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Sociedad

En Montevideo sobreviven 221 ollas populares y 67 merenderos

De pie y de a pie

A siete meses del surgimiento de las primeras iniciativas solidarias que emergieron en los barrios populares, integrantes de un movimiento social ya madurado, la Red de Ollas Populares, le contaron a Caras y Caretas las estrategias de supervivencia, a la vez que realizaron un análisis político de este fenómeno.

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El 13 de marzo se declaró la emergencia sanitaria por coronavirus en Uruguay y se comenzó a transitar hacia un período de recesión económica que dejó al descubierto la desigualdad social de siempre, y la agudizó. El hambre comenzó a emerger y con ella diversas propuestas solidarias como ollas populares y merenderos. «A este virus lo mata la solidaridad» era una frase recurrente que acompañaba los afiches que anunciaban las diferentes movidas solidarias.

Al comienzo, estas iniciativas eran gestionadas por vecinas y vecinos en los barrios y poco a poco se comenzaron a sumar aportes de sindicatos, organizaciones sociales y barriales, así como de personas particulares.

 

Solidaridad en red

En este escenario, comenzó a conformarse un movimiento de ollas populares que luego se denominó Red de Ollas Populares y en el mes de marzo, también surgió Solidaridad Uy, una plataforma web creada por estudiantes, docentes y egresados de Facultad de Ingeniería que nuclea diversas organizaciones. Estas personas trabajan de forma honoraria para fortalecer las redes solidarias mediante el esfuerzo colectivo y coordinado. Al ingresar a esta web se puede obtener información de las diferentes iniciativas solidarias que se encuentran activas, así como ofrecer donaciones u otro tipo de colaboración, como puede ser cocinar o trasladar donaciones. También se encargan de identificar las necesidades que tienen las ollas populares y hacer una distribución efectiva de los recursos que van llegando.

El 22 de julio, el movimiento de ollas organizado, con apoyo del Pit-Cnt, se manifestó frente a la Torre Ejecutiva con la realización de una gran olla popular para, de esta forma, solicitarle al gobierno que garantice la comida de las personas más vulnerabilizadas. Mediante una recolección de firmas simbólica, se solicitó, específicamente, la implementación de un Ingreso Básico de Emergencia, bajo las consignas de que “lo urgente es la gente” y “que la mejor olla es la que se cocina en la casa”. No solo no se obtuvieron respuestas, sino que autoridades del Mides llegaron a desestimar la continuidad de las iniciativas solidarias argumentando que “las ollas no son el mejor mecanismo y mucho menos cuando lo que estamos pidiendo es la no aglomeración de gente”.

El domingo 9 de agosto el movimiento de ollas daba un paso más: el primer encuentro de integrantes de ollas populares, merenderos e iniciativas solidarias, que tuvo lugar en la sede de Fucvam. Lo que motivó este encuentro fue lograr la articulación de todos los emprendimientos populares como forma de reforzar el movimiento y garantizar su continuidad, ya que muchas de estas iniciativas populares comenzaron a experimentar dificultades para seguir adelante y, en muchos casos, se vieron obligados a de dejar de funcionar cuando las donaciones y los recursos humanos comenzaron a escasear. Así nació la Coordinadora Popular y Solidaria (CPS).

 

Contexto actual

El último informe realizado por Solidaridad Uy en octubre evidenció que en Montevideo funcionan 221 ollas populares de las cuales 74 se encuentran en situación crítica debido a la falta de abastecimiento. También se relevaron 67 merenderos populares y, en este caso, son 35 los que ven peligrar su continuidad.

Otra de las conclusiones del informe es que se están sirviendo semanalmente alrededor de 100.000 porciones en las ollas populares y 36.000 en los merenderos. Estiman que son 40.000 las personas que están alimentándose de la solidaridad del pueblo y que el 80% de las iniciativas solidarias están ubicadas en las zonas periféricas (municipios A,G,D y F).

