En la capital Brasilia, centenares de personas contrarias al jefe de Estado se concentraron frente a la Biblioteca Nacional y de allí se desplazaron hasta la Esplanada dos Ministerios de Brasil, sede administrativa del Ejecutivo.
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La manifestación, que reunió unas 3.000 personas, ha sido la mayor de grupos opositores al Gobierno realizada en la capital brasileña en los últimos días cuando Brasil se acerca a las 36.000 muertes por el coronavirus, el tercer país del mundo con más fallecimientos.
La protesta fue convocada por movimientos antifascistas y en defensa de la democracia, a los que se unieron manifestantes contra el racismo, en una cruzada internacional desatada por la muerte en Estados Unidos de George Floyd a manos de policías blancos de Minneapolis.
“Nos han preocupado los movimientos mundiales especialmente sobre el racismo, que se ha extendido sobre todo el mundo”, dijo a la agencia EFE Geromilson Santos, de la Comisión de Derechos Humanos de la Orden de los Abogados de Brasil (OAB) y participante en la protesta. “Mi preocupación como joven abogado negro es hacer frente a esos excesos fascistas que han afectado a nuestra población”, completó.
Para Daniel Sarampo, miembro de la hinchada organizada del club paulista Corinthians en Brasilia, el movimiento que surgió hace una semana pretende “retomar las calles” para “eliminar la extrema derecha y agregar más personas”.
“Entendemos que si no hubiera un escenario de pandemia, este movimiento aquí sería mucho mayor”, comentó Sarampo.
En el otro extremo de la Esplanada dos Ministerios, un grupo en menor cantidad y que suele todos los fines de semana realizar caravanas y caminatas en favor de Bolsonaro se reunió vistiendo sus ya habituales camisetas de la selección brasileña de fútbol y portando banderas del país y, esta vez, símbolos de la monarquía.
El ministro del Gabinete de Seguridad Institucional (GSI), general Augusto Heleno, saludó algunos de los simpatizantes y a los miembros de las fuerzas de seguridad que evitaron que las dos manifestaciones se encontrasen.
Bolsonaro, por su parte, salió a las afueras del Palacio da Alvorada, residencia oficial, para saludar a algunos de sus partidarios que se desplazaron hasta el lugar, pero no uso la mascarilla de protección al coronavirus como es recomendado por las autoridades sanitarias.
Las dos manifestaciones fueron dispersadas pacíficamente por la Policía y no se presentaron disturbios como los que ocurrieron hace una semana en San Pablo, cuando grupos opositores y favorables al presidente brasileño chocaron en la Avenida Paulista con un saldo de varios heridos leves.
Las movilizaciones se extendieron a otras ciudades del país, como Río de Janeiro y San Pablo.
En Río de Janeiro, los movimientos negros convocaron a una concentración frente al monumento en homenaje al esclavo rebelde Zumbí dos Palmares, en un acto asociado también a la muerte de Floyd y a reivindicaciones sociales relacionadas a la pandemia de Covid-19.
En San Pablo, la ciudad más populosa del país, la Justicia prohibió la realización de actos antagónicos en el mismo lugar y hora, por eso los seguidores de Bolsonaro se convocaron en la céntrica Avenida Paulista y los contrarios al Gobierno, dos horas después, en una plazoleta a casi cinco kilómetros de distancia.