Con un llamado a la unidad de los movimientos sociales de América Latina y la convocatoria a una movilización en diciembre en Buenos Aires, terminó la Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo.
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La jornada, realizada durante tres días en Montevideo, reunió a representantes de más de 20 organizaciones sociales y sindicales del continente y se inauguró con una marcha que recorrió 18 de Julio hasta el Parque Batlle.
En su declaración final llama el encuentro a movilizarse “para repudiar” la Cumbre Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), a realizarse en Buenos Aires a mediados de diciembre. La movilización es tomada como base para un calendario a desarrollarse a lo largo de 2018 que incluye marchas, protestas y actos a nivel continental, en particular el 8 de marzo, el 1º de mayo, la Cumbre de las Américas en junio y la cumbre del G20 a realizarse en Argentina mediados de año.
https://youtu.be/Mwcq-tqwHHc
Señala la declaración que “el avance del Capital sobre los pueblos y sus territorios nos muestra que capitalismo, racismo y patriarcado forman un modelo entrelazado de múltiples dominaciones”. Por esta razón entienden que “la nueva ofensiva de fuerzas neoliberales profundiza los mismos mecanismos de acaparamiento de territorios, saqueo de los bienes comunes, explotación del trabajo y control de los cuerpos”.
Para las organizaciones “las tasas de ganancia son garantizadas por ajustes que se sostienen sobre más trabajo sin derechos y sobrecarga de trabajo no pagado de las mujeres, que garantizan que la vida se sostenga en el marco de la precarización acelerada de sus condiciones de vida. Las Empresas Transnacionales (ETN), y las elites nacionales asociadas, son las mayores beneficiarias del modelo de globalización neoliberal”.
“La arquitectura de esta dominación se expresa en los tratados de libre comercio y de inversión de nueva y vieja generación cuyo garante es, entre otros, la Organización Mundial de Comercio (OMC)”, sentencian.
Más adelante sostiene la declaración que “las instituciones de la democracia formal y el ejercicio de los derechos humanos se han convertido en un obstáculo para esa dinámica del capital. Eso explica la reducción de los espacios de la democracia, el desconocimiento de la voluntad popular, la criminalización y judicialización de la política, cuyo expresión culminante, entre otros, ha sido el golpe parlamentario, jurídico y mediático contra la presidenta Dilma Rousseff y la pretensión de impedir la candidatura del expresidente Lula da Silva en Brasil”.
“Este nuevo avance conservador y reaccionario refuerza discursos de odio y misoginia concretizados en prácticas racistas y discriminatorias contra afrodescendientes, pueblos originarios, migrantes y la población joven de los sectores populares”, subrayan.