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Un cambio epocal: relocalización 4.0

Por Daniel Barrios.

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¡Atención! Se cambia y es un cambio epocal. La deslocalización industrial, el ícono de la globalización económica, los enormes flujos de capitales de los países desarrollados que emigraban buscando “El Dorado” para sus empresas -léase menores costos de la mano de obra, legislaciones laborales más flexibles, más horas por jornada de trabajo y menos protección ambiental, incentivos y facilidades fiscales-, frenan e invierten su ruta. La deslocalización se “relocaliza”. Las empresas chinas, como Pablo de Tarso camino a Damasco, se reconvierten. Descubren a Jesús (Estados Unidos),  renuncian al judaísmo (la República Popular) y devienen apóstoles (inversores) del cristianismo (capitalismo puro). La industria textil, el emblema del made in China, se muda al made in USA. Según informa el China Daily, la Tianyuan Garments, gigante de la ropa deportiva y proveedora, entre otras, de Adidas, Armani y Reebok, acaba de anunciar la apertura de una planta industrial de 10.000 metros cuadrados en Little Rock, capital del estado de Arkansas. Acompañado por las principales autoridades del Estado, su presidente, Tang Xihong, anunció que la nueva fábrica contará con  21 líneas de producción para 800.000 prendas diarias y empleará a 400 operarios estadounidenses. Según el empresario, el costo de la mano de obra incorporada es de 33 centavos de dólar por unidad producida, y “ni siquiera  aquellos países con los salarios más bajos del mundo pueden competir con esos costos”, cuyo proceso industrial, gracias a una alianza estratégica con la SoftWear Automation de Atlanta, está en manos de robots que aseguran una velocidad de producción de 26 segundos por prenda. Tang es el último pero no el único que ha decidido “relocarse” en Arkansas. Producto de una campaña de promoción que su gobernador, el republicano Asa Hutchinson, hizo el año pasado en China, Shandong Ruyi, otro buque insignia de la industria de la indumentaria china, había  anunciado en mayo una inversión de 410 millones de dólares en una hilandería que,  además de dar empleo a 800 trabajadores,  se abastecerá del algodón producido en el mismo estado. Arkansas no esta sola y su “efecto demostración” se extiende a otros estados de la Unión. El año pasado, el Grupo Keer de la ciudad de Hangzhou (una de las más prósperas de China) inauguró en Carolina del Sur su primera fábrica de hilos de algodón en suelo estadounidense, una planta en la que trabajan 180 empleados y a la que se espera que en los próximos años le sigan cuatro más. Varias compañías chinas ya han invertido unos 300 millones de dólares en Carolina del Sur en diferentes proyectos y emplean a unas 1.000 personas . Todavía es una cifra pequeña comparada con los más de 120.000 empleados que tienen en este estado otras compañías extranjeras, pero se prevé que su número aumente en el futuro. Según el Wall Street Journal, “nadie podía haber imaginado hace cinco años que China observaría la estructura de los costos en Carolina del Sur y diría que es más rentable producir aquí que en su país”. Siguiendo el ejemplo de sus compatriotas, la Fuyao Glass, el mayor exportador del mundo de cristales para coches, también eligió Estados Unidos, en este caso Ohio,  para instalar parte de su imperio, que abastece, entre otras marcas, a Toyota, Volkswagen y General Motors. Su presidente, Cao Dewang -mejor empresario de 2009 para la consultora Ernst & Young-, explicó que su “cambio de domicilio” se debe a los altos impuestos que se pagan en China y por los crecientes costos laborales. Según el magnate, “los impuestos en China son los más altos del mundo” y 35% superiores a los que deberá pagar en Estados Unidos”. La reducción de la brecha salarial entre los trabajadores de Estados Unidos y China, menores costos de energía, acceso directo a las materias primas, menor presión fiscal, incentivos a la inversión extranjera, hacen del país del norte una opción más atractiva para esta industria textil del gigante asiático (y echa por tierra los anatemas de Donald Trump por el comercio desleal chino y la manipulación de su moneda, y desmiente sus profecías del declive del sector manufacturero estadounidense). Contra todo lo que se dice y se piensa, el salario industrial promedio en China se han triplicado en 11 años y está al mismo nivel de países del entorno europeo como Portugal o Grecia y por encima de los de las principales economías de América Latina: Argentina, Brasil y México. Según Oxford Economic -ajustados por productividad-, los costos laborales chinos son tan solo 4% más bajos que en Estados Unidos. La República Popular se convirtió en “la fábrica del mundo” gracias a los bajos costos de producción (el salario per primis) que atrajeron a miles de empresas extranjeras. Sin embargo, con la implantación del nuevo modelo de crecimiento, la “nueva normalidad” pregonada por el presidente Xi Jinping, esta situación ha cambiado radicalmente debido a un menor crecimiento y un aumento de los costos laborales y una mejora sustancial en las condiciones de trabajo. Estados Unidos no es el único destino para las multinacionales chinas. El aumento significativo del costo del trabajo (superior a su productividad), sumado a la competencia de otras empresas extranjeras y a un contexto de menor crecimiento, está provocando una emigración desde el gigante asiático hacia lugares con costos más reducidos, como Vietnam, Camboya, Myanmar o Laos, que convierten a los países del Gran Mekong el “tercer pilar” del crecimiento regional. Expertos coinciden que desde ahora y hasta 2030 habrá una transición ininterrumpida hacia estos países asiáticos por parte de multinacionales chinas y extranjeras para aprovechar la mano de obra barata y abundante y que, para esa fecha, China perderá su trono de “fábrica del mundo”. Beijing lo sabe y por eso su nuevo modelo hace de la innovación tecnológica y el consumo de las familias (y no tanto de las exportaciones) los motores del crecimiento. No es casualidad que una encuesta reciente de la consultora mundial Roland Berger haya señalado que 71% de las empresas interrogadas respondió que la razón para operar en China es poder suministrar productos a ese inmenso  mercado. De “fábrica del planeta” a “gran mercado del mundo”. ¿Otro cambio epocal?

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