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Después de ganar las elecciones en Perú

Castillo ganó también el escrutinio

Por Juan Raúl Ferreira.

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El próximo 28 de julio será un día muy importante en Perú. Tres hechos relevantes. Se cumplen 200 años de la independencia, proclamada por el libertador San Martín; asume el nuevo presidente, Pedro Castillo; el canciller Bustillo asistirá a los actos, en nombre del presidente.

El 11 de abril fue un día de mucha elección en América Latina. También en Perú con segunda vuelta el 6 de junio. Ganador de estas, Pedro Castillo tuvo que esperar al 15 de julio para ser proclamado. En el ordenamiento jurídico peruano hay dos órganos electorales: Organización Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y Justicia Nacional Electoral (JNE): la primera organiza el proceso y realiza el escrutinio, la segunda lauda las impugnaciones. Nunca se demoró tanto en proclamar el resultado.

En 2016 estuve como coordinador en la Misión de Observación Internacional. Entonces salió un gobierno ganador pero inestable: promedio de un presidente por año.

La JNE aceptó el estudio del 100% de las impugnaciones. El 10 de junio, el partido que lidera Keiko Fujimori solicitó la anulación de 200.000 votos  para que se la proclamara ganadora. Además pidió la revisión de 1.200 actas (300.000 votos). También se solicitó anular las elecciones, lo que fue negado por el Segundo Juzgado Constitucional Transitorio de Lima.

El proceso de este año, dentro de Perú, llevó a que Castillo tuviera apenas tres semanas para anunciar su primer Ministro (figura de Perú, aun siendo un régimen presidencialista) y a miembros de su gabinete. La respuesta internacional fue dispar. Hubo tres tipos de reacciones: los que felicitaron a Castillo, cuando ya la matemáticas hacía imposible que perdiera, los que esperaron la proclamación y los que, como Uruguay, retaron a los que lo felicitaron antes que ellos.

Nos estamos acostumbrando a retar y dar lecciones a otros gobiernos. No es la primera vez que el reto cruza el Río de la Plata. Ni Bolsonaro llegó a tanto. Fue más sobrio que nuestra diplomacia.

Con esto de no dar lecciones a otros países debemos de ser cuidadosos. Los embajadores acreditados, especialmente. La visita de Bustillo a Lima permitirá coordinar políticas futuras durante los primeros pasos del nuevo gobierno, con nuestro embajador allí, el exvicepresidente Luis Hierro López, a quien respeto sin que ello me impida discrepar y mucho en el terreno de las ideas.

Sobre la declaración de Castillo de posponer la Reforma Constitucional, nuestro embajador en Lima dijo: “La asamblea constituyente no está prevista por la actual Constitución”. Por lo cual si Castillo eligiera ese camino, “podría significar la intención de evadir la actual norma constitucional”. ¿No es un tema de competencia exclusiva de los peruanos? Esto sigue siendo válido, aun cuando Castillo haya decidido posponerlo.

Sobre el equipo que acompañará al presidente, nuestro Embajador dijo: “Se había mantenido en un silencio absoluto, no había dicho quién será el presidente del Consejo de Ministros, ni el ministro de Economía, ni el canciller, ahora sí se ha acabado el tiempo y tiene que demostrar quiénes serán los que lo acompañen”. ¿Toleraríamos acá que un embajador extranjero emplazara a un presidente sobre cómo manejar sus tiempos?

Cuando parecería excesiva la injerencia, remata diciendo: “Lacalle Pou [dice] que en materia internacional no importan tanto las ideas […] En este caso concreto podría haber diferencias entre las plataformas de Uruguay y de Perú, pero hay muchos intereses comunes”. ¿Diferencias en las plataformas de los países? ¿Se refiere a que los presidentes son uno de derecha y otro de izquierda?

¿Quiso decir que los gobiernos representan intereses distintos, pero trataremos de que en las relaciones prime el interés nacional? Sí, la diplomacia es el talón de Aquiles del gobierno.

Perú es un país hermano. Fue el primer refugio que en el 74 encontró mi familia, cuando en Argentina ya asomaba la cabeza el Plan Cóndor. Un documento de los archivos rescatados por Oscar Destouet: “Copia una protesta diplomática al Perú por el ‘buen trato’ que le ha brindado a Wilson Ferreira Aldunate y su familia”.

Siembra de Patria Grande de San Martín y Bolívar. Patria de Haya de la Torre. Aun durante la interrupción constitucional entre el 68 y el 75, se llevó a cabo una reforma agraria, que muchos la comparan en su espíritu distributivo a la de Wilson de poco antes. Nadie la ha descrito mejor que mi exprofesora Cynthia McClintock, de la George Washington University, en su famoso libro.

Quiera Dios que Perú sea dueño de su destino. Que Uruguay se encargue solamente de opinar sobre las relaciones bilaterales, que pasarán indefectiblemente por la no intervención y el respeto a la autodeterminación.

 

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