Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME

De Obama a Trump

Por Leandro Grille.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

El 20 de enero asumirá la presidencia de Estados Unidos el magnate Donald Trump. Habrán concluido los ocho años de mandato de Barack Obama, un hombre muy inteligente que ascendió al poder sobre un ola de esperanza –quizá por ser afrodescendiente y progresista en un país racista y conservador–, pero terminó frustrando. De su gobierno, que se inició con simpatía mundial tras dos períodos del fanático republicano George Bush hijo, se esperaba un vuelco hacia la política y el diálogo multilaterales en el plano internacional, a la vez de reformas de carácter social en plano interno. Asumió en enero de 2009, y el comité Nobel de Noruega, en una muestra de feroz alcahuetería, le concedió el premio Nobel de la Paz en octubre de ese mismo año. Ni él consideraba que hubiese hecho mérito para eso. El cineasta Michael Moore, una mente brillante, le dedicó una felicitación inolvidable desde Roma, donde se encontraba cuando recibió la noticia: “Felicitaciones, presidente Obama, por el premio Nobel de la Paz; ahora, por favor, gáneselo”. Y Obama no se lo ganó. Sin el estilo prepotente y mesiánico de Bush, lo cierto es que durante su gobierno Estados Unidos se involucró en invasiones, magnicidios y guerras como lo ha hecho siempre. Quizá con el matiz de que esta vez procedieron invocando los derechos humanos, la diversidad y el respeto a las mujeres.

La doctrina impulsada por el gobierno de Obama, conocida como R2P o “responsabilidad de proteger”, sirvió para allanar el camino de la propaganda y continuar impulsando las mismas intervenciones, aunque ahora con propósitos más “progresistas” y conciencia friendly. Así el gobierno de Obama –junto con Francia– apoyó el avance de una oposición libia, a la que financiaron, armaron y escudaron desde el aire, hasta el punto de revertir una victoria inevitable de las tropas leales al gobierno de Gaddafi y terminaron destruyendo un país y sumergiéndolo en un caos del que no ha salido ni saldrá en años, con ejércitos de fanáticos religiosos disputándose los despojos de lo que había sido un país bastante próspero. Por supuesto también apoyaron y financiaron el avance de los rusofóbicos en Ucrania, cuya referencia es un carnicero como Stepán Bandera, que era nazi antes que Hitler, por lo que los ucranianos tienen antecedentes para su nacionalismo racista y antisemita genuinos y originales. No tuvieron que importarlos. Eso apoyó Obama, cuyo único objetivo era aislar a Rusia y lo habría logrado con la complacencia de sus adláteres europeos de no ser porque el mandatario estadounidense se enfrentó a un político mucho más inteligente que él: Vladimir Putin, que le ganó uno por uno todos los desafíos geopolíticos.

La última parte de la administración Obama trajo el deshielo en las relaciones con Cuba. Un deshielo diplomático que no se ha traducido en un aligeramiento del bloqueo, aunque firmó algunas órdenes ejecutivas en dirección correcta. Así y todo, simultáneamente declaró que Venezuela era una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos, y se sabe, gracias a Edward Snowden y Julian Assange, que mantenía un sistema de espionaje sobre todo el sistema político mundial, incluyendo a los presidentes de América Latina, cuyas conversaciones e intercambios epistolares llegaban todos los días a su despacho. Se sabe además que Estados Unidos ha estado detrás de todas las campañas de desprestigio en las redes sociales contra presidentes y líderes políticos populares latinoamericanos, financiado y proporcionando la logística de social bots. Wikileaks reveló esta semana que el golpista Temer era informante de Estados Unidos a cambio de apoyo político y que Estados Unidos contribuyó al golpe y a la campaña de desprestigio contra Dilma Rousseff.

Como si todo esto fuera poco, ya se filtraron los audios de John Kerry reconociendo que el ISIS fue apoyado por Estados Unidos para derrocar al presidente de Siria, Bashar al Assad, y admitiendo que el ingreso de los rusos a la contienda cambió la ecuación. Los grandes medios, incluso algunos librepensadores de izquierda, seguirán publicando las bajas civiles que producían las bombas en Alepo, indirectamente sancionando al ejército sirio con el apoyo del ejército rojo por liquidar al Daesh y derrotar al invasor. Pero lo que los medios no publican son las filtraciones en las que los altos jerarcas de los “demócratas” admiten que ellos armaron el Ejército Islámico y los financiaron, entrenaron y apoyaron para derrotar a Assad hasta que el invento se les fue de las manos.

Por estos días surge la información de que la inteligencia rusa permeó a los demócratas y estuvo detrás de las grandes fugas de información que perjudicaron a Hillary Clinton. Es evidente para todos que las filtraciones que hacía Assange provenían de algún lado. El propio Rafael Correa ordenó que le cortaran internet en la embajada para que los focos no se concentraran en Ecuador. Seguramente los rusos tuvieron una influencia enorme, aunque es ciertamente patética la medida de Estados Unidos de retirar a su cuerpo diplomático como forma de protesta. Rusia la dejó pasar con soberbia, sabiéndose ganador de una compulsa durísima. Trump va a asumir y está forzado a arreglar con los rusos. Es un hombre de una retórica insoportable, pero muy débil. Débil en el establishment estadounidense, débil porque tuvo dos millones de votos menos que su contrincante –y eso que es una política con altos niveles de rechazo– y débil porque Putin lo tiene en su mano. Lamentablemente, Trump va a intentar retroceder en lo positivo de Obama, como sus avances en el sistema de salud, o en relación con Cuba o con el respeto a los inmigrantes. Sin embargo, es probable que se muestre más reticente a la hora de promover invasiones, lo que podría redundar en cierto beneficio para la paz mundial. Pese a todo, no hay que olvidar nunca que un presidente es sólo un presidente, y un sistema, mucho más. Lo que haga Trump sólo hasta cierto punto será su voluntad; más allá de ello, no tendrá otro remedio que hacer lo que el poder le reclame o le imponga. Y el poder lo trasciende.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO