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Mundo

Mas sacudido que un tren

Donald Trump y su agenda de junio

Por Julio Gorga
Desde Nueva York.

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Caras y Caretas Diario

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El 28 de junio de un inolvidable 2020, cerró el informe diario con récord total de infecciones por Covid-19 en EEUU, 40.000 en un día demostrando, que siempre podemos superarnos.

El 29 es día de ñoquis.

Las razones esgrimidas para esta disparada del virus son múltiples y la mayoría muy razonables, como la progresiva reapertura, el hartazgo por el encierro, las aglomeraciones ocurridas en manifestaciones contra la violencia policial, entre otros pretextos y ocurrencia diversas.

No se ha podido achacar influencia alguna al clima frío, ya que en EEUU estamos en medio de temperaturas muy elevadas, típicas de la estación, ni a la mutación del virus ni a su virulencia, que no está demostrada.

Ahora habrá que estar atentos a la mortalidad. Hay quien dice que si la mortalidad no acompaña el incremento de casos, será por la denominada “inmunidad de rebaño”, y si la mortalidad se mantiene o incrementa, será por lo contrario. Todo esto es pura teoría y una especie de divertimento para lectores confinados como consecuencia del distanciamiento social e investigadores ansiosos de obtener respuestas siempre demoradas.

Como las conversaciones sobre la pandemia se ahogan en el tiempo, los titulares de los principales medios del mundo, anunciando que Irán habría comunicado a Interpol una orden de arresto contra Donald Trump  y a otros funcionarios, pusieron a prueba la curiosidad de los estadounidenses, que escucharon estupefactos e incrédulos los noticieros.

La causa de la orden es el asesinato del general Quassem Soleiman, el más alto militar iraní. Tal homicidio fue causado por un ataque con drones ocurrido en Bagdad el 3 de enero.

Casi simultáneamente y para tranquilizar al presidente Trump, la base de Interpol en Lyon, Francia, aún no ha respondido a la solicitud del fiscal iraní, que aún conserva su ilusión de meter tras las rejas al inefable Donald.
Otra que conmovió al menos a los estadounidenses que aún mantienen su capacidad de sorprenderse fue un supuesto ofrecimiento, por parte de Rusia, de una recompensa a los talibanes por cada soldado norteamericano muerto en Afganistán. El ofrecimiento sería como una revancha por el apoyo de EEUU cuando la intervención soviética contra los afganos.

Lo que para los estadounidenses resulta escandaloso es que Trump ignoró las advertencias de que tal oferta rusa habría ocurrido y que aún continúa apostando a una buena relación y entendimiento con Putin e influyendo para que Rusia regrese al G8 desde donde fue expulsada luego de los sucesos de Ucrania. Trump dice no haber sido informado y que si no recuerda haberlo sido, no tuvo necesidad de reaccionar

Algo así como “oídos que no oyen, cerebro que no reacciona”. Según Trump, todo se trata de una nueva fake news contra Rusia.
Susan Rice, que fue la consejera de Seguridad Nacional de Obama, ha declarado que no cree que Trump haya reaccionado así a lo que le informaron, pero que, de ser cierto, no entiende cómo puede siquiera pretender ser comandante en jefe.

Y agregó que menos entiende que no haya alguien en su entorno con las “tripas” suficientes para exigirle serlo, lo cual para ella es evidencia de una incompetencia letal en la Casa Blanca. Dicho sea de paso, Susan Rice, afroamericana, ha entrado en carrera con grandes posibilidades de ser la opción de Biden para la vicepresidencia.

