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UNAS 2.500 PERSONAS CONCENTRAN 14% DE LA RIQUEZA TOTAL DEL PAÍS

Cuando la riqueza genera poder

Un estudio revela que 1% de la población uruguaya concentra un cuarto de la riqueza total que se genera en el país. Patrimonio –empresas, tierra, casas– va de la mano de riqueza financiera.

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El 1% de la población uruguaya, poco más de 25.000 personas, concentra 25% de la riqueza generada en el país. En esta se incluyen las empresas, tierras, patrimonio inmobiliario y colocaciones financieras, entre otras. Así lo revela un estudio publicado recientemente por La Diaria, en el que se revela que el 10% más rico acumula 62% de la riqueza neta total, el 1% concentra 26%, y el 0,1% acumula 14%. Esto significa que aproximadamente 25.000 personas poseen más de un cuarto de la riqueza neta total, y que 2.500 personas poseen casi 14%.

Dichas conclusiones forman parte de la tesis de maestría en Economía defendida por Mauricio De Rosa en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República. Dicha tesis estudia la distribución de la riqueza en Uruguay a partir del método de la capitalización.

Mauricio De Rosa dialogó con Caras y Caretas acerca de su trabajo y de la relación entre la acumulación de riqueza y el poder que esta otorga. “El estudio refiere a distribución de la riqueza vista como distribución de los patrimonios. Entendemos a estos como el conjunto de empresas, tierras, propiedad inmobiliaria, colocaciones financieras, o sea el stock de cosas que la gente posee. Es diferente al ingreso. Este puede ser el salario, jubilaciones o ganancias de capital que se pueden recibir. Para ver la diferencia entre una y otra: por ejemplo, si tengo un apartamento que alquilo, ese apartamento me genera riqueza. El alquiler que recibo es mi ingreso. Es bueno definirlo porque en el debate público se confunde una cosa con la otra, o sea, riqueza con ingreso”.

Recordó que sobre ingreso en Uruguay ya había estudios, no así sobre la acumulación de la riqueza entendida como propiedades. Acerca del ingreso “sabíamos bastante; había estudios acumulados de cómo se distribuye el ingreso en Uruguay. Sabemos mucho sobre cómo se distribuye, sobre su evolución”. En este sentido señaló que la distribución del ingreso tuvo una caída, “lenta pero inexorable”, en la década de los 90 y se remontó hasta el período 2005-2008. “Ahí se empezó a revertir”, subrayó. Indicó que esa tendencia al alza en la desigualdad de la distribución de ingresos “cae muy fuerte entre 2008 y 2012. Eso pasa en América Latina. En el resto del continente fue un poco antes; en Uruguay es algo tardía, pero muy dramática. Cae rápidamente y mucho, asociada a un conjunto de políticas públicas que se desplegaron en ese momento, básicamente el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas [IRPF], las asignaciones familiares, los Consejos de Salarios, acompañado del crecimiento del empleo. Todo eso constituyó un conjunto de factores y desplegó fuerzas realmente muy grandes que lograron hacer que la desigualdad de ingresos cayera hasta ahora, que se encuentra en una especie de estabilidad. Está estable pero a niveles mucho más bajos que en los 90”.

No obstante, “sobre la riqueza no sabíamos nada. Sobre qué pasa con los patrimonios en Uruguay no se sabía absolutamente nada. Esto es muy importante por dos motivos: por un lado, riqueza e ingreso están asociados. Sabemos que la propiedad de las empresas está muy concentrada y los ingresos que se derivan de esa riqueza están muy concentrados por cómo se constituye la riqueza. Hay otra razón: hay una asociación muy evidente entre la riqueza y el poder económico. Si soy dueño de una empresa, eso me da acceso a un conjunto de decisiones que tienen que ver con el proceso productivo –qué producir, cómo y para quién–, lo que es diferente a lo que sucede con el resto de la población. No importa cuánto gano; tengo la propiedad de la empresa y tengo poder económico, que es muy distinto al que tiene el resto de la gente. Eso me lo da la propiedad de los medios de producción si lo vemos en términos marxistas”.

“Para entender los procesos económicos es muy importante saber cómo se distribuye la riqueza. Es un tema relevante, pero del que sabíamos muy poco porque había muy pocas fuentes de información que nos permitieran investigarlo”, subrayó.

A juicio de De Rosa, el estudio realizado constituye “una primera imagen de cómo luce la distribución de la riqueza y los patrimonios en el Uruguay de hoy”.

Por esa razón, “ahora sabemos que 1% de la población de Uruguay concentra en sus manos 25% de la riqueza”. En este sentido señaló que no abundan los estudios similares en el mundo, aunque, por ejemplo, un análisis realizado en Estados Unidos con una metodología similar a la empleada en Uruguay “nos da niveles de concentración más grandes todavía. Allí nos da que el 0,1% más rico tiene cerca de 22% de la riqueza total. Está casi diez veces más concentrada la riqueza en Estados Unidos que en Uruguay”. El 1% más rico de los uruguayos posee al menos un cuarto de la riqueza total, pero de ese 1%, 0,1% tiene casi la mitad. O sea, las 2.500 personas más ricas de Uruguay tienen más de la mitad de ese 25%”.

En cuanto al resto del continente, De Rosa señaló que sobre América Latina “no sabemos nada; no hay estudios para ningún país”.

Precisó que de las formas de riqueza que hay en el país, la más concentrada es la empresarial: “Prácticamente la riqueza empresarial de Uruguay está en manos del 1% más rico, y alrededor de 90% de la riqueza empresarial está en manos de este 0,1% más rico. Estamos hablando de una concentración de la riqueza y del poder económico muy fuerte”.

Con la riqueza financiera pasa lo mismo: “El 80% está en manos del 1% más rico y más de la mitad, 54%, está en manos del 0,1% más rico”. Esta desigualdad se explica por la posesión de riqueza empresarial y financiera. La riqueza total está compuesta en 87% por riqueza inmobiliaria –incluye tanto viviendas como tierras–, en 7% por riqueza financiera, en 5,5% por riqueza empresarial y en 0,5% por incrementos patrimoniales.

Esta acumulación de riqueza impacta en el resto de la sociedad de diversas maneras. Una de ellas refiere en particular a las capas medias de la población. Estas “pueden acceder mediante endeudamiento hipotecario a la vivienda. Entonces tienen algo de riqueza inmobiliaria, que es su propia casa. Pero si vemos a la población en su conjunto, vemos que la mitad no tiene ninguna forma de riqueza. De la mitad para arriba empieza a haber algo que crece muy lentamente, pero no tiene nada que ver con todo lo que tiene el sector más rico”.

Del estudio se desprende que la distribución de la riqueza muestra las mismas desigualdades entre sexos que en la distribución de los ingresos. La riqueza neta total de las mujeres es siempre inferior a la de los varones. “Resulta interesante apreciar cómo la diferencia entre varones y mujeres se acrecienta conforme crece la edad, hasta aproximadamente los 60 años, cuando comienza a reducirse. Esto puede deberse, por ejemplo, a que, en virtud de las diferentes tasas de mortalidad entre los sexos, las mujeres viudas vean incrementado su patrimonio ante la muerte del esposo”, señala el estudio.

Incluso la riqueza se concentra más en los más viejos. En este sentido, los poseedores de riqueza inmobiliaria son en mayor medida quienes se ubican en los tramos etarios de entre 55 y 59 años y mayores de 70. Los poseedores de riqueza financiera se ubican mayormente en los tramos de 45 a 64 años; lo mismo sucede con la riqueza empresarial.

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