La ceremonia de investidura del presidente electo Joe Biden y la vicemandataria electa Kamala Harris, titulada «Un evento para todos los estadounidenses», se realizará bajo un fuerte escudo de seguridad y el evento se ha restringido por la pandemia de la Covid-19.
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A diferencia de anteriores ceremonias, a las cuales acudían más de 20.000 personas, este miércoles 20 de enero solo estarán presentes 1.000 invitados, mientras un numerosos contingente de fuerzas de seguridad vigilará la toma de posesión del líder demócrata.
Más de 20.000 efectivos de la Guardia Nacional resguardarán el llamado acto de inauguración ante amenazas potenciales detectadas por el Buró Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés).
Las autoridades quieren evitar incidentes después de que cientos de seguidores del mandatario saliente, Donald Trump, asaltaran el Capitolio el pasado día 6 de enero, causando cinco muertos.
La ceremonia de cambio de mando será inédita este miércoles, luego que Trump, quien no aceptó los resultados de las elecciones de noviembre, alegando un presunto fraude, rechazó acudir al traspaso de poderes y abandonará la Casa Blanca horas antes del evento.
Apenas las campanas del reloj señalen el mediodía del miércoles 20 de enero, el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, tomará el juramento constitucional que Biden pronunciará con su mano sobre una edición de 1893 de la Biblia, sostenida por su esposa.
La ceremonia en el Capitolio culminará con un discurso que el nuevo presidente dirigirá a la nación mirando hacia la gran explanada del parque central, el Mall de Washington, cubierta con miles de banderitas estadounidenses y cercada por tropas militares.
El National Mall, la famosa explanada donde se concentran multitudes para asistir al traspaso de Gobierno en Estados Unidos y donde se encuentran los monumentos más emblemáticos, permanecerá cerrado y tan solo los medios de comunicación y el personal de seguridad tendrá acceso.
También se han cerrado una docena de estaciones de metro y se ha restringido el tráfico en numerosas calles del centro de la ciudad, donde se han erigido vallas y se han colocado bloques de hormigón.
Según aseguran los medios estadounidenses, el FBI investiga incluso a los propios efectivos de la Guardia Nacional y a los policías desplegados en el dispositivo de seguridad.
La inteligencia estadounidense no quiere repetir los errores del 6 de enero, después de que la Fiscalía haya recopilado pruebas de que algunos de los participantes del asalto buscaban «capturar y asesinar» a representantes políticos.
Alrededor del Capitolio hay cercas con alambres de púas y en numerosas calles cercanas a la Casa Blanca no se permite el acceso mediante fuertes barricadas.