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Rendición e Inserción comercial

Cautela fiscal e inserción: los rumbos de Astori

Los tiempos de Rendición de Cuentas son también tiempos de propaganda ideológica, más en tiempos electorales. Esta vez es correcto que se imponga la “cautela” astorista, por la situación internacional y algunas debilidades internas. Lo que no es cierto es que se necesiten “reformas estructurales” que todos sabemos que implican privatización de empresas y bancos públicos, y que es lo que se desliza en forma subyacente.

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Como bien señala un artículo de El Observador del viernes 25, “El ministro de Economía, Danilo Astori ha señalado en varias oportunidades que desde que se llevan registros estadísticos en Uruguay, el país nunca tuvo una etapa tan larga de crecimiento económico como en la que se ha dado de 2004. Y los números lo avalan. En los últimos 15 años Uruguay registra un crecimiento acumulado de 57%, con una tasa de expansión anual promedio de 4,6%”. Agrega en un recuadro que “en estos últimos 15 años de crecimiento ininterrumpido Uruguay ha logrado bajar también los índices de desigualdad y de pobreza. Según el INE, 7,9% de los uruguayos se encontraba en situación de pobreza en 2017, mientras que el Índice de Gini -indica desigualdad en el reparto del ingreso- bajó de 0,383 a 0,38 en el último año”. Nuestro país dejó así atrás la fallida experiencia de los cuatro gobiernos iniciados en 1985, que condujeron directamente a la Crisis de 2002 (corolario de la recesión comenzada en 1988, y en la que el PIB cayó 11%), que conjuntamente con la de 1982 (originadas ambas en decisiones endógenas tomadas en el país) constituyen los mayores traumas vividos desde comienzos del siglo XX, por fijar un umbral. El crecimiento experimentado desde 2004 podrá atribuirse en mayor o menor medida al llamado “viento de cola” (el crecimiento de los precios y la demanda de nuestros commodities, sobre todo por los cambios ocurridos en China, nuestro principal socio comercial) y en mayor o menor parte (o en combinaciones de ambos) a las “medidas macroprudenciales” e “institucionalidad” de los equipos conducidos a lo largo de 13 años y medio por Danilo Astori, pero en economía, como en el fútbol y en el amor, mandan los resultados, y son los que señaló El Observador. Para el año en curso la casi totalidad de observadores pronostican un crecimiento de 3,1%, en tanto que la cifra podría aumentar significativamente de concretarse plenamente la construcción de la segunda planta de UPM, impulsada directamente por el presidente Tabaré Vázquez, que supondría la mayor inversión en la historia de Uruguay y una formidable transformación en nuestra infraestructura vial, con las consecuencias económicas y sociales del caso. Precisamente para cuidar ese crecimiento previsto es que la inminente Rendición de Cuentas (RC) -debe presentarse al Parlamento antes del 30 de junio próximo y es la última antes de las elecciones de 2019- debe expandir lo menos posible el gasto y ajustar los sueldos, ateniéndose exclusivamente a la inflación, aunque seguramente haya margen para aumentar la imposición tributaria a los sectores más privilegiados. Las condicionantes externas así lo aconsejan.   Las vulnerabilidades de Uruguay Uruguay adolece de una abultada deuda pública que creció significativamente en 2017; de un déficit fiscal que no es preocupante, pero que, unido al indicador anterior, se transforma en una vulnerabilidad; no se ha recuperado aún de la caída de las exportaciones de bienes en 2015 y 2016 y las condiciones de competitividad (sobrevaluación del tipo de cambio o “atraso cambiario”) no permiten prever que eso ocurra en el mediano y largo plazo a pesar de los buenos resultados del año en curso.   Déficit fiscal. El déficit fiscal (DF), que cerró en 3,6% en 2017 según el dato corregido, se ha movido en el entorno de 3,5% del PIB (unos US$ 2.070 millones), cifra que, como han afirmado el ministro Astori y el presidente del Banco Central del Uruguay (BCU), Mario Bergara, no es para preocupar, sobre todo si tenemos en cuenta que la Unión Europea (UE), por el Tratado de Maastrich, fija el tope del DF en 3%, y salvo los países de la “órbita alemana”, casi ninguno lo cumple. Por el contrario, las grandes potencias, comenzando por Estados Unidos, China y la Federación Rusa, hacen del déficit fiscal un instrumento principal de política económica y crecimiento, que no es del caso discutir aquí. El equipo económico se fijó una meta de 2,5% del PIB, que luce, además de innecesario, totalmente imposible de cumplir. El hecho es que el ministro aclaró también que en la próxima Rendición de Cuentas no habrá “espacio fiscal”, o sea que es previsible que no aumente en lo que resta de la actual administración. Sin embargo, y compartiendo la poca importancia de un DF de 3,5% del PIB, la consideración de la variable cambia de sentido si se la asocia a la evolución de nuestro endeudamiento.   