Dese esta organización, también se elaboró un texto para problematizar la existencia del fenómeno de las ollas populares, así como para destacar el trabajo de vecinas y vecinos, a la vez que se analizaron los desafíos del movimiento. En el mencionado documento, señalan que en la crisis económica de 2002 el gobierno no brindó respuestas de contención adecuadas, pero tampoco recortó los programas alimentarios. “En un panorama peligrosamente similar, el actual gobierno anuncia medidas insuficientes y no tiene en cuenta los hogares y personas que actualmente no integran ciertos programas sociales”.

Otra similitud que visualizan con aquella época es que “son los sectores populares los que sostienen los efectos de la crisis por tiempo indefinido”.

Por otro lado, destacan que a un mes del inicio de la pandemia, eran 175 las iniciativas populares y que en el mes de agosto el número llegó a su máximo, con 287 propuestas.

Al finalizar el análisis, expresan que, en este contexto, “la Ley de Urgente Consideración (LUC), la Ley de Presupuesto y otras decisiones que tienen como prioridad beneficiar a los sectores privilegiados seguirán repercutiendo en la economía de los hogares vulnerables y en su dificultad para acceder a una canasta básica”.

Caras y Caretas dialogó con una de las integrantes de Solidaridad Uy, Camila Condon, quien explicó que el colectivo surgió por iniciativa de estudiantes que querían hacer un aporte desde la extensión universitaria y así comenzaron a recorrer los barrios generando vínculos con todas las organizaciones sociales que estaban sosteniendo las ollas populares. “Nos pareció que la mejor forma era realizar la sistematización de datos y construir una página web donde volcar la información y que las personas puedan saber qué iniciativas solidarias tienen en su barrio, ya sea para ir a buscar comida o para colaborar”. La estudiante contó que en esas recorridas visualizaron la necesidad de canalizar los apoyos y las donaciones con el objetivo de generar un aparato logístico que optimizara la tarea que se venía desarrollando en los diferentes barrios. “Observábamos, por ejemplo, que a algunas ollas les faltaban arroz y pulpa de tomate, pero les sobraban otros productos. También que a la mayoría les faltaba carne; entonces comenzamos a movernos para conseguir esos insumos y para derivar los excedentes de un lado hacia otro”.

Camila destacó la importancia de tener claro que la tarea que se está realizando desde los diferentes colectivos que participan en la red solidaria no responden a una mirada asistencialista ni pretenden romantizar el fenómeno de las ollas simplemente “porque no deberían existir y nadie quiere que existan”. “Sabemos que son necesarias y que hay gente que va a seguir acercándose con su tupper, pero apuntamos a generar una transformación social. Pretendemos que quienes se acercan a la olla entiendan que no los estamos asistiendo, queremos unificar fuerzas para salir adelante juntos”.

“Muchas veces las vecinas y vecinos que están en los barrios sosteniendo estas iniciativas no tienen una situación mucho mejor que quienes van a buscar comida, pero ven el hambre y terminan sacando de su bolsillo. Eso es lo más injusto que puede pasar porque la responsabilidad no es de quienes sostienen la olla”, agregó.

Por otro lado, la entrevistada contó que el trabajo en red que se está realizando, además de relevar datos, coordinan el funcionamiento de las ollas, recepcionar donaciones y distribuirlas, también busca generar acciones que apuntan a lo político, como fomentar la autonomía y construir herramientas y recursos para que las personas puedan autosustentarse. “Es importante reconocer el significado político que tienen las ollas para no perder la perspectiva”.

 

Una de tantas voces

Hugo Leivas tiene 53 años, está desocupado, sin vivienda, con dificultades para caminar y con una hija a cargo. Se dedicó durante muchos años a la gastronomía y pasó de cocinar en un restaurante de Punta del Este a ser comensal de la olla popular Faustino Chimango Rodríguez, ubicada en Cerro Norte. Por su oficio, le ofrecieron ser parte del equipo que cocina y actualmente se transformó en un referente de la Red de Ollas Populares. “Soy uno de los 50.000 monotributistas que quedaron en la calle de un día para otro, justo cuando el presidente decreta la pandemia en Uruguay”, así se presentó Hugo, quien se siente un reflejo de muchos trabajadores y trabajadoras que hoy recurren a las ollas populares para alimentarse. Hugo es solo uno de tantos y tantas que, a raíz de la pandemia, comenzaron a experimentar dificultades para sostener la vida.

