La Organización Mundial de la Salud ya ha tipificado el término “Covid persistente” para aquellas personas que continúan con síntomas 12 semanas después de haber sido contagiados. Actualmente pueden comprender a un 10% del total de los enfermos.
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En España por ejemplo, los pacientes de este Covid persistente —o long Covid, como se ha denominado internacionalmente— tratan de alzar la voz para lograr un reconocimiento. Sin él, la investigación no se impulsa y proliferan los malentendidos o la incomprensión.
Los/as pacientes #LongCovid experimentan síntomas multisistémicos que generan un impacto significativo en su vida.
La @SEMG_ES hace este avance online de #RMGyF que incluye cuadro con los 201 síntomas: https://t.co/Uf2pSIGLAR #covid19 pic.twitter.com/K1lXWt4ywW— LongCovid ACTS(Autonom.CommunitiesTogether Spain) (@longcovidspain) April 7, 2021
Experiencias
“Es como envejecer de golpe”, resume Isabelle Delgado, afectada por esta dolencia desde que se contagió del virus hace “exactamente un año, un mes y un día”. Tiene la fecha grabada porque sospecha que el virus le llegó una jornada que salió de casa cuando todavía no se llevaban ni mascarillas y porque al poco le dolía la garganta como una faringitis fuerte.
“Pero, como habilitaron el número de teléfono y los hospitales estaban colapsados, nunca me hice la prueba. Estuve en casa dos meses hasta que me hicieron una PCR”, cuenta desde Getxo, la localidad de Vizcaya donde reside.
Delgado vive desde entonces con una tos que interrumpe de vez en cuando la conversación. También con una febrícula que suele aparecer por las tardes. O con un cansancio y una incapacidad de concentración que entorpece sus tareas cotidianas como correctora tipográfica. “Tuve todo el cuadro: dolor de cabeza severo, disfagia, diarrea, dolor muscular… Ahora son más suaves y fluctuantes: hay picos y otros momentos peores”, relata quien ha cambiado totalmente su rutina.
Con 51 años, Delgado asegura que no respondía a una mujer de esa edad. “Era una persona de 50 años, pero mi motor, mi maquinaria, no era de 50”, ríe. En este paréntesis, sin embargo, ha cambiado esa percepción: “Camino un rato y parece que he corrido un maratón”, cuenta con una mezcla de aceptación y fastidio. “Lo intento llevar bien, aunque a veces me frustro. Mi rutina es ahora de jubilado. Si estoy más o menos bien, salgo a la calle. Si no, vienen a verme”, sintetiza.
Hace tiempo leí que para sobrevivir a esta enfermedad te instalabas en un coraje silencioso, sintiéndote orgullosa de cada día cambiando el contorno de tus expectativas.
Así es.
13 meses de #LongCovid sin piedad; un año y un mes de #jetlag fluctuante.#NoSurrender#VolveréASerYo pic.twitter.com/T2vreA9RcP— Isabelle Delez