Deuda Pública. En 2017 crecieron tanto la deuda pública bruta como la neta  (endeudamiento menos reservas), alcanzando un nivel preocupante, coincidente con la situación regional y mundial. La misma ha sido alertada por el economista jefe del FMI, Maurice Obstfeld, experto en el estudio de las grandes recesiones, como su colega Paul Krugman, con quien escribió el libro emblemático Teoría y Política del Comercio Internacional, uno de los que le valió el premio Nobel de Economía en 2008. La Unidad de Gestión de Deuda del Ministerio de Economía y Finanzas, que dirige Herman Kamil, prevé realizar emisiones de bonos este año por aproximadamente US$ 2.700 millones. Según el cuadro Deuda Bruta del Sector Público Global (en millones de dólares), publicado en la página web del BCU, en 2017 la deuda bruta global totalizó US$ 38.721 millones (aumentó US$ 5.371 millones ese año, 9,7% del Producto Interno Bruto, PIB), pasando de 63,1% del PIB en 2016 a 65,4% del PIB a fin del año pasado. La deuda bruta global se incrementó 16,1% en 2017 frente a 2016, cuando alcanzó el valor de US$ 33.350 millones, registrando el mayor aumento desde 2009, cuando aumentó 29,8% respecto a 2008. Los activos de reserva subieron 16,9% en 2017 frente al año previo y alcanzaron US$ 20.033 millones a fin de 2017. Hoy se sitúan en US$ 18.023 millones, de los cuales US$ 7.796 son de libre disponibilidad, en tanto que el resto son contrapartidas de los sectores público y financiero. La deuda neta (endeudamiento total una vez deducidas las reservas) del sector público global alcanzó  US$ 18.688 millones al cierre de 2017 y representó 31,6% del PIB. Teniendo en cuenta la moneda, vemos que de los US$ 38.721 millones, 58,2% estaba denominado en moneda nacional (pesos y Unidades Indexadas), 39,4% en dólares, 1,1% en Derechos Especiales de Giro, 0,92% en yenes y 0,43% en euros. El incremento del monto de deuda en moneda nacional se buscó como reaseguro ante fluctuaciones bruscas del dólar, pero tiene como contrapartida su alto costo. El 73,4% de la deuda bruta estaba a plazos mayores a cinco años, 19,3% a menos de un año y 7,3% a más de un año y menos de cinco. El 54% de la deuda bruta estaba en poder de residentes y 46% pertenecía a no residentes. Sin perjuicio de la buena gestión en materia de denominación y plazos del endeudamiento -que elogian todos los analistas conservadores-, es indudable que el monto de la deuda pública bruta es muy alto en relación al PIB y que su velocidad de crecimiento se incrementó en forma significativa. Si se la considera junto con el DF estamos ante una alarma a atender, más allá de que, si las agencias calificadoras lo desean (y es conocido nuestro concepto acerca de esas empresas privadas que han hundido países al servicio de intereses espurios, como ocurrió con los PIGS -Portugal, Irlanda, Grecia y España- en 2010), podrían tomarla para bajar nuestras calificaciones, provocando todo tipo de problemas. Por ahora están muy contentas con el equipo económico de Uruguay, pero esas “amistades” están supeditadas indudablemente a intereses mayores que los nuestros.   Exportaciones. Según el Instituto Uruguay XXI, las exportaciones uruguayas de bienes, incluyendo las realizadas desde zonas francas, totalizaron US$ 9.058 millones en 2017, lo que implicó un incremento de 9,2% respecto a 2016. Este crecimiento finalizó un período de tres años de estancamiento, pero no alcanzó a recuperar el terreno perdido en ese lapso. En 2016, las ventas de bienes al resto del mundo -incluyendo las zonas francas totalizaron US$ 8.301 millones, marcando una caída anual de 7,3% respecto a 2015. En 2015 totalizaron US$ 8.967 millones, lo que implicó una reducción de 11,6% con respecto a 2014. “Las exportaciones no registraban caída desde 2009, cuando la crisis financiera internacional afectó negativamente al comercio mundial”. En 2014 alcanzaron a US$ 10.056 millones, lo que implicó un aumento de 0,6% respecto a 2013, un virtual estancamiento. Como se observa, en 2017 exportamos US$ 9.056 millones, casi exactamente US$ 1.000 millones menos que en 2014, cuando las ventas fueron por US$ 10.056 millones. Según las proyecciones elaboradas por Uruguay XXI, las exportaciones uruguayas de bienes crecerían 1,5% en 2018, pero esta previsión es contestable si tenemos en cuenta los efectos de la sequía y las devaluaciones experimentadas por la región. Desde la crisis argentina de hace tres semanas, el