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Noticia destacada | Venezuela |

LOS VIAJES DEL COMFORT

Buque hospital de EEUU prepara escenario de confrontación con Venezuela

La estrategia bélica de Estados Unidos y sus países aliados en América Latina contra Venezuela continúa adelante en, por lo menos, dos frentes. Por un lado está el plano diplomático, que se reparte entre acciones y declaraciones de países integrantes del Grupo de Lima, acompañados por el tristísimo personaje Luis Almagro. Por otra parte se despliega sospechosa una iniciativa vestida de campaña sanitaria: el buque hospital USNS Comfort visita las costas de Puerto Rico, Perú, Colombia, Ecuador y Honduras con mensajes humanitarios que escoden su verdadero objetivo: aportar logística en un escenario de guerra.

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Por Mateo Grille 

El Grupo de Lima representa la materialización de un proyecto intervencionista de baja intensidad pero a gran escala en América Latina; fue creado por una iniciativa aparentemente autónoma de varias naciones americanas que, ante la situación que vive Venezuela, decidieron generar una declaración donde, retirando las letras que adornan el texto, lo que hay es la invocación de la Carta Democrática de la OEA, para así justificar en cualquier momento una intervención militar en Venezuela.

Hay aquí varios elementos a tener en cuenta, por ejemplo que Estados Unidos, siendo uno de los principales contradictores del gobierno de Caracas, no aparece suscribiendo la declaración, aunque sí aparece, por ejemplo, Canadá, que poco o nada ha tenido que ver con Latinoamérica; lo que le da cierto lavado de rostro al grupo, maniobrando lejos de la obvia sospecha de que son los Estados Unidos quienes realmente están detrás de la ya declarada intención de hacerse del control en el Palacio de Miraflores y, desde ahí, de los recursos de Venezuela.

Y es que los elementos que determinan la actuación del Grupo de Lima (GL) son por demás llamativos, pues las declaraciones hechas en agosto de 2017 y febrero de 2018 se centran en dos aspectos esenciales: el desconocimiento de cualquier resultado de los procesos electorales por considerarlos ilegítimos o manipulados y el rechazo a cualquier forma de violencia contra quienes se declaran en oposición.

Lo paradójico de la situación es que de los países que firman las declaraciones, son verdaderos ejemplos de aquello que el judeo-cristianismo llama “ver la paja en el ojo ajeno, sin considerar la viga en el propio”, pues Paraguay, Honduras y Brasil han pasado por turbulentos procesos con el fin de expulsar de la presidencia a gobernantes elegidos en las urnas, desarrollar maniobras judiciales sustentadas desde una base mediática para apartar contradictores políticos de las elecciones o celebrar procesos electorales claramente fraudulentos, que no han resistido la menor supervisión internacional.

Estas situaciones han generado crisis humanitarias tan graves como la caravana migrante que aspira llegar a Estados Unidos, huyendo de realidades altamente excluyentes y con altísimos niveles de violencia, sin embargo el GL sobre estas situaciones no se pronuncia.

El mismo Brasil, Perú y Colombia tienen a nivel interno una serie de investigaciones que vinculan miembros de los gobiernos, y la empresa privada junto a ellos, en actos de alta corrupción y que dejan en entredicho, a gran escala, la transparencia de sus instituciones, pero sobre esto el GL no tiene mayor cosa que decir.

Pero los casos más críticos son Colombia, México y Honduras, donde las expresiones críticas a las instancias de poder son verdaderamente perseguidas y exterminadas, lo que no parece ser una situación relevante para el GL. Que sólo en 2018 vayan más de 200 líderes sociales asesinados en Colombia ante la actitud cómplice del gobierno, que justifica los crímenes y encubre a los criminales; o que en México, contenedores llenos de cadáveres deambulen sin control por las calles de una de sus ciudades más importantes y sea el país con el más alto número de desaparecidos del mundo durante los últimos cinco años, son claramente cosas menores para el Grupo de Lima.

En otras palabras, no hay que cavar muy hondo para notar que la verdadera esencia del GL no está en la defensa de altos valores democráticos, sino en la instrumentalización de los mismos en función de un objetivo estratégico cuyo epicentro es Venezuela.

Existe la idea de que las guerras se circunscriben exclusivamente a su expresión armada, es como si de un momento a otro los contendientes declararan el anónimo deseo de aniquilar a su oponente, sin un antes ni un después; sin embargo, la realidad recorre otra vía, las guerras tienen, en general, un objetivo político-económico; expansión, control de recursos, posesión geoestratégica o apropiación de riquezas suelen ser los motivos que en el fondo justifican el enorme esfuerzo que implica entrar en una guerra.

Sin embargo, razones tan poco elegantes no serán las esgrimidas ante los contribuyentes, que a la larga son los verdaderos financiadores de los conflictos en todos sus niveles; libertad, justicia, esperanza, democracia y otros tantos altos valores son la pantalla que oculta la maquinaria que mueve las piezas en el escenario.

En este caso, puede decirse que la guerra ya va avanzando en su expresión inicial; la previa arrancó con la creación del GL y la indisimulada ofensiva diplomática encabezada por la OEA y su selectivamente indignado secretario general, Almagro. Este cumple un papel que en la escena política se estrenó en la última década, aún no tiene nombre, pero podríamos decir que es una especie de carrilero por derecha, que pone el discurso lo más al extremo posible, para que cualquier otra medida por debajo de su nivel no se vea tan descabellada.

El papel del carrilero por derecha es muy útil, pues arrastra los sectores más extremos de la opinión, tomando el pulso de la situación y viendo en qué momento las contradicciones se han agudizado lo suficiente como para dar el siguiente paso.

Por otro lado, mientras la ofensiva diplomática avanza, la logística militar hace su parte; el buque hospital USNS Comfort, que navega hoy por el Atlántico y el Pacífico, originalmente arribó a Colombia en setiembre gracias a un acuerdo del secretario de defensa de Estados Unidos, James Perro Rabioso, Mattis e Iván Duque, presidente de Colombia, únicamente con una avioneta bimotor y un helicóptero de apoyo.

Hoy se pasea por las costas de los países del GL, encontrándose actualmente en Colombia, y ya habiendo visitado Perú, Ecuador, Puerto Rico, y en breve partirá hacia Honduras. El Comfort es dueño de una logística que comprende la avioneta bimotor y el helicóptero de apoyo originales, más dos helicópteros artillados H60 Black Hawk y un avión de transporte de tropa C-130 Hércules y 950 tripulantes, léase, oficiales de la Armada de Estados Unidos que desinteresadamente descienden en los puertos para realizar labores humanitarias, algo que, la historia nos enseña, nunca sucedió.

Según un comunicado de prensa del Comando Sur, la gira del USNS Comfort representa “la promesa permanente de amistad, asociación y solidaridad de Estados Unidos con las Américas”, pero la Embajada de Estados Undios en Panamá también emitió un comunicado:  la misión del USNS Comfort es “colaborar y dar asistencia médica a los migrantes de Venezuela”. Como dos más dos es cuatro, la sola mención explícita de Venezuela habilita cualquier tipo de sospecha sobre las reales intenciones del buque y su travesía. Más aun, si se busca en internet sobre las misiones del USNS Comfort de los ultimos días en los disintos países que visitó, el hospital itinerante parece haber atendido a decenas de miles de personas desinteresadamente, algo que suena muy parecido a campaña mediática para justificar su presencia.

Según la periodista argentina Telma Luzzani, autora del libro “Territorios vigilados” en el que detalla la extensión de las bases militares de Estados Unidos en la región, el buque es parte de un dispositivo de “doble función”. Por un lado “cumple objetivos médicos y por otro misiones de vigilancia, recolección de información , control y espionaje para futuras operaciones”. Por otro lado, la victoria de Jair Bolsonaro cambia sustancialmente el panorama en Latinoamérica, pues cabe recordar que Bolsonaro se convirtió en un aliado de primer nivel en la región para Estados Unidos, pues la dirección de su campaña fue desarrollada por el mismo equipo que llevó a la victoria a Donald Trump.

Estas circunstancias muestran que es muy posible que el papel de Brasil sea mucho más activo en el continente, pues la disputa por el control de recursos naturales tiene como escenarios clave la Amazonia, de la que Brasil tiene buena parte; el acuífero guaraní entre Brasil, Argentina y Paraguay, y la frontera con Venezuela, cerca de la Faja del Orinoco, que es la mayor reserva petrolera del mundo.

El tipo de actitud que Bolsonaro asuma hacia Venezuela está en el terreno de la especulación, sin embargo no es un secreto para nadie el estilo belicista del nuevo presidente de Brasil, así como tampoco es un secreto la línea política en que milita.

Por el momento el principal papel en la situación lo está cumpliendo el gobierno colombiano, que ha anunciado en varias ocasiones que no tiene ningún interés en promover una intervención armada en Venezuela, sin embargo es importante revisar que parece ser una constante en Iván Duque hacer todo lo contrario de lo que declara.

Pero esto se puede asumir, no sólo por los reclamos de la sociedad colombiana ante los recurrentes incumplimientos en las promesas de campaña de Duque, sino por hechos mucho más claros en dirección a una posible agresión contra Venezuela, pues -por ejemplo- no suscribió la carta firmada por el mismo GL que por ahora plantea que no se realice una intervención armada; además el gobierno de Bogotá anunció un aumento sustancial en el presupuesto para defensa, dentro del cual se planteó la necesidad de comprar baterías antiaéreas para la frontera con Venezuela. Al mismo tiempo moviliza artillería hacia esa misma frontera, siempre bajo el argumento de que son movimientos tácticos preventivos.

Por otro lado es importante recordar que en un documento interno del Comando Sur: “Plan to overthrow the venezuelan dictatorship -Master stroke-”, el almirante Kurt W. Tidd desarrolla una serie de premisas que ayudan a profundizar la situación de Venezuela, dentro de las que se encuentra el impulso a la inestabilidad en la zona de frontera con Colombia por medio de la infiltración de agentes y pago a quienes ayuden a propiciar los enfrentamientos entre los diferentes actores armados en la zona.

Este punto en particular ha aumentado la importancia con las situaciones ocurridas durante las últimas semanas, donde comandos armados, posiblemente pertenecientes a grupos paramilitares o al Ejército de Liberación Nacional (ELN), que hace una fuerte presencia a lo largo de la frontera del lado colombiano, han tenido enfrentamientos con el ejército de Venezuela, o combaten muy cerca de pasos fronterizos especialmente complejos como la zona de Arauca o el Catatumbo, que han sido históricamente escenarios de la guerra colombiana.

Producto de estos enfrentamientos, tres soldados venezolanos fallecieron y diez más salieron heridos, lo que, independientemente del trasfondo político particular, termina sirviendo al propósito desestabilizador de Estados Unidos en la frontera.

En conclusión, se puede adivinar que aunque no haya una declaración abierta de guerra y a pesar de que el GL o Iván Duque nieguen inicialmente la posibilidad cercana de una intervención armada en Venezuela, lo cierto es que los movimientos de tropas multinacionales con el USNS Comfort moviendo logística y soldados por toda la costa continental, los ejercicios militares que se desarrollan alrededor de Venezuela, y la profundización del caos en la frontera con Colombia, el temor de que lo único que haga falta para iniciar intervención sea una excusa no es descabellado.

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