Por Víctor Carrato
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“¿Para cuándo dijo que lo quería?” era un chiste de Peloduro que retrata mejor que Instagram a los uruguayos. ¿Será atraso o retraso? Nunca había terminado de entender la diferencia entre ambos conceptos. Aunque la idea de atraso le recordaba la definición de la Real Academia Española en su segunda y tercera acepción: “Insuficiencia de desarrollo en la civilización o en la cultura. Deficiencia en algún aspecto del desarrollo físico o intelectual de una persona. Presenta cierto atraso en el habla”.
En todo caso sabía que se trata de sustantivos masculinos que pueden actuar como sinónimo con el sentido de demora en algo.
La mesa estaba llena de diarios y artículos de prensa. Los titulares hablaban de atrasos diversos.
Después de veinte años de negociaciones, Uruguay tiene esperanzas en firmar un tratado de libre comercio con la Unión Europea. Varios actores afirman que Uruguay sigue viviendo con atraso cambiario. Casi todo el mundo coincide en el atraso de la infraestructura del país. El modelo de Participación Público Privada (PPP) es un eterno naufragio. Mirtha Guianze dijo que Uruguay tiene “un atraso de siglos” en el acceso a los archivos. Trabajadores de Inumet acatan la esencialidad, pero advierten que no realizarán tareas por las que no se les paga, lo que impactará en la predicción de fenómenos. El año pasado el destituido director devolvió a Rentas Generales dinero que el Presupuesto preveía para pagarles. Estudiantes de primer año de bachillerato que no pudieron inscribirse, problemas edilicios y grupos superpoblados empañan el inicio de clases. Por esta razón, el Consejo de Educación Secundaria (CES) resolvió dejar en manos de los propios liceos el inicio de los cursos entre el lunes 6 y el miércoles 8 de marzo. Los trabajadores del liceo Miranda decidieron parar y ocupar. Uruguay tiene un modelo de educación inclusiva para personas con discapacidad que no es el que recomienda la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad y está 30 años atrasado, según Facundo Chávez, asesor de Naciones Unidas. Liceales uruguayos tienen casi cinco años de retraso educativo. Un estudio sobre Latinoamérica expone las diferencias con los mejores en el mundo. Hay zonas con seis días de atraso en la recolección de residuos. Miles de contenedores sin levantar en La Comercial, La Unión, Buceo y Malvín. El Gobierno achaca la demora en la venta de marihuana a los análisis químicos. El secretario de la Junta de Drogas dijo que el cannabis no tiene aún la habilitación sanitaria para la venta en farmacias. Y así podríamos seguir.
Alyosha compartía unos canapés con caviar con sus amigos noruegos Gunnar, el profesor de historia, y su pareja, Birgit.
–Montevideo es una ciudad lenta, pero el interior es más lento. Según el escritor Hugo Burel, esta lentitud se debe a la impuntualidad. Somos lentos porque no nos urge llegar nunca puntuales a ninguna cita y en esa ecuación vamos siempre con media hora de atraso. “Despacio que estoy apurado”, en Montevideo, es casi una estrategia de vida, dice Burel. Nadie se apura verdaderamente porque en definitiva no vale la pena y la tardanza está incorporada al ritmo de lo uruguayos. El tránsito es lento. Los ómnibus demoran una vida en llevarnos a donde queremos. Los semáforos no están coordinados para que el tránsito sea más fluido. Tampoco los uruguayos caminan en forma ágil y vertiginosa como se estila en Chicago o Tokio. Por eso no me gustan los shoppings.
