Creo, no, estoy seguro de que nunca me senté a escribir mi artículo semanal con tan pocas ganas. Y no es porque me falten temas: desde el viento que le dejó al descubierto la pelada a Donald Trump hasta la falsía de los opositores de Nicolás Maduro, que lo llevaron conversando a fijar fecha de elecciones creyendo que ellos firmarían el acuerdo para que se le negaran en el último minuto. Deberíamos atender a cuánto han cambiado las circunstancias entre el 59 y hoy. El derrumbe de la Unión Soviética y la conversión de China en una potencia con intereses rivales con Estados Unidos, pero potencia capitalista y no socialista. Con capitalismo de Estado, que no es lo mismo, pero es capitalismo. Ni Rusia ni China irán demasiado lejos en cuanto a defender a Venezuela, que, en lo fundamental, está sola. Absolutamente sola, cercada y estrangulada sin que ningún país de esta, nuestra América, esté dispuesto a enemistarse con los yanquis defendiéndola. A lo más que llegamos los más audaces es a “poner oídos de mercader” a la propuesta que trajo en su gira el secretario de Estado. Nos hacemos los tontos y no empujamos el embargo petrolero que se nos propone. Pero nada más y únicamente algunos, los Macri, Temer y Pedro Pablo apoyan entusiastamente. Patota a la cual se suma el “traidor Lenín Moreno”, que ya está fabricando la forma de liquidar políticamente a Correa. Vemos agonizar el sueño del socialismo bolivariano y nada hacemos. Por complicidad, por indiferencia o, lo que es tan realista como triste, porque estamos demasiado ocupados en no ser arrollados por la ola reaccionaria que campea en el continente. A propósito de esta ola es que quiero señalar cuánto y cómo venimos retrocediendo. Y a manos de quién. Las primeras luces de advertencia se encendieron cuando a Michelle Bachelet le costó un triunfo hacer aprobar una tímida ley despenalizando el aborto en casos en que el embarazo haya sido producto de una violación o si hace peligrar la vida de la gestante. ¡Le costó un triunfo! Quizás le costó votos y ahora corre peligro, ya que las fuerzas que llevaron a Piñera a la presidencia, que pronto asumirá, están integradas por quienes hicieron la más dura oposición a la ley que, para nosotros, legisla permitiendo cosas que en nuestro país nunca estuvieron en cuestión. Con la Iglesia Católica a la cabeza. La Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana, a lo largo de sus dos milenios, no se ha distinguido, precisamente, por su flexibilidad, por su capacidad de evolucionar en paralelo con el pensamiento de la sociedad. Por el contrario, su virtud es la rigidez, el autoritarismo, su dogmatismo cerrado, que pagó con la separación de todas aquellas iglesias que no reconocen como supremo al obispo de Roma. ¡Medio mundo cristiano es protestante! porque la Iglesia Católica se negó a separarse de su autoritarismo: únicamente ella y sólo ella interpretaba las sagradas escrituras… ¡Y se había inventado la imprenta! Ni mencionar quiero cuánta sangre hizo correr la Santa Madre en defensa de su dogmatismo. No es mi propósito atacarla, el problema es que se cruzan nuestros caminos. Que el primer libro que imprimió, justamente, fue la Biblia. El papa pasó por Chile caminando sobre ascuas, ya que dentro de su propia grey estaba el reproche por su intemporal y tozuda interpretación respecto de la Nueva Agenda de Derechos y, en cambio, el silencio cómplice de sus obispos que encubrieron y encubren los abusos sexuales. Uno debería tener más en cuenta que, de alguna manera, la imposición de la Nueva Agenda de Derechos, que aquí parecía costar tanto hacer avanzar, ni siquiera se mencionaba en medio mundo en donde la rigidez religiosa se negaba siquiera a discutirla. ¿Derechos de la mujer a disponer libremente de su cuerpo? ¡Igualdad de los sexos! ¡Matrimonio homosexual! ¡Libertad en lo que hace a las opciones sexuales! ¡Posibilidad legal de cambiar de sexo y que el cambio sea reconocido por la ley y amparado por ella! ¡Protección especial a las opciones sexuales minoritarias! Esto en muchas partes del mundo, no muy lejanas, es una locura y un delito. Y a nosotros nos dio trabajo, tuvimos que superar un veto presidencial y aceptar caminos complicados, pero ¡lo sacamos adelante! Y nos parecen derechos consolidados. Al punto que vamos por más. Al punto que nos parece natural que la central sindical decrete un paro horario para facilitar la manifestación del 8 de marzo. En tanto esto nos parece natural, consolidado y aceptado, en rincones a los cuales no prestamos atención se organiza la reacción. En Costa Rica un predicador neopentecostal pasó de ser un