Con eso de ir a buscar las vacunas con la mochila, parece que podemos solucionar la pandemia. ¿O no? Ante temas como este, por lo sensibles y peligrosos que son, convendría seguir la filosofía popular y asumir que es preferible callar antes que decir disparates. Nuestro presidente, el presidente de todos los orientales, no podría haber dicho nunca: “Me voy con mi mochila a recorrer el mundo, la compro por ahí y la traigo”. Qué vergüenza, qué disparate. La gente se muere y otros se ríen o pretenden realizar sátiras con el dolor y miedo ajeno. Y luego dijo: “Me voy de vacaciones para Rocha”.
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Pero esto sería una parte de la historia, la otra tomadura de pelo es ‘me voy de vacaciones unos días a Rocha a comer mis buenos asados en familia, en una casa paradisíaca, edificada en las dunas, a escasos metros del mar’. No compró vacunas por culpa de otro personaje nombrado por la coalición como responsable de esos negocios de comprar las vacunas, que no saldrán vintenes, saldrán, tal vez y sin tal vez, millones de dólares. Pero mientras el “nene” Pompita está de vacaciones en las dunas de Rocha, el mundo sigue andando, se hacen menos hisopados y salen menos contagiados. En cualquier momento no se realizarán más hisopados y no habrán más contagiados en las estadísticas, y al no haber más contagiados se terminará la covid-19. ¿Vieron qué fácil la hice?
Bueno, ahora en serio, no voy seguir con las payasadas que eso ya tiene dueño. Pompita se puede enojar si le saco el puesto. Seguro que esto no es para payasadas e ironías. Sería más bien para realizar las cosas bien y dejar de hablar en difícil o en un lenguaje cantinflesco.
Nadie de los que saben de esta enfermedad dice saber cuándo terminará, o por lo menos cuándo se pondrá a la baja. Cuando alguien a fines de noviembre dijo que esto se les estaba yendo de las mano y los infectados a fin de año podrían llegar a mil por día, se le dijo de todo menos que era bonito. Esta persona comentó que había sido una conversación privada y creo que se llamó a silencio. Pero el tiempo le dio la razón.
Pompita y todo su séquito dicen que ellos representan al partido de la libertad, por eso no dirán que la gente debe de confinarse en sus casas. Saben que casi me muero de risa si esto no fuera tan trágico, pues en la última dictadura cívico militar solo en el Consejo de Estado que sustituyó al Poder Legislativo había una amplia mayoría de blancos como hueso de bagual. No hablen de Wilson, porque al padre del Pompita lo hicieron bajar del ómnibus de la caravana de la Victoria Partido Nacional en noviembre de 1984. Pero eso son otros temas.
Hoy el mundo, y por lo tanto Uruguay, debe afrontar una de las pandemias más trágicas. La más devastadora, sin duda alguna, fue la peste negra en el siglo XIV, que mató a un cuarto de la población mundial, especialmente en Europa. Luego en los años 1918 y 1919, murieron unos 50 millones de seres humanos por la llamada gripe española. La tercera sería el sida, que en las décadas de los 80 y 90 mató unos a 33 millones de personas en el mundo, en su inmensa mayoría gente joven.
Hoy el coronavirus llegó al último continente, la Antártida, de la mano de los soldados chilenos. ¿Por qué el covid-19 es tan impactante? Será porque esta enfermedad logró confinar en sus hogares a mas de 4.000 millones de personas, que es más de la mitad de la población mundial.
Hoy hay más de 85 millones de infectados y la muerte se ha llevado más de dos millones de seres humanos. Hay quien dice que lo más penoso son las personas mayores que han fallecido en la más absoluta soledad. Y eso es cierto, más que nada para aquellos que por diversas circunstancias de vida, vivían ya un poco aislados. Hoy no están aislados porque quieren, sino porque así se está dando con esta maldita pandemia, con la que unos hacen mucho dinero y otros carecen de él, porque no pueden ir a trabajar. Alguien decía por ahí que la tarea de los gobiernos es cuidar el aspecto sanitario de la sociedad, la economía de toda la población, al igual que el tema psicológico de todos los habitantes de la Tierra. Esta pandemia ha causado una recesión brutal pues más de 100 millones de puestos de trabajo se han perdido en el mundo, creando a su vez cientos de millones de nuevos pobres. Esto a su vez agrava más las desigualdades entre ricos y pobres. Pues es muy fácil decir ‘quédense en casa, no salgan’. ¿Quién trae la comida a casa? Los ricos, los de las clases más adineradas, que pocos problemas tienen, pues el alimento básico lo tienen asegurado. Por otra parte se puede decir que muchas de las grandes fortunas de este mundo en el año 2020 sumaron cientos de miles de millones de dólares, mientras los pobres comen de la basura o de las ollas populares que hay no solo en nuestro país, sino a lo largo y ancho del mundo.
La gran mentira es que la pandemia iguala a todos. Lo que iguala son en las pérdidas. ¿Quién paga esta crisis? Lo más seguro es que la crisis la pagarán los que menos tienen, pues los aumentos de precios de la canasta básica es brutal en relación al aumento de los salarios. Ni hablar de la luz, los combustible, el agua, el gas, teléfono y las conexiones a internet.