–Alyosha, recuerda que la fundación de Montevideo fue un complejo proceso en el cual intervino cinco veces el rey Felipe V. Al menos desde 1717, cuando el vizcaíno Bruno Mauricio de Zabala juró su cargo como nuevo gobernador del Río de la Plata, hasta 1724 o 1726, no terminó de fundar Montevideo. Nueve años para cumplir con una orden urgente del rey de España. Mientras, los portugueses habían fundado, en 1680, la Nova Colônia do Santíssimo Sacramento, que fue el primer asentamiento europeo y la primera y más antigua ciudad en lo que hoy es Uruguay. El maestre de campo Manuel Lobo asumió el mando de gobernador de la Capitanía de Río de Janeiro en Brasil el 8 de octubre de 1678. El 1º de enero de 1680 los portugueses llegaron a la desembocadura del Río de la Plata y el 20 ocuparon la isla San Gabriel.
–Nosotros, que vivimos en Castillos, hemos estado indagando en algunos libros de historia y descubrimos que los indios chanás o chanaes, como quieras, hablaban francés gracias a los contactos que tenían con el pirata galo Etienne Moreau. Este no sólo despellejaba ganado para traficar su cuero, sino que se había aliado con los indios chanás del lugar para organizar expediciones en busca de hacienda –dijo Birgit–. Pero eso no es lo más importante. Los indios que vivían acá eran recolectores y no producían nada. Antropológicamente los uruguayos vienen con ese andar, la base está en que eran nómadas y recolectores, ni trabajadores ni productores. Sí, y después apareció el gaucho. Un hombre de a caballo, marginalizado económica y socialmente de la comunidad laboral de la estancia y por ello compelido a costumbres nomádicas, que recorrían libremente la campaña. Con su talento de cantor era bien recibido en cualquier parte y tenía comida y hospedaje. Una vez que ha comido a gusto y descansado, antes de ponerse el sol se despide y se va “a la primera llanura, desensilla el caballo, lo monta en pelo y le da cinco o seis carreras, que esto llaman varearle […] Si en aquellos días ha carneado algunas veces y ha granjeado por peonaje o robo de cueros algunos reales, muda de estilo y rumbo, y se va a emplearlos en aguardiente en la más inmediata pulpería, donde no sale hasta haber acabado su caudal. Sus pasiones favoritas son el juego de cualquier especie que sea, carreras de caballos, corridas de patos, naipes, bochas y mujeres”, como dice Daniel Vidart citando a Espinosa y Tello.
–Sí y después los chanás pusieron la fábrica de café que se fundió, pero tenían carro en el desfile de carnaval que como ganaba todos los años, paseando lentamente, lo dejaron fuera de concurso. Nosotros los rusos apreciamos la simpatía de los españoles, pero nos desesperamos con la lentitud y la actitud perezosa ante un problema. Lo mismo nos pasa con los uruguayos. Para un ruso, el español medio casi siempre va asociado a dos calificativos: alegre y perezoso. El uruguayo no es tan alegre. Un ruso puede no saber español, pero conoce perfectamente las palabras “fiesta” y siesta” y su importancia en la cultura nacional. Así que para la mayoría de los rusos España es el país de la eterna fiesta y siesta que funciona en el formato “mañana” (“Hoy no, ¡mañana!”, como en La hora de José Mota). Los españoles perciben el tiempo de otra manera. Si para un ruso “ahora” significa “ya mismo”, para un español “ahora” puede durar hasta mañana. En consecuencia, los rusos en ocasiones pierden la paciencia. Un clásico: se organiza una cena para las nueve de la noche y entre los participantes hay un ruso. Este será el primero en llegar, de lo que posteriormente estará bastante arrepentido porque lo más probable es que la cena no empiece hasta dentro de un rato. Lo mismo o peor pasa en Uruguay. Conocí un uruguayo que vivía en España y un día consiguió un trabajo. Le dijeron que se presentara a las ocho de la mañana para trabajar. Allá llegó el uruguayo con el termo y el mate. Se le acercó el patrón y lo despidió. Le dijo: “No, amigo, a las ocho se empieza a trabajar aquí, usted tendría que haber llegado a las siete de la mañana”. Otro uruguayo, hoy famoso, contaba con 15 años y trabajaba en un taller de mecánica dental en Milán. Tenía que entrar a las ocho de la mañana. Él vivía en la otra punta de Milán, cerca de la casa de Berlusconi. Un día llegó tres minutos tarde y se apuró a ponerse a hacer sus tareas. Su jefe se le acercó y le dijo al oído: “Mañana tómate el anterior”.
