Es la norma que el papa Francisco almuerce con personas vulnerables durante sus viajes por las ciudades italianas. De esa manera, el papa conversa con inmigrantes, pobres y presos para conocer sus realidades y darle un mensaje de esperanza. Pero en su paso por Bolonia, ubicada al norte italiano, mientras almorzaba en la basílica de San Petronio, dos presos napolitanos vieron la oportunidad para fugarse y así lo hicieron. Los delincuentes, que están siendo buscados por la Policía e Interpol, cumplían la condena en la localidad de Castelfranco Emilia, en un centro especial para personas socialmente peligrosas y toxicómanas.
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