valor de la divisa estadounidense en pizarras pasó de $ 29 a $ 32 en Uruguay (11%), en tanto que en Brasil se devaluó más de 25% y en Argentina casi 40%. Obviamente, vamos a sentir fuertemente el impacto de esos cambios en las ventas a nuestro segundo y tercer cliente (el primero en materia de servicios), tanto por el lado de una menor demanda, como de una mayor demanda de bienes y servicios de nuestros residentes hacia ellos. Eso sin contar las turbulencias político sindicales que determinarán que seguramente el crecimiento de nuestros dos grandes vecinos sea mucho menor que el que se esperaba antes de estas crisis. Mientras tanto, las tasas en Estados Unidos subieron en marzo y se ubican en 1,50% y 1,75%, esperándose por lo menos una suba más en lo que va del año, lo que repercute tanto en el costo de nuestra deuda ya contraída como en el de nuestro futuro endeudamiento. El petróleo, para finalizar, inició una escalada que lo ubica en el entorno de los US$ 75. Todo el contexto, pues, aconseja la prudencia.   El ministro Astori habló en ADM La exposición realizada por el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, en ADM el jueves 24 de mayo (titulada “Nuestro lugar en el mundo”), estuvo dominada por dos ejes temáticos: la moderación en la Rendición de Cuentas y la búsqueda de una inserción comercial más ventajosa, con obvia mención al Tratado de Libre Comercio (TLC) con Chile. Tras referirse elípticamente a “características recientes de la sociedad uruguaya” que afectan la confianza y la credibilidad, el ministro señaló: “Me gustaría tratar de comentar caminos para enfrentar esta situación, y ojalá para revertirla, si fuera posible”, agregando que “propongo ordenar estas reflexiones en esto que llamamos tiempos difíciles, en la defensa irrenunciable de la política, empezando por la responsabilidad de quienes trabajamos en ella, y por supuesto la construcción de nuestra identidad como camino estratégico para apoyar, impulsar, esa actitud de defensa”. Yendo a sus puntos centrales señaló que “en un país como Uruguay, abierto, pero con un gran potencial, hablar de afirmar nuestra identidad es buscar nuestro lugar en el mundo”. Aclaró que “cuando hablamos de tiempos difíciles y complejos encontramos crispación social, enojos, desencantos, y también, por qué no decirlo, para intentar ser equilibrados, una gran dificultad para reconocer los cambios positivos que Uruguay ha logrado realizar en los últimos años”. Mencionó “cuestionamientos éticos […] y un ambiente en el que han proliferado denuncias, investigaciones y la trascendencia de casos de corrupción muy asociados en algunas circunstancias al propio funcionamiento institucional de la sociedad”, señalando que “este ambiente le ha hecho y le sigue haciendo un gran daño a la política y a quienes hacemos política, un daño peligroso a ese bien intangible que se llama confianza”. Remarcó que “aceptar impasibles la erosión de esta actividad es renunciar a la posibilidad de avanzar en nuestra peripecia como sociedad. Es bajar los brazos y sufrir una derrota crucial. Es renunciar al mañana. Es renunciar al futuro [y que] por eso hoy más que nunca es preciso resistir el avance de ese proceso de desgaste y de frustración. Y hay para ello un solo camino a recorrer, que es el de asumir nuestro papel de sujetos de la historia, y hacer política de calidad, no sólo de partir de irrenunciables compromisos con la ética, la transparencia, la responsabilidad y la rendición de cuentas, sino también por definir claramente el rumbo estratégico. No hacia un país ideal, porque los países ideales no existen”. Y reiterando un concepto que viene enfatizando desde hace algunos años, se preguntó: “¿Hay un modelo a copiar para seguir transitando por este camino? ¿Es simplemente la sociedad de bienestar, tan mencionada y tan en crisis? Sinceramente no creo en los llamados modelos. Se trata de construcciones frecuentemente cerradas e inflexibles. Por otra parte, ‘modelo’ no es un concepto abstracto. Precisamente por su rigidez se presenta asociado a experiencias fracasadas, como las que se han apoyado en un estatismo dominante o un pretendido reinado irrestricto de las llamadas leyes del mercado”. En una tono más propio de un candidato que de un secretario de Estado que se refiere a cuestiones puntuales, continuó diciendo: “Prefiero una definición clara de la orientación, apoyada en valores humanos superiores, como la libertad, la justicia, la democracia, la participación, la prosperidad, que también es un valor humano superior, y el tránsito paso a paso, sin atajos tentadores pero traicioneros. El tránsito en el que cada paso cuenta. Ninguno es más importante que el rumbo y cada uno se apoya en la solidez