Actualmente, forma parte de la Red de Apoyo a Ollas y Merenderos Solidarios del Cerro por Autonomía y Vida Digna. “De ese nombre largo, lo más importante es la terminación. Nosotros simplemente queremos una vida digna y en mi caso, este espacio me la está dando”, expresó.  “Quienes estamos al frente de las ollas populares estamos viviendo un proceso de maduración y se lo debemos a toda la red de apoyo que se generó, que, además de aportar insumos, colaboraron en este proceso generando debates y espacios de reflexión», agregó.

Por otro lado, enfatizó en la importancia del movimiento popular que se está haciendo cargo de la situación y recordó que desde que se le entregaron las firmas al presidente para solicitar ayuda, todavía no hay respuesta. “Es necesario destacar que esto lo están logrando vecinas y vecinos. Hay que resaltar la gran cantidad de mujeres que están llevando adelante esto, no tengo los porcentajes, pero son la mayoría. Se calzan la bolsa de papas al hombro y las reparten de un lado a otro. Es algo increíble”.

Con respecto a las estrategias para sostener las ollas populares, el cocinero contó que con el paso del tiempo vieron la necesidad de unirse a otras organizaciones y colectivos barriales para unificar esfuerzos y generar acciones que permitan obtener insumos para seguir adelante. “Con algunos compañeros, el día de la Marcha de la Diversidad, hicimos torta fritas todo el día para juntar 2.500 pesos y volcarlo a la red, pero ese tipo de cosas generan un desgaste que no queremos. Se necesitan otros apoyos”.

“El gobierno no ayuda, pero se nos cuestionó que en las aglomeraciones se elevan los casos de coronavirus. Sabemos que hay que respetar los protocolos y que la salud está primero, pero tienen que ponerse de acuerdo porque aprueban eventos como el de la Rural del Prado, al que podían ingresar miles de personas. El tema es que no les importa el hambre», agregó.

“Aplaudimos el trabajo del Ministerio de Salud y que cuide a los uruguayos, pero si la gente no tiene comida ni ayuda, tiene que salir a buscarla. Este gobierno nos dijo que, en el marco de la pandemia, nos iba a dar una asignación de 1.200 pesos y una canasta, pero el mes pasado ya nos retiraron el dinero. Pero ayudan a las empresas que llevan la plata en bolsas y no hay ni una migaja para quienes no tenemos qué comer”.

Sobre los recortes impuestos por el gobierno en diversas áreas fundamentales, aseguró que «terminarán afectando a los más vulnerables». “Hace años me operé en ASSE y no gasté ni en una gasa, pero este año las últimas veces que fui a la policlínica de Maracaná Sur, en el Cerro, no tenían insumos para darme. Somos los pobres los que sentimos esos recortes”.

Con respecto a los tiempos que se vienen,, reconoció que muchos trabajadores y trabajadoras van a seguir quedando sin ingresos y será necesario juntarse y seguir generando redes y herramientas. “Ahora en muchos espacios los comensales de las ollas están aprendiendo a hacer huertas; gracias al apoyo y asesoramiento de las diferentes redes podemos abrir la cabeza y apuntar a una vida digna. No imaginan la alegría de la gente que va a la olla cuando les decís que puede aprender a plantar sus propios alimentos y saber que comer va a comer. Estas son las cosas que debemos mantener vivas. No es solo dar porque eso también lo hacen evangelistas y algunos políticos. Hay que enseñar a ‘resisitir avanzando’, como dijo hace poco la intendenta electa, Carolina Cosse”.

Consultado por las expectativas de cómo van a seguir sosteniendo las ollas si la crisis se prolonga, respondió: “Esa pregunta se la queremos hacer el presidente. Tiene que hacerse cargo”, concluyó.

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