–La ética protestante y el “espíritu” del capitalismo (Die protestantische Ethik und der “Geist” des Kapitalismus) es un libro escrito por Max Weber, economista y sociólogo alemán, entre 1904 y 1905. Define el espíritu del capitalismo como aquellos hábitos e ideas que favorecen el comportamiento racional para alcanzar el éxito económico según una maximización del rendimiento y una minimización de todo gasto innecesario. Este espíritu nació bajo una forma religiosa, según la cual se considera el éxito como marca de la elección divina y glorificación a Dios, pero luego fue progresivamente desprendiéndose de esa motivación religiosa en un continuo proceso de secularización. Weber dice: ¿Por qué los países más económicamente desarrollados se convirtieron del catolicismo al protestantismo, es decir, no a una religión más laxa, sino a una cuyo peso en la reglamentación de la vida cotidiana es mucho mayor? ¿Cómo se explica, por otra parte, que los protestantes participen siempre más que los católicos de la educación superior; que, a diferencia de estos, prefieran mucho más los estudios industriales, comerciales y técnicos a las humanidades; que los aprendices de oficios de religión protestante aspiren más a los puestos de obreros calificados, mientras que los católicos permanecen como artesanos? Así, puesto que Dios quiere que el hombre ordene el mundo según sus mandatos para su propia glorificación, el deber del hombre está en el mundo, en permanecer en y cumplir con su trabajo, porque así manifiesta amor al prójimo y cumple con su llamado y su fin más elevado. Por eso, si se quiere investigar el origen del espíritu capitalista, habrá que seguir buscándolo en otras variantes del protestantismo, especialmente en el calvinismo, en el cual se percibe una actitud ante el mundo y la vida muy diferente no sólo a la del catolicismo, sino también a la del mismo luteranismo –señaló Gunnar–.
–Los uruguayos pueden conformarse –acotó Birgit– con la famosa fábula de la liebre y la tortuga. La liebre siempre se reía de la tortuga porque era muy lenta. Es verdad que soy lenta, pero siempre llego al final. Si quieres, hacemos una carrera, dijo la tortuga a la liebre. Era un caluroso día de sol y todos los animales fueron a ver la gran carrera. La liebre salió corriendo y la tortuga se quedó atrás, tosiendo en una nube de polvo. Cuando echó a andar, la liebre ya se había perdido de vista.
Pero cuál no fue su horror al ver desde lejos cómo la tortuga le había adelantado y se arrastraba sobre la línea de meta. ¡Había ganado la tortuga!
Desde lo alto de la colina, la liebre podía oír las aclamaciones y los aplausos.
‘No es justo’, gimió la liebre. ‘Has hecho trampa. Todo el mundo sabe que corro más que tú’.
‘¡Oh!’, dijo la tortuga, volviéndose para mirarla. ‘Pero ya te dije que yo siempre llego. Despacio pero seguro’.
‘No tiene nada que hacer’, dijeron los saltamontes. ‘La tortuga está perdida’.
‘¡Je, je! ¡Esa estúpida tortuga!’, pensó la liebre, volviéndose.
‘¿Para qué voy a correr? Mejor descanso un rato’.
Así pues, se tumbó al sol y se quedó dormida, soñando con los premios y medallas que iba a conseguir.
La tortuga siguió toda la mañana avanzando muy despacio. La mayoría de los animales, aburridos, se fueron a casa. Pero la tortuga continuó avanzando. A mediodía pasó junto a la liebre, que dormía al lado del camino. Ella siguió pasito a paso.