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Sociedad

LA INSEGURIDAD ACOMPAÑA A LOS DELIVERY

Corriendo por unos pesos

Montevideo se ha llenado de trabajadores en bicicleta o en moto que entre el caos del tránsito le entregan a usted su pedido. Inseguridad, desprotección y precariedad dominan las relaciones de trabajo en el sector.

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Caras y Caretas Diario

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Por Pablo Silva Galván

 

La muerte la semana pasada de un trabajador de reparto puso en evidencia las carencias de seguridad de este sector. Según señaló la crónica periodística el joven chocó contra un camión cargado de escombros mientras manipulaba su teléfono celular. Este detalle revela la precariedad de estos trabajadores que están a la orden de las empresas y reciben los pedidos mediante aplicaciones. Cobran por pedido entregado y no por horas trabajadas lo que los empuja a estar atentos del pedido que la aplicación realice.

Se trata de un sector con una gran precariedad que repercute negativamente en la salud y seguridad de los trabajadores. Y es una actividad en crecimiento. En Montevideo, como en otras partes del país, es común ver a decenas de jovenes en bicicleta, cargando con voluminosas cajas de distintos servicios de reparto, maniobrando entre el tránsito a cualquier hora del día. “Es la precarización absoluta”, dijo a Caras y Caretas Jorge Peloche dirigente de la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios (Fuecys), resumiendo las características del trabajo de los delibery. Esta precarización no se verifica solo “por los riesgos que se viven en la calle, sino también por las formas de trato que se dan muchas veces, con trabajos que son superparciales, que bajo la modalidad de la supuesta libertad y la concurrencia de la oferta y la demanda, en realidad lo que se genera es gente que esta trabajando en dos, tres cuatro aplicaciones a la vez como para poder hacer un jornal. Esto los  lleva a andar en la calle volando como para cumplir en tiempo y forma y poder levantar otros pedidos”.

Dicho sistema lleva también a trabajar “volando” al decir de Peloche para “quedar bien calificado en la aplicación. Todo esto va configurando una espiral estresante que hace que el trabajador ande exigido en los cumplimientos que muchas veces no se logran sino es corriendo riesgos, como pasó la semana pasada y como suele pasar habitualmente. Esto configura lo que es para nosotros nuevas condiciones de trabajo en condiciones de precarización”.

Las características del trabajo mediante aplicaciones ha generado  múltiples y diferentes situaciones que involucran a miles de trabajadores. Peloche explicó que “en algunos casos los compañeros figuran como empleados de la aplicación. En otros no, se da la forma  más clásica, como la de Uber, que ellos le dicen de asociación con la aplicación. Nosotros decimos que más que asociación es una forma de empleo precario. Pero hay variedad de situaciones. En general en cualquiera de sus formas hay una situación de precarización. Pero no son homogéneas, hay varias situaciones”.

“En todos los casos los trabajadores ponen el vehículo, el celular. La aplicación en todo caso lo que da es la caja”, agregó. “Trabajan por pedido”.

Para Silvia Lema, docente de la Facultad de Ciencias Sociales y presidenta de la Asociación de Trabajadores de la Seguridad Social (ATSS), el sector constituye un ejemplo de desprotección total desde el punto de vista de la seguridad social y de autoexplotación. Lema dijo a Caras y Caretas que al no ser los trabajadores empleados de una empresa sino independientes que laboran en función de los pedidos que llegan mediante una aplicación se encuentran completamente desprotegidos. “Esos trabajadores deben hacerse cargo de las cosas que tradicionalmente asumía el empleador, como los aportes a la seguridad social, la salud, entre otros”.

Destacó que hay un fenómeno de autoexplotación “ya que la empresa traslada responsabilidades y costos que eran suyos al trabajador, lo que termina constituyendo un sistema perverso. Por eso lo de autoexplotación: se ven obligados a asumir las obligaciones y responsabilidades que hasta hace poco eran de su patrón”.

Ante esta situación los trabajadores comenzaron a organizarse. “Estamos configurando organización sindical en Pedidos Ya y en otras servicios que trabajan con la misma modalidad. También hemos colaborado en la organización de los trabajadores de Uber”, explicó Peloche.

Señaló que en el caso de los repartidores “estamos trabajando fuertemente y hemos formado un sindicato de rama y de los trabajadores del sector que es el Sindicato Único de Trabajadores del Reparto. Estamos todavía en la etapa autoorganizativa, porque todavía estamos en el proceso de contactar a los compañeros, afiliarlos. El sindicato esta construyendo su organización”.

Andrés Palermo, militante de Fuecys y uno de los organizadores del sindicato dijo a esta revista que este se constituyó hace poco más de un año. Reúne, entre otros, a quienes trabajan con triciclos, bicicletas y otros vehículos.

Palermo explico que el sector conviven tres modalidades de contratación: “con los que son contratados directamente por una casa o negocio y trabajan para ellas; la cadetería, que contrata trabajadores con motos para reparto de documentos, dinero, correspondencia, y las aplicaciones”. Este sistema es el empleado por cadenas de reparto, Uber, y otras similares. Consiste en recibir los pedidos en un teléfono celular mediante una aplicación.

Señaló que en el sector “en materia de seguridad y salud la situación es muy mala”. Además “no hay mucho control”. Esto se debe a es difícil ubicar a las empresas, los trabajadores no tienen una base desde donde salen a realizar los repartos sino que circulan de manera permanente por la ciudad.

A esto se agrega que “la empresa apura” para la entrega de los pedidos lo que hace, entre otras cosas, que “no se presta atención al manejo en la calle”, señaló Palermo.

Se agrega que “la moto muchas veces no está en condiciones” ya que los salarios “son muy bajos lo que impide que el trabajador pueda tener muchas veces su vehículo en condiciones”.

No obstante, y pese a sus características aparentemente novedosas, esta modalidad de trabajo no nueva. Silvia Lema recordó que se trata del “viejo trabajo a domicilio”, que “fuera estudiado ya en el siglo XIX (Carlos) Marx en El Capital al hacer referencia en ese tiempo al trabajo de la vestimenta”.

Indicó que el capital, en su interés por acrecentar la tasa de ganancia ha logrado que esta modalidad se expanda en su beneficio. Las nuevas tecnologías de la comunicación han contribuido en los últimos años a la explosión de estas actividades.

Recordó que a diferencia del viejo sistema tailorista donde al trabajador, al entrar a la fábrica, se le controlaba todo, desde el horario de entrada a las idas al baño, de la cantidad de productos o piezas producidas al fin del turno, y se le pagaba por la cantidad de horas trabajadas, con las aplicaciones el trabajador no tiene horario. Se le paga por pedidos entregados y no por la cantidad de horas que este al servicio de la empresa.

“Ahora uno está a disposición durante un tiempo y trabaja cuando sube a un auto de Uber o cuando está con una bicicleta esperando un pedido. Tiene un tiempo disponible para la empresa que esta utiliza de acuerdo a su propio requerimiento. Antes se pagaba por hora de trabajo lo que implicaba que tanto el tiempo muerto como el tiempo vivo de trabajo eran remunerados. Hoy el tiempo muerto del desarrollo de un servicio va a costa del propio trabajador. Es este el que tiene que estar disponible para el capital, para la empresa, y va a recibir solamente por la efectivamente trabajado. Es un proceso de disminución del costo a favor de la empresa y no del trabajador”, concluyó.

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