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Contexto externo complicado: Crecimiento con incertidumbres

Se conocieron las cifras finales del Producto Interno Bruto (PIB) de 2017. Si bien la tasa fue menor que la esperada, Uruguay completa 15 años de crecimiento ininterrumpido a una tasa promedio de 4,5%, el ciclo positivo más prolongado en más de 100 años. Los factores determinantes fueron la mayor demanda interna y las exportaciones de bienes y servicios, en tanto que la inversión mostró una importante caída y preocupan el déficit fiscal, la deuda y el desempleo.

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El Banco Central del Uruguay (BCU) viene de publicar su Informe de Cuentas Nacionales correspondiente al año 2017, cuya parte medular señala que “la economía uruguaya acumuló en el año 2017 un crecimiento de 2,7% en el Producto Interno Bruto (PIB) en relación al año anterior. En el cuarto trimestre del año, el PIB presentó una tasa de crecimiento interanual de 2,0%, equivalente a una tasa desestacionalizada de 1,1% respecto al trimestre inmediato anterior”. Con ello, el volumen anual de nuestra actividad de situó en aproximadamente US$ 59.200 millones, y el PIB per cápita se ubicó en US$ 16.951. Para completar un somero cuadro del desempeño del año pasado, señalemos que la inflación se ubicó en 6,55%; el déficit fiscal en 3,5%, y el desempleo en 7,9%, mientras que durante dicho ejercicio, las exportaciones uruguayas de bienes, incluyendo las realizadas desde zonas francas, totalizaron US$ 9.058 millones (un 9,2% más que en 2016, recuperándose parcialmente de una pérdida acumulada en 2015 y 2016 del orden de 19,75%, casi la quinta parte), en tanto que las importaciones de bienes -sin considerar petróleo y derivados- sumaron US$ 7.395 millones, lo que representó un incremento de 1,4% en 2017. Por su parte la Deuda del Sector Público Global neta de reservas, siempre según datos del BCU, ascendió a US$ 16.688 millones (31,6% del PIB de US$ 59.200 millones), y la Deuda Bruta del Sector Público Global fue de US$ 38.721 millones, 65,35% del PIB. Los Activos de Reserva en poder del Banco Central sumaron al 31 de diciembre de 2017 US$ 15.963 millones, de los cuales US$ 5.990 millones eran de libre disponibilidad. La pobreza alcanzó a 9,4% de la población y la indigencia a 0,3% según el INE. En 2016 un trabajo del economista e investigador Mauricio De Rosa, denominado La distribución de la riqueza en Uruguay. Una aproximación por el método de capitalización, reveló que los uruguayos generan al año una riqueza que equivale a 1,9 veces el PIB -algo menos de US$ 100.000 millones- y 62% se concentra en el 10% más rico de la población. También que la cuarta parte de esa renta neta está en manos del 1% superior de la distribución y que 12,5% de esa renta pertenece al 0,1% de la población más rica”, según datos obtenidos de otro informe del Banco Central. Todas estas cifras merecen extensos y rigurosos comentarios de significación, sobre todo teniendo en cuenta la turbulencia económica global que se vive como consecuencia de las medidas fiscales, monetarias y comerciales adoptadas en Estados Unidos, la principal potencia política, económica, militar y cultural del mundo. La profunda reforma fiscal y el aumento de gasto en infraestructura dispuesto por el gobierno de Donald Trump, así como la suba de las tasas de referencia y la declarada “guerra comercial” que la Unión ha emprendido contra varios países y particularmente su principal socio, China Popular, están destinadas a tener consecuencias de importancia en la región y particularmente en nuestro país. Por otra parte, asistimos a un reordenamiento de los grandes bloques comerciales que va a afectarnos por acción u omisión. Uruguay, que tiene tratados de libre comercio con Israel y con México, ha buscado suscribir instrumentos similares con Chile, con China y con la Unión Europea. Mientras esto ocurre, los países de la Alianza del Pacífico pasan a formar parte del TPP-11 (que integran Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam), en tanto que China Popular continúa en la implementación de su propio tratado de libre comercio intercontinental. Corremos el riesgo de vernos severamente limitados en las ventas de nuestra producción al resto del mundo si no actuamos con meditada urgencia.   El crecimiento del PIB El crecimiento estuvo por debajo de las estimaciones del Ministerio de Economía (3%) y Caras & Caretas (3,5%), pero 15 años de crecimiento ininterrumpido -en medio de una brusca caída regional y atravesando la Gran Recesión 2007-2010, que arrasó Estados Unidos y Europa- constituyen un fenómeno histórico insoslayable. Las discusiones sobre el origen de esta instancia (como las que la atribuyen enteramente a un cambio beneficioso de los términos de intercambio o “viento de cola”, proveniente en particular de China), o los cuestionamientos que se formulan desde la izquierda en el sentido de que la bonanza no ha sido aprovechada para efectuar cambios en la estructura de relaciones de clase o incluso que han beneficiado más a los sectores más privilegiados palidecen -aun en caso de ser ciertas- ante estos resultados. Además, consultado por un medio, el socio de Deloitte, Pablo Rosselli, manifestó que si la refinería de Ancap de La Teja no hubiera estado detenida entre febrero y octubre, el incremento de actividad hubiera sido 3,5%.   El comportamiento sectorial El sector que más contribuyó al crecimiento anual fue Transporte, Almacenamiento y Comunicaciones, que creció 8,5% en 2017 según la Tasa de variación del índice de volumen físico; seguido por el rubro Comercio, Reparaciones, Restaurantes y Hoteles, que aumentó 7,5% y por Suministro de Electricidad, Gas y Agua, cuyo incremento fue 1,2% debido a la mayor generación hidroeléctrica y eólica. Los que redujeron su actividad fueron Construcción, que disminuyó -6% en relación a 2016; Industrias manufactureras (afectado por el cierre temporario de la Refinería) -3,5%; Actividades primarias -1,5%, dentro del cual Agricultura, ganadería, caza y silvicultura cayó -0,8%. Visto del lado de la demanda, el consumo privado aumentó 4,4% y las exportaciones de bienes y servicios aumentaron 7,6%. Siempre según el Informe de Cuentas Nacionales, la Formación Bruta de Capital disminuyó 3,8% en 2017; en tanto que la Inversión fue 16,81% del PIB, menor al 20,08 de 2016 y al 23,33%, guarismo registrado en 2012. No hubo ayuda del exterior en términos de crecimiento, si exceptuamos el turismo, ya que Argentina creció un dudoso 3% en 2017, pero después de una caída de 5% en los dos años anteriores y el PIB de Brasil aumentó un incierto 1% después de caer casi 8% en dos años de recesión y crisis política. Para el año en curso se espera un crecimiento de 3%, siempre y cuando no se produzca el esperado shock que produciría la inversión de UPM (casi 10% del PIB), que sería la mayor inversión en la historia del país. Esto cambiaría no sólo la economía, sino también la vida del país. Por ahora, estas son las perspectivas.

Cómo se pagan impuestos en Uruguay
Según el INE, Uruguay tiene apenas 4,8% de población rural. Como dijo la vicepresidenta Lucía Topolansky, sin que nadie la contradijera, el agro pagó en concepto de impuestos la cifra de US$ 279,7 millones en 2017, cifra que se tomó del Anuario 2017 de Opypa, que consigna ese guarismo, señalando que del mismo, US$ 91,7 millones son impuestos a la renta y US$ 89,1 millones es Contribución Inmobiliaria que cobran las intendencias, mientras US$ 32,4 millones son aportes patronales al BPS. En concepto de arrendamientos, es decir, el dinero que los pequeños productores arrendatarios pagan a los terratenientes, se pagó en Uruguay en 2017 más de US$ 600 millones. Según El País, con fuente en DGI, “el IRPF, tributo que grava rentas del trabajo y del capital, recaudó $ 62.574 millones (US$ 2.184 millones) en 2017, 26,3% más en términos reales que en 2016. Esto significa que el IRPF aportó US$ 637 millones más […] Dentro de este tributo, la recaudación de la categoría I (rentas del capital) aumentó 18% real, y la de categoría II (rentas del trabajo) se incrementó 27,7%. De todas maneras, la categoría II explica 86,4% de los ingresos del IRPF”. Sobre el Impuesto de Asistencia a la Seguridad Social (IASS), señala que “totalizó $ 8.450 millones (US$ 295 millones)”. Por lo tanto, el trabajo presente y pasado, IRPF y IASS, pagan mucho más que la totalidad de los impuestos del agro, incluidos los aportes al BPS.
 

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