candidato casi ignorado a ganar las primarias, valiéndose de su encendido ataque al anuncio del Poder Judicial de que estaba dispuesto a reconocer la recomendación de la Corte Interamericana de Derechos Humanos legalizando el matrimonio homosexual. ¡Ni siquiera llegó a aprobarlo! El anuncio bastó para que este desconocido señor pasase a encabezar las encuestas y luego a ganar con ventaja las primarias. Posiblemente sea el próximo presidente de Costa Rica, aquel ejemplo de democracia únicamente comparable con la nuestra. Posiblemente, también, más de la mitad de los habilitados para votar no lo hagan pues ya no lo hicieron en las primarias, y porque el tema del matrimonio homosexual no es defendido por nadie y, en cambio, es atacado furiosamente por las iglesias pentecostales. Ignoro si por la Iglesia Católica, pero no me extrañaría. Son tan dogmáticamente ciegos que de lo único que se preocupan es de mantener privilegios heredados de la Colonia, sin darse cuenta de que pronto pasarán a ser minoría en toda América Latina, su seguro bastión, que busca en nuevas religiones milagreras un consuelo que la promesa de una vida eterna en el más allá ya no conforma. A lo que quiero llegar, queridos lectores, es que: o nos ponemos las pilas y discutimos y convencemos de que la Nueva Agenda de Derechos es justa y se corresponde con la evolución de la sociedad, o su negación será la punta de lanza de todo lo reaccionario. De la negación de todos los derechos civiles y sociales que hemos ido adquiriendo. Con poco esfuerzo aparente porque detrás de esos avances no estaban únicamente los grupos que los promovían. Estaban empujando, sosteniendo y justificando los cambios y avances todas las luchas sociales del siglo pasado, que alcanzaron para que, con la crisis de 2002, que terminó por demostrar el fracaso definitivo de los partidos tradicionales, adviniera el Frente Amplio con su mentalidad renovadora. Que lo fue más en estos temas que en la transformación de la sociedad. Pese a que duele, es preciso reconocer que las raíces de los árboles temblaron poco. Pero avanzamos, abrimos caminos y luego nos fuimos empantanando. Hoy resulta que es pecado mortal de todo el Frente la administración desastrosa de Ancap con Raúl Sendic a la cabeza. Y nadie, ni siquiera nosotros, sale a decir que las pérdidas de Ancap y su recapitalización en su totalidad apenas emparejan con el costo anual del sostenimiento de la Caja Militar. No tendremos los votos para el impuesto a las altas jubilaciones militares, nadie de la oposición nos acompañará porque cortejan desenfadadamente a los verdes y el diputado Darío Pérez está viviendo su cuarto de hora en el candelero. Cuestión que ha quedado al alcance de cualquiera de los 50 diputados que componen la mayoría. En fin, el mensaje que me preocupaba esta semana está dado: ¡que nadie dé por consolidada la Nueva Agenda de Derechos! Seguro, es más fácil atacar al matrimonio homosexual o a la “sagrada vida del embrión” que a la Ley de Responsabilidad Penal de los patrones. Porque la misma fue empujada por el Sunca y ahora todos los trabajadores nos dimos cuenta de lo necesaria que era. No he escuchado a nadie enfrentar a quienes, en engolada voz, defienden “la vida”, que según ellos comienza al fecundarse el embrión, preguntando por qué, entonces, esa “sagrada vida embrionaria” únicamente adquiere derecho a heredar si nace viva, “viable” y vive 24 horas como mínimo. Resulta que, por los pesos, recién luego de 24 horas de vida extrauterina y con todo para ser viable. Pero, para esclavizar a la gestante hay que protegerlo desde la fecundación. ¡Hipócritas! Pero respecto a este asunto de la Nueva Agenda de Derechos, estoy a favor, por supuesto, pero no es mi tema específico. Sí lo es, en cambio, preguntarme: ¿cómo es posible que el Frente Amplio no considere prioritaria para el período la aprobación de la Ley de Insolvencia Patronal? Así que el trabajador que queda en la vía porque el empresario cierra tiene que peregrinar para cobrar su despido. No, compañeros, una mano lava la otra y ambas lavan la cara. Si quieren apoyo, demuestren que lo merecen. El bloque social de los cambios existe si lo cuidamos. Puede pasar, pese a la obligatoriedad del voto, que terminemos por desinteresarnos por “los políticos” que están dando diariamente ejemplos de ceguera e impudicia y se termine ese asunto del bloque social de los cambios. Porque no veo qué cambio es que nos apedreemos mutuamente el rancho con Sendic o Bascou y nos olvidemos de que el primer deber de un gobernante es ser ejemplar.
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