del precedente. De modo que el conjunto es el que asegura la dirección correcta”. En este tipo de definiciones político filosóficas se extendió durante muchas frases y un extenso lapso antes de entrar en las cuestiones centrales de su exposición. En primer lugar, a la inserción internacional (sobre la que también hizo un largo preámbulo político filosófico), para finalmente señalar que “la principal desventaja competitiva de Uruguay radica en el muy pobre acceso con preferencias a los mercados del mundo”, y ejemplificó que poco más de 30% de sus exportaciones accede a mercados con preferencias arancelarias, mientras que Chile tiene 96%. Agregó que “los productos que ingresan a China pagan aranceles superiores a los de Nueva Zelanda y Australia”. Astori añadió que “Uruguay tiene bajo acceso con mecanismos preferenciales a los mercados del mundo”. Destacó que, en referencia al acceso al mercado chino de soja, leche en polvo, carne bovina deshuesada y productos derivados de la producción ovina, se pagan aranceles muy superiores a Nueva Zelanda y Australia; y que “por razones del propio crecimiento que ha tenido el país, ha perdido ventajas pertenecientes al sistema generalizado de preferencias arancelarias en gran parte del mundo”, en referencia a la nueva posición uruguaya a nivel internacional, categorizado como país de renta media. Enfatizó que, en su opinión, “Uruguay tendrá que laudar el abordaje con sus negocios de un Mercosur con problemas, para luego avanzar con terceros en posibles acuerdos comerciales”. Afirmó que “el mundo supera un enfoque tradicional y estático que define que competir es vender a precios más bajos que los competidores, por lo que se procuran menores salarios, tipo de cambio real alto, baja carga tributaria, buena dotación de recursos naturales y adecuada infraestructura”, y que el nuevo enfoque “apuesta a la creación de ventajas competitivas a partir de políticas públicas que asignan prioridad a la inversión en investigación y en desarrollo, para estimular la creación de conocimiento, la innovación, la eficiencia y la productividad”. En la actualidad, “no predominan en el mundo meras negociaciones sobre bienes y servicios, sino que la referencia fundamental es un nexo virtuoso entre el comercio de bienes, servicios e ideas con inversiones asociadas. Hay que mirar toda la realidad […] nadie cambia lo que ignora”, afirmó, para concluir: “Gobernar es arriesgar, algunos creen que el principal riesgo es equivocarse, pero es dejarse llevar por la corriente sin rumbo, es paralizarnos y dedicarnos a explicar las dificultades […] estoy seguro de que como sociedad sabremos evitar esa actitud y dar el salto que podemos y debemos dar, empujados por la confianza”.

¿Discurso de candidato o mensajes a la interna?
Además del énfasis en la ética política y los criterios tradicionales de competitividad, Astori se refirió a tener flexibilidad para negociar acuerdos (como el TLC con Chile) y limitar cualquier ampliación del gasto. Insistió en la necesidad de mejorar la inversión y que “las cuentas públicas están tensionadas por el nivel del déficit fiscal”. Sobre la Rendición de Cuentas, el ministro afirmó que “hay espacio fiscal cero, que no quiere decir gasto cero, sino que ningún gasto se aumentará sin su correspondiente financiamiento”. Señaló que en el Consejo de Ministros se da forma al proyecto y que luego “vamos a escuchar la opinión de los parlamentarios y de las organizaciones sociales” y que está previsto reunirse con el Pit-Cnt y con las cámaras empresariales antes de enviarlo al Parlamento. Sobre el déficit fiscal, situado en 3,4% del PIB en los 12 meses a marzo, reiteró la prioridad de reducirlo, afirmó que “lo importante es mostrar una trayectoria descendente” y ratificó el objetivo de llegar a 2,5% del PIB al final de la gestión. Sobre los combustibles, Astori señaló que el valor del dólar y el precio del barril están por encima de lo previsto por Ancap, por lo cual los valores reales están “bastante por encima de la fórmula paramétrica”, y afirmó que una eventual suba de las tarifas será analizada en junio. Consultado sobre la evolución prevista de la inflación, el secretario de Estado sostuvo que se alcanzó una estabilidad en la caída del Índice de Precios del Consumo (IPC), cuyo último dato ubica la anualizada en 6,49%, dentro del rango meta del BCU, y adelantó que seguirá cercana a ese nivel. Preguntado al final sobre su eventual candidatura presidencial, reiteró que aún no lo tiene definido, pero no negó la posibilidad y se refirió al rumbo que desea para el próximo gobierno: crecimiento inclusivo, apertura al mundo y apuesta a la calidad y excelencia.

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