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Bundy, el peor asesino en serie

Después de más de una década negándolo, Ted Bundy confesó 30 homicidios.

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Hijo biológico de un veterano de la fuerza aérea (a quien nunca conoció) y de Louise Cowell, Ted Bundy vivió sus primeros cuatro años en casa de sus abuelos maternos. Durante este tiempo creyó que sus abuelos eran sus padres y que su madre era su hermana mayor.

En 1950, Ted y su madre se mudaron a Tacoma (Washington) con otros familiares. Allí, Louise conoció a Johnnie Culpepper Bundy, un cocinero del ejército con el que se casó en mayo de 1951 y del que Ted posteriormente adoptó el apellido. El matrimonio tuvo cuatro hijos, pero Ted nunca creó un lazo afectivo con el marido de su madre.

Ted se graduó de la Licenciatura en Psicología, pero ningún trabajo le duró mucho tiempo.

El asesino

Ted Bundy era un hombre atractivo, se vestía bien y tenía encanto. Así lo describieron las personas que lo conocían. Tenía una vida aparentemente común y corriente. Nadie dudaba de él, no tenía «apariencia delictiva», no generaba prejuicios ni desconfianza.

El 4 de enero de 1974, Ted entró en el cuarto de Joni Lenz, de 18 años, la golpeó con una palanca metálica y la violó. Al día siguiente, la chica fue hallada malherida y sobrevivió con un daño cerebral permanente. Bundy tenía 27 años.

Veintisiete días después atacó a la estudiante de psicología de la Universidad de Washington Lynda Ann Healy de 21 años. Bundy entró en su dormitorio, la dejó inconsciente con un golpe y la sacó de la escuela. Nadie notó la ausencia de la joven hasta el día siguiente. La policía no estableció ninguna conexión entre las dos agresiones y tampoco se hicieron mayores pruebas ni estudios de la escena del crimen. Los restos de Lynda Ann fueron descubiertos un año después en una montaña cercana.

Durante el invierno y verano de 1974 desaparecieron varias universitarias y madres jóvenes. Se calcula que fueron ocho víctimas a las que atacó de noche, hasta que comenzó a hacerlo de día. La policía había iniciado una investigación y contaba con descripciones acerca de un hombre que solicitaba ayuda a chicas que jamás volvían a ser vistas. El individuo tenía la particularidad de ir cargado con libros y llevar un brazo enyesado o en cabestrillo. También hubo testigos que observaron a un hombre que solía tener «problemas» para arrancar su Volkswagen, que había sido visto rondando el sitio donde desaparecieron dos de las jóvenes asesinadas.

Bundy despistaba a la policía porque sabía cómo alterar su aspecto físico. Se cambiaba el peinado, se dejaba crecer barba y bigote o se los afeitaba. También cambió de residencia y se mudó a Midvale (Utah), donde el 30 de agosto de 1974 se matriculó como estudiante en la Facultad de Derecho en la Universidad de Utah.

Captura

El 16 de agosto de 1975 un patrullero detuvo un Volkswagen para comprobar su matrícula. El sospechoso se dio a la fuga, pero lo detuvieron poco después. Encontraron una palanca de metal, esposas, cinta y otros objetos en el auto.

El 23 de febrero de 1976 comenzó el juicio contra Ted Bundy por secuestro agravado. En prisión, los médicos le efectuaron pruebas psicológicas y toxicológicas y concluyeron que no era psicótico, ni drogadicto o alcohólico, y que tampoco sufría algún tipo de daño cerebral. Los resultados de las pruebas permitieron seguir preparando procesos en su contra.

Durante los preparativos de su segundo juicio, Bundy despidió a sus abogados y decidió defenderse él mismo. Por ese motivo se le permitió visitar la Biblioteca de la Corte de Aspen (Colorado). El 7 de junio de 1977 saltó desde la ventana de la biblioteca, lesionándose el tobillo. Aun así, eludió a la policía durante seis días y sobrevivió robando y durmiendo en una cabaña abandonada. La policía lo atrapó cuando trataba de robar otro Volkswagen con las llaves puestas.

Más crímenes

Ted logró escapar de nuevo en noviembre de 1977. Se mudó de estado y asesinó a cuatro mujeres más. Tras el asesinato de Leach, una niña de 12 años, Bundy regresó a su apartamento de Tallahassee.

Al parecer, se deshizo de la furgoneta blanca que utilizaba y casi fue detenido cuando intentaba robar otro vehículo. Escapó cuando el agente lo dejó solo mientras revisaba las placas del coche robado. De regreso a su apartamento, limpió el lugar de huellas, robó un Volkswagen y finalmente dejó Tallahassee.

Después de algunos encuentros intensos con los empleados del hotel en relación con sus tarjetas de crédito (eran robadas y habían sido denunciadas), Bundy terminó en Pensacola, Florida, donde las placas del auto robado fueron reconocidas por un policía de patrulla, que lo detuvo después de una corta persecución y de una breve lucha. Era la tercera vez que era detenido por temas de tráfico.

Ejecución

El 24 de julio de 1979, tras seis horas y media de deliberación, el jurado declaró a Ted Bundy culpable de algunos de los asesinatos. Lo sentenciaron a la pena de muerte.

Bundy no se rindió. Siguió defendiendo su inocencia y apeló su sentencia todas las veces que pudo.

Mientras permaneció encerrado trató de diferir al máximo la fecha de su ejecución y pretendió haber perpetrado más cantidad de asesinatos, inventando detalles y proporcionando datos inconexos para así ganar tiempo con las reconstrucciones y búsquedas.

Bundy celebró un maratón de entrevistas y confesiones durante sus últimos días, aunque nunca estuvo dispuesto a admitir todo, especialmente los asesinatos de algunas de las víctimas más jóvenes. En su último día llamó a su madre y rechazó su última comida. Fue electrocutado el 24 de enero de 1989 y declarado muerto a las 07:16 de la mañana. Tenía 42 años.

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