspan inmortalizara con la expresión “exuberancia irracional de los mercados”. Ahora reiteró que el nivel de las bolsas “sigue siendo motivo de preocupación” y añadió que las criptomonedas constituyen “una piedra más dentro del ruido generalizado”. Las señales externas, a las que caracterizó como “confusas”, refieren obviamente a las políticas comerciales (ahora, al parecer, embarcadas en una guerra comercial, con el aumento de aranceles del acero y el aluminio, y en una de divisas); fiscales (nadie sabe qué pasará con una superpotencia que rebaja drásticamente sus impuestos a las empresas mientras aumenta su gasto militar y en infraestructura), y monetarios (baja del dólar y suba de tasa de intereses), provenientes de los Estados Unidos (EEUU) de la era Trump. A esas “señales” se suman las provenientes de Europa (que seguramente ahora mantendrá sus estímulos por parte del Banco Central Europeo, las tasas bajas y responderá a las guerra comercial y de divisas), y a las que indudablemente adoptarán potencias como la Federación Rusa y, sobre todo, China Popular. Bergara señaló expresamente que “una guerra comercial no es ni de lejos el mejor escenario”, y que es difícil tener expectativas claras, ya que “tener señales confusas sobre las principales variables a nivel global no es ninguna buena noticia para Uruguay, no ayuda al crecimiento ni a la definición de políticas macroeconómicas estables”: siempre se debe recordar que Uruguay es tomador absoluto de decisiones externas en el campo económico. En este contexto, Bergara destacó que la economía uruguaya evoluciona “saludablemente” a partir de un crecimiento económico a tasas decentes (en el entorno de 3,3% del PIB); “de la recuperación de la demanda doméstica, la evolución de las exportaciones de bienes y servicios, y un superávit consistente de la cuenta corriente de la balanza de pagos”. Los desafíos según la autoridad monetaria A la vez que destacó los indudables logros de la economía uruguaya (que ganan estatura continental, y ni hablar de compararnos con nuestros grandes y ricos vecinos), también se refirió a “desafíos bien definidos”, como la necesidad de “un marco fiscal ordenado pero pautado por la necesidad de adecuación, un crecimiento que aún no arrastra a mejoras en los niveles de empleo y la necesidad de reactivar el proceso inversor”. El déficit fiscal. Sin nombrarlo, Bergara se refirió así a la necesidad de reducir el nivel del déficit fiscal, que cerró en 3,7%, cifra que el equipo económico considera peligrosa y primera prioridad de su gestión, lo cual es sumamente discutible cuando aún el país no dispone de un proyecto económico a mediano y largo plazo, y debate su inserción comercial en momentos de definiciones históricas por el reordenamiento de los grandes megabloques continentales, que tendrán directas consecuencias en nuestros intercambios con el resto del mundo. Si bien señaló que “si nos comparamos con el déficit fiscal de Venezuela, Brasil, Argentina, somos Gardel”, agregó que “eso no es lo relevante, lo relevante es que nosotros estamos lejos en materia fiscal de lo que están hoy Chile, Colombia o Perú”. Este énfasis puede interpretarse como un mensaje por elevación para la dirigencia gremial, que se juega una instancia histórica en la próxima ronda salarial -la más amplia de la tercera gestión frenteamplista- y que acaso ve con más claridad que las autoridades económicas las implicancias político electorales de las decisiones a tomar. En ese sentido, nos permitimos destacar las fogosas manifestaciones públicas del presidente del Pit-Cnt, Fernando Pereira, en defensa de las reivindicaciones de los trabajadores, que abarcan también a los jubilados, es decir, al factor trabajo en Uruguay, el que ha sido más castigado por los recientes ajustes fiscales, mientras se obtura desde las alturas del equipo económico toda posibilidad de una mayor contribución de los sectores privilegiados, que han sido los grandes beneficiados de los 13 años de administración frenteamplista. La inflación. Bergara se refirió extensamente a los criterios que utiliza el Banco Central para cumplimiento de sus responsabilidades, a los que erróneamente la reforma de la primera Carta Orgánica de la autoridad monetaria circunscribió al control de los equilibrios macroeconómicos refiriéndose al déficit fiscal y la inflación. En la primera superpotencia mundial, EEUU, la Reserva Federal (que es una institución mixta, con gran participación de los banqueros privados) tiene como objetivo prioritario el mantenimiento de los niveles de actividad y de empleo, y así ha conjurado sus grandes crisis, como la Gran Depresión de 1929 y la Gran Recesión 2007-2010. Lo mismo ocurre en Europa -donde Angela Merkel y Mariano Rajoy son errores pasajeros- para no hablar de Rusia y China. En lo relativo a “la estabilidad de los precios”, el titular del BCU señaló que la inflación se ubica apenas encima del techo del rango meta y que “afortunadamente el proceso de reducción de la inflación trajo consigo también una reducción de las expectativas sobre la misma”. Dijo que el actual nivel, 7,07% en los últimos 12 meses, según el INE, no es de su agrado, y señaló la necesidad de “seguir trabajando para consolidar la inflación dentro del rango meta”. Ratificó la política monetaria “flexible y razonablemente contractiva” desarrollada por el BCU, señalando que en el sistema bancario “todos los indicadores del sistema transmiten serenidad”. También destacó la modernización del sistema de pagos, “en buena medida a impulso de la Ley de Inclusión Financiera”, destacando que “33% del total de pagos se realiza por medios electrónicos”. Crecimiento económico y empleo. Lamentó que el crecimiento económico que se verifica no esté arrastrando al empleo y agregó que esto constituye una “preocupación genuina”. Se refirió al tema “robotización”, afirmando que “el impacto de los procesos tecnológicos que se avecinan -tales como la automatización, la robótica y la inteligencia artificial- pueden estar generando crecimiento económico sin que eso arrastre al empleo”. Manifestó la necesidad de reactivar el proceso de inversión sostenida y señaló que el gobierno lo asume “desde una situación de serenidad, sin dramatismo”. “Entonces tenemos un panorama de crecimiento, con desafíos bien definidos y expresados de manera transparente en materia fiscal, en materia de empleo y en materia de inversión”. Finalmente, se centró en la evolución del dólar, reiterando que “no se puede ir contra los fundamentos globales y que, por tanto, el valor del dólar en Uruguay acompaña al valor del dólar en el mundo”. Sostuvo que “las expectativas globales sobre el dólar han condicionado los flujos de capital y los cambios de portafolio, y por ende el tipo de cambio en Uruguay ha acompañado el valor del dólar y sus expectativas en el terreno internacional”. Con esto dio respuesta a recientes y muy comentados artículos de Juan Carlos Protasi en Búsqueda y de Jorge Caumont en Economía & Mercado de El País, que han cuestionado severamente la política monetaria del BCU. El titular del BCU respondió implícita pero casi directamente ambos artículos, sobre todo en el espacio de preguntas que se dio tras su exposición. Según Bergara, “las intervenciones del BCU han tenido un efecto de estabilidad, absorbiendo los excesos en una dirección u otra”. Destacó que “porque somos responsables es que intervenimos aun pagando un costo, para que no se desplome el tipo de cambio y no tenga efectos cruciales sobre el sector real de la economía”. Enfatizó que “nadie ha hecho en Uruguay más que el Banco Central por mantener el dólar esencialmente competitivo, y que haber comprado en el último año 4.000 millones de dólares en 2017 y más de 1.000 millones en lo que va del año parece ser una muestra suficiente”. Con esto respondió directamente a los “autoconvocados”, que solicitaron desde un comienzo un dólar a $ 36 y culparon al BCU del “atraso cambiario”, tema sobre el cual sin duda seguiremos discutiendo. Se podrá estar de acuerdo o no con todas o algunas de las apreciaciones del presidente del Banco Central, pero sin duda se trata de aportes valiosos, de muy amplio espectro, que toda la sociedad, y especialmente su clase política, deberían atender y evaluar, incluso para criticarlos. No vemos que eso ocurra. Así como la “guerra es demasiado importante para dejar su conducción solamente a los militares”, puede decirse, acaso hoy más que nunca, que la economía es demasiado importante para dejar su manejo exclusivamente a los funcionarios de los equipos económicos o a los “formadores de opinión”, que generalmente responden a intereses económicos concretos.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Bergara y la Renta Básica Universal
Preguntado sobre la debatida propuesta de establecer una Renta Básica Universal (RBU), o sea un ingreso mínimo proporcionado por el Estado a todos los ciudadanos de un país, el presidente del BCU se refirió cautelosamente a favor del estudio de la misma, a la que vinculó a la dinámica tecnológica más que al deterioro del empleo. Indicó que debe haber un proceso previo a su implementación que financie su factibilidad a través de “enormes aumentos de la productividad” que la hagan posible. Con su abierta sonrisa de siempre, manifestó que “en esa perspectiva, lo veo bien, me parece razonable”, señalando que “no hay que pensar que mañana vamos a empezar a repartir renta básica para todo el mundo”, porque eso sería poner la carreta delante de los bueyes”.