La jueza Graciela Eustachio condenó a cuatro empleados de una estación de servicio de Colón por agredir «moral y físicamente» a otro trabajador, por su condición racial y religiosa. Fue el propietario de la estación quién radicó la denuncia tras a través de las redes sociales dos videos que muestran las agresiones que recibió un operario de iniciales M.Z. por parte de sus compañeros dentro de la estación. Una de las grabaciones muestra cómo uno de los condenados ata las manos de la víctima para inmovilizarlo y le pega una cinta aisladora en su cabeza, en forma de cruz. Otro de los agresores le propina varias cachetadas y lo toma del cuello. Durante más de cinco minutos, ambos lo insultan y lo amenazan, según describe la resolución judicial. Otro archivo muestra a la víctima con las piernas y los brazos abiertos, amarrados en forma de cruz. Otro implicado habla con la víctima y le canta «canciones de Jesucristo», mientras dos más lo agreden físicamente y se ríen. Uno de los empleados mira a la cámara, saluda a su primo de España y le dice: «Así tratamos a los negros en Uruguay». El agredido trabaja en el lugar desde hace cuatro años y percibe una pensión por discapacidad intelectual por el Banco de Previsión Social (BPS). La fiscal del caso Mirta Morales solicitó la condena, con pena de cuatro meses de prisión, de tres de los agresores, como autores de un delito de violencia privada «especialmente agravado» y por la comisión de actos de odio, desprecio o violencia hacia determinadas personas». En presencia de sus abogados, los detenidos asumieron la responsabilidad y acordaron un juicio abreviado.
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