¿Al cumplir 105 años, cree que UTE se encuentra en el grado de madurez adecuado? Sí, definitivamente, y está adecuada a los desafíos del momento. El sector eléctrico se encuentra en un momento disruptivo desde el punto de vista de las tecnologías y del negocio en sí. Por tanto, aquello de generar, distribuir, comercializar en el marco de una empresa monopólica hace muchos años que ya no es la realidad. Estamos en competencia en generación y estamos en competencia en usos energéticos. Pero el futuro es eléctrico, no hay dudas de eso, es lo que los países quieren como consecuencia de la soberanía energética que dan las fuentes renovables y por influjo de la incorporación de tecnología y confort. Por ejemplo, a la leña hay que desplazarla en materia de calefacción, tenemos que seguir apostando a que la calefacción y la refrigeración más eficientes son las de origen eléctrico y lo que se viene como siguiente revolución es la movilidad eléctrica, ya sea en buses, en trenes, taxis, flotas o en autos particulares. Debemos ver qué sucede en el mundo y tenemos que encontrar el modelo de negocios porque, si no estamos despiertos, corremos el riesgo de que nos “ubericen”. El sector eléctrico es demasiado importante para dejarlo en manos del mercado. Eso no quiere decir que queramos los monopolios, lo que queremos son empresas públicas que como brazo ejecutor de la política energética pongan a recaudo del mercado lo que puede ser el servicio eléctrico, que más que nada es un derecho. Por tanto, es importante que esté regulado y controlado por el Estado. Y eso hay que hacerlo con eficiencia y con velocidad de respuesta ante las necesidades de los clientes. Y eso requiere una búsqueda permanente de las oportunidades de mejora. Hoy la defensa de las empresas públicas pasa por la productividad, pasa por hacerlo mejor que cualquiera, si no, no vamos a lograr el objetivo final. Hace 105 años UTE se creó para satisfacer las necesidades de la sociedad en condiciones competitivas y le hemos agregado la dimensión ambiental, que hoy nos interpela en forma permanente. Usted mencionó la movilidad eléctrica. ¿Uruguay tiene la capacidad como para atender el aumento de la demanda interna que eso puede generar? Por supuesto. Tan es así que estamos adoptando decisiones como la instalación de estaciones de recarga, todo lo que es el software y las herramientas necesarias. Ya tenemos todo, no porque tengamos la demanda, esto va por la oferta. En función de las necesidades vamos a estar presentes en cada una de las etapas que se necesita. Y si todo el transporte en Uruguay de autos particulares pasara a eléctrico, sería un 20 por ciento de incremento de la demanda. No pasa nada, porque además no se dará de golpe, sino en forma paulatina. El sector eléctrico residencial crece al dos por ciento todos los años, aunque no hagamos nada. ¿Por qué? Porque el futuro es eléctrico. La movilidad eléctrica va a venir entreverada y va a ser el mercado mundial el que va a determinar la velocidad con la que se habrá de dar. En Uruguay hoy tenemos la mayor flota eléctrica en manos de un organismo estatal. Hoy los números cierran por todos lados, pero eso va a depender de cómo evolucionen los precios de los vehículos, que hoy salen entre dos y dos veces y media lo que cuestan sus similares movidos a combustible fósil, aunque después el costo operativo es entre ocho y diez veces más barato. Y el mantenimiento también lo es. ¿Otros organismos del Estado han planteado interés en cambiar su flota? Sí, pero la limitante es el espacio de inversión. Es una inversión pertinente, pero si no hay permiso para hacer ese gasto, hay que optar por lo menos eficiente. Al final del día eso hace que el servicio sea más caro. Ahora estamos construyendo líneas de transmisión, para lo que, como no tenemos espacio fiscal, estamos haciendo un leasing. Por tanto, estamos pagando a un intermediario que se lleva su ganancia y accediendo a crédito más caro porque el privado se va a endeudar a una tasa que seguramente no es la que conseguiría UTE. Todo esto tiene que ver con el déficit fiscal del país. Pero hay un tema: la demanda crece año a año y para satisfacerla tenemos que construir redes e infraestructura a todo nivel que requiera inversión. Si la cuenta la vemos como una cuenta de gastos, como si fuera una carnicería o un almacén, no hay posibilidad de hacer una inversión y amortizarla con los años. Por eso hay que agudizar el ingenio, ahora estamos haciendo una licitación para rentar camionetas eléctricas. Nosotros tenemos la mayor flota del país, con 3.000 unidades, pero usamos todas las modalidades: tenemos propias, alquilamos con y sin chofer. ¿Qué falta hacer para que más uruguayos estén incluidos en el servicio eléctrico formal? La situación de los servicios irregulares no es estática, a veces se regulariza un barrio y surge otro. Nuestros servicios técnicos trabajan con el Mides y con los municipios, se ha hecho un relevamiento y hay en análisis un proyecto integral para desarrollar un proceso de inclusión de todos los hogares