Esta jugada de los rusos es muy seria y tiene media docena de caras; tal es así que todos los políticos demócratas y muchos republicanos están molestos y exigiendo explicaciones y se ha llegado a decir que si es cierto que Trump no fue informado de las “generosidades” rusas, hay un problema, pero que si le informaron y aún insiste con que Rusia regrese al G8, es mucho peor.
Ayer mismo, un grupo de veteranos de guerra se apresuró a tildar a Trump de traidor, aunque sin hacer referencia a su conocido “escape” cuando para la guerra de Vietnam se reclutaba obligatoriamente en forma aleatoria (el temido draft) a los jóvenes. En ese momento, Donald, con el apoyo de su padre, que le pagó a un pediatra, consiguió una excusa, inventando tener juanetes, o callos, o pie plano o algo así (declarado por la hija del especialista, que muy molesto por haber sido llevado al punto de no poder negarse a firmar la inexistente excusa, lo comentó en su momento a su familia).
En una entrevista en CNN el pasado domingo, John Bolton, que fue consejero de Seguridad Nacional de Trump, declaró que, si fuera cierto este esquema de los incentivos económicos al Talibán, resultaría  ser una de las más graves situaciones conflictivas de la administración Trump. Bolton dice  que lo que pasa con Trump es que no está conectado a la realidad en la que se desenvuelve, sino en una en la que priman sus posiciones personales.

El reciente libro de Bolton, en que expone sus experiencias con Trump en la Casa Blanca, aún ha sido leído por poca gente, pero se espera un verdadero boom editorial, especialmente porque Trump y su entorno pretendieron bloquear su publicación, demanda que fue desestimada por un juez que denegó la mencionada pretensión.
Hay otro libro listo para ser publicado, escrito por una prima de Donald, de nombre Mary Trump, en el que se revelarían secretos familiares. Este libro sí se habría logrado bloquear porque Donald Trump habría hecho firmar a ella un acuerdo de confidencialidad al repartirse la fortuna familiar.

Cuando de jueces se trata, Trump y los republicanos no andan con vueltas. Aprovechando la mayoría republicana, Trump logró nombrar el juez federal número 200 durante su gobierno. Aprovechó así la negligencia y la ingenuidad de los demócratas que no los nombraron cuando podían hacerlo. Los republicanos demostraron que no se arrugan, como no se arrugaron cuando construyeron una Corte Suprema de la Nación como un feudo conservador con cargos de por vida, con un regimiento de jueces federales, que también son cargos vitalicios. Obviamente, todos ellos de raza blanca y conservadores en política. Por fin los demócratas se están despertando, y por eso han pedido a los jueces federales liberales que ya están en edad de retirarse, que se aguanten hasta noviembre para ver si gana Biden, y entonces por fin demostrar que aprendieron la lección. Que en EEUU la política no influye en la justicia y que esta es imparcial, ciega e independiente es una mentira más grande que un rascacielos. Hay que ser muy inocente, ignorante o cómplice para afirmarlo y difundirlo.

Y para concluir, según coinciden los medios, sobre todo los liberales, las fichas están reubicándose. Los discriminadores por razones de raza, apariencia y preferencia están cayendo a sus correctos sitios asignados en el tablero de la vida. Al igual que los abusadores de mujeres que generaron el me too, para lo cual no les sirvieron fortunas personales ni amistades influyentes para evitar su destino. En ambos casos, el castigo -a destiempo- los va exponiendo para vergüenza de sus allegados y asociados, así como en repudio de sus repelentes legados. Le llegó, por ejemplo, al expresidente Woodrow Wilson, cuyo nombre en la Universidad de Princeton ha sido eliminado, y al cowboy por excelencia, John Wayne, cuyo menosprecio a las minorías, en particular de raza negra, le costó su nombre en el aeropuerto de Orange County en California. Era hora. Pero aún quedan muchos más para que se hagan públicas sus miserias y su aporte negativo al entorno y la humanidad. Estas han sido las verdaderas fake news.

Y si se sigue así, habrá que reescribir gran parte de la historia. Y aunque sea tarde, es un gustazo poder verlo. Porque, entre otras cosas, muchos que ahora recorren iguales rutas sabrán que por fin la impunidad de la que tanto gozaron no libra a sus familiares y seguidores, que se resisten a condenarlos, de acarrear por omisión de juicio correcto una vergüenza que no les debía pertenecer. Tema que los uruguayos conocemos -dolorosamente- muy bien.

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