del país. Hay entre 60.000 y 70.000 hogares que requieren dar ese paso. Cuando se ve el escenario, se percibe que hay mucha tarea por delante. Este año, duplicando el esfuerzo presupuestal, hemos hecho 4.550 regularizaciones; el año pasado hicimos 3.000 y el anterior 2.000. Vemos que tenemos que acelerar y estamos viendo si podemos ampliar el espacio fiscal para hacer 6.000 en 2018 y 7.000 en 2019. Si mantenemos el plan, vamos a lograr el objetivo que tiene el incentivo de lograr que no haya más familias que tengan electricidad en condiciones irregulares -con el peligro que ello implica-. Junto a esto, está la situación de exigir una obligación como lo es el pago del servicio, que implica un cambio cultural que prevé el apoyo de nuestros agentes comerciales y de asistentes sociales para que sea un proceso. El proceso de inclusión es de lo más difícil que tenemos por delante y tiene que ver con la vivienda, la salud, la educación. En definitiva, hay que encontrar una solución con racionalidad económica. Aunque les demos una tarifa a medio camino, el proyecto es rentable económicamente y permitirá mejorar los números de la empresa. Otra de las metas futuras es la gestión de la demanda. ¿Cómo se logra? Cuando hablamos de gestión de la demanda, implica flexibilidad. El próximo año vamos a arrancar con una tarifa “24 horas”. Será una prueba piloto con algunas industrias a las que les estaremos diciendo cuánto les costará la energía en las 24 horas siguientes y en función de eso van a tomar decisiones que pueden implicar, por ejemplo, regímenes de trabajo más flexibles, que se podrán acordar con los trabajadores. Va a hacerse en comunidad con los clientes. También estamos haciendo el plan piloto de termotanque inteligente, y hay una oportunidad enorme que pasa por acumular energía eléctrica en calentamiento de agua sanitaria. Es bueno para el generador y para el cliente, porque si con esa gestión logramos bajar los costos y asegurarle al cliente que siempre tendrá agua caliente, vamos a ganar los dos. Se trata de un timer controlado en forma remota. Esto es, en comunión con los clientes, encontrar las oportunidades. En esto entra también todo lo relacionado con el acondicionamiento térmico de los hogares, elementos de cocción, el riego, y todo en lo que hay uso intensivo de energía. También para los electrointensivos, y a iniciativa del Ministerio de Industria, Energía y Minería, si el uso de energía está asociado a un aumento de la producción, tienen oportunidades de recibir energía más barata. A esto se suman beneficios puntuales, como el que se dio al sector lácteo. Por otro lado, también tenemos para el gran público la tarifa doble horario o tarifa inteligente, que este año incorporó 7.000 nuevos clientes y llegó a 80.000 en esa calidad. Además, para quienes consuman menos de 230 kilovatios mensuales, les hemos habilitado integrarse a la tarifa básica, que les da oportunidad de pagar menos. En muchos casos son personas que viven solas, un tipo de consumidor que aumenta año a año. ¿Y el programa “más por menos”? Como el futuro es eléctrico, estamos planteando a los clientes que les vamos a ayudar, y por todo consumo incremental le vendemos la energía que consuma de más a mitad de precio hasta setiembre de 2018. Al otro segmento, que es más complejo, porque aún no tenemos desplegada la red de medidores inteligentes, les vamos a plantear que para todo consumo incremental también les venderemos la energía a mitad de precio. Esto es, para quienes tengan termotanques clase A -de 60 o más litros- y para todo aquel que incorpore un aire acondicionado del tipo inverter. Al comprar esos electrodomésticos reciben unos bonos con los que van a nuestras oficinas comerciales, o por internet, y automáticamente quedan dentro del plan y se benefician con 50% de descuento sobre su consumo incremental. Son instrumentos que ayudarán a bajar el costo de la energía; nos encantaría hacer otras cosas, pero debemos cuidar el equilibrio fiscal. Con la ministra Cosse coincidimos que tenemos que trabajar en el sector residencial, que está rezagado en recibir los beneficios del cambio en la matriz energética. Tenemos una imagen pública de empresa eficiente, pero tenemos el debe de tener tarifas acordes a todo este cambio que se produjo. ¿Cómo viene siendo la venta de energía a Brasil y Argentina? Este año logramos algo que no habíamos podido hacer que es vender energía a Brasil, mercado al cual le estamos haciendo ofertas todas las semanas. Fue una construcción de muchos años, por eso apostamos tanto a la interconexión que se ha formalizado como una exportación. Con Argentina, a principio de año tomaron energía de la que estábamos ofreciendo y luego, en el invierno, tuvieron excedentes y se interrumpió el suministro. Pero todas las semanas les estamos haciendo ofertas, ya que es nuestro rol como comercializador. Por supuesto que tener dos mercados a los que comercializar nuestro producto nos ha mejorado sensiblemente